Eran las siete de la tarde en el departamento de Yamaguchi. Estaba pensando en qué debería vestir para ir al bar con su profesor. Seguía sonando algo extraño, pero ellos sabían que no iba a ser una junta siendo profesor y estudiante, sino una junta de conocidos solamente, y lamentablemente.
Decidió por vestirse con un jean negro junto una camisa blanca, además de una chaqueta del mismo color que su pantalón, además de sus zapatillas. Estaba muy ansioso, demasiado para ser verdad. Todavía tenía su examen encima de la mesa de su comedor, y no podía evitar sonreír ante eso.
Salió del departamento en dirección al lugar acordado y cuando llegó, se sentó en la barra a esperar al mayor.
—Hey, Yamaguchi —le saludó el barista con una sonrisa acercándose a él—. ¿Qué vas a pedir?
—Hola, Sakuma. Solo una cerveza, gracias.
—En seguida.
Tampoco es como si el bar fuese tan lujoso, ni tan bonito como en las películas. Era un lugar donde la gente hablaba con sus amigos y tomaban sus tragos, algo muy casual.
En unos segundos más, entró aquel hombre que hacía que el corazón de Yamaguchi palpitara con rapidez, entre otras cosas.
—Hola, Yamaguchi. ¿Esperaste mucho? —preguntó sentándose a su lado.
—No mucho, acabo de pedir algo para beber.
—No me digas que pediste cerveza.
El pecoso rio divertido mordiendo su labio inferior.
—No conoces muchos tragos, ¿verdad? —preguntó el rubio, mirándole de reojo.
—No realmente.
—Yo te enseñaré muchos tragos hoy, ¿bien?
El pecoso sonrió emocionado. Se removió en su asiento y apretó sus muslos, específicamente su entrepierna.
—Está bien... no debería llamarlo sensei, ¿verdad? Al menos no aquí.
—Puedes llamarme Tsukishima solamente.
...
Pasaron varios minutos, en los cuales estuvieron hablando de muchas cosas, entre ellas la calificación que había obtenido Yamaguchi, aunque no querían hablar mucho de la universidad, solo hablaban sobre ellos. También hablaban de los tragos, ambos habían bebido bastante, lo cual supondría un problema a futuro.
—¡Ah, Yamaguchi...! No pensé que fueses tan interesante —dijo apoyando su mano sobre el hombro del nombrado.
—¿No? Usted también es muy interesante.
—Mmh, ¿Yamaguchi?
—¿Si?
—Lo que hacemos... ¿no te parece raro? —preguntó en un tono algo extraño debido a la borrachera.
—Es raro pero... no me molesta... ¡Ah, Tsukishima!... Usted me encanta —dijo, para luego tomar un largo sorbo a su trago.
—¿En qué sentido? —preguntó mirando los hielos de su vaso que no terminaban por derretirse aún, moviéndolos.
—En todos los sentidos...
El rubio dentro de su borrachera podía tener algo de conciencia en lo que decía. Sus mejillas ahora mismo estaban algo sonrosadas por el alcohol y ahora lo estaban aún más por las palabras del menor, ¿estaba hablando en serio?
—¿De verdad? No te creo —dijo, haciéndole una seña al barista para que hiciera un nuevo trago.
—¡Ah! ¿Cómo puedo comprobarle que lo que digo es cierto? Las palabras se las lleva el viento de todas maneras...
—No te creo... —respondió mirándole a los ojos con una sonrisa, una sonrisa ebria.
El pecoso le tomó por la camisa atrayéndolo hacia su rostro, dispuesto a besarle, pero se sintió un poco mareado por aquel movimiento brusco que acababa de realizar. Estaban tan cerca que podía oler el aliento ajeno: mucho alcohol.
—Hueles a cerveza —murmuró el rubio arrugando su nariz.
—¡Y usted parece un ciclope!
Ambos soltar una fuerte carcajada, estaban tan borrachos que no podían tener una conversación realmente seria.
—¿Qué haces?... ¿Qué planeas hacerme? —preguntó el más alto, aún teniendo una corta distancia entre sus rostros, pero ninguno se inmutaba realmente.
—Uh... muchas cosas, Tsukishima.
—¿Qué cosas?
El pecoso soltó otra carcajada porque sí y tomó ahora las mejillas del rubio, comenzando a apretarlas, como si fuese un juego.
—Sus mejillas son... muy raras —el rubio soltó otra carcajada.
—Son normales... me duele, no me toques —se quejó el mayor, intentando alejarse del agarre del pecoso, pero este insistía.
—¿Cómo voy a lastimarle si solo estoy acariciándolo? —preguntó con el ceño fruncido—. ¿Puedo abrazarlo?
—Claro que puede abrazarme... prefiero eso a que toques mi rostro.
Yamaguchi sonrió sin mostrar los dientes y lo abrazó por la cintura, apoyando su cabeza en el hombro ajena, pudiendo sentir su perfume y su cuerpo en sí. Aunque no de la manera en que quería.
Fue en ese entonces en que los ojos de Yamaguchi y Tsukishima se encontraron, aunque el pecoso desvió su mirada hacia los labios del rubio, este lo notó y sus mejillas se sonrosaron.
—¿Puedo?
El rubio se quedó unos segundos sin responder para luego soltar una carcajada y mirando hacia al frente, colocando su mano en el rostro del menor, empujándole con suavidad.
—¿Qué dices, Yamaguchi? Creo que ya estás completamente borracho —el nombrado hizo un puchero.
—¡Claro que no!
—¡Claro que sí!
...
Yamaguchi entraba a su departamento a paso lento, y apenas llegó a su habitación se recostó en esta. Casi había conseguido besar a su profesor, quizás no debió haber preguntado y solo debió haber actuado.
Por otro lado, Tsukishima aún estaba intentando procesar lo que acababa de pasar. Necesitaba hablar con su amigo rápidamente, por lo que fue a su casa directamente, a mitad de la noche. Cuando abrió la puerta, comenzó a explicar el problema enseguida.
—Yamaguchi me quiso besar —el pelinegro le miró confuso.
—Uh... ¿y no querías?
—¡Sigue siendo muy raro! Él es lindo y todo eso pero... ¡no me parece ético!
—¡Ah, Tsukishima! Ya te lo he dicho, tienes que pensar que salen como dos personas que no se conocen y ya.
—¡Pero es muy difícil! —dijo recostándose en el sofá del salón boca abajo.
—Entonces dile que no quieres nada con él y punto, no lo ilusiones de esa manera.
Tsukishima se sentó.
—Sí, tienes razón.
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Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.
FanfictionYamaguchi es un estudiante universitario. En su primera clase con su profesor Tsukishima, no puede evitar sentirse atraído por este y 𝘦𝘮𝘰𝘤𝘪𝘰𝘯𝘢𝘥𝘰 al ver lo estricto y ordenado que era. * Por favor, evita hacer comentarios homofóbicos, misóg...