38

2.9K 348 162
                                    

Un nuevo semestre implicaba nuevas clases y más asignaturas. Esta vez Yamaguchi vería a su querido profesor tres días a la semana, ya que tendría clases de cálculo diferencial e integral y álgebra lineal. Ahora mismo estaba en clases de álgebra lineal, algo que al pecoso se le dificultaba un poco y le costaba llevarle el ritmo, a pesar de que Tsukishima explicara de manera lenta, él hacía lo posible para tomar atención.

Estaba haciendo una guía que tenía problemas matemáticos, si bien entendía lo que pedían, no sabía como hacerlo. Soltó un suspiro pesado. ¿Iba a perder su puesto como estudiante número uno? Al parecer sí. Y los demás que también competían por aquel puesto estaban en las mismas, aunque no preguntaban al profesor por su orgullo y hacerse ver que sí habían entendido.

La clase terminó más rápido de lo esperado. Se quedó sentado en su pupitre mientras esperaba a que sus compañeros se fueran del salón para así quedar a solas con su sensei. Caminó hasta su escritorio con su libreta en la mano.

—¿Sucede algo, Yamaguchi? —preguntó el rubio ordenando sus cosas en su bolso.

—Ah, bueno... No me quedó muy claro algo... ¿Puede explicármelo otra vez? —preguntó mirándole a los ojos.

Tsukishima asintió con su cabeza y nuevamente se sentó en su escritorio. Comenzó a atender las dudas del pecoso, explicándole con más lentitud y detallado que en clases. Yamaguchi consiguió entender a duras penas, aunque el rubio le había dicho que no se preocupara tanto ya que era la primera clase, próximamente cuando se familiarizara con el tema no se iba a volver tan complicado.

Yamaguchi soltó un suspiro y se acostó en la mesa. Tsukishima soltó una pequeña risa.

—¿Acaso vas a perder tu puesto de estudiante número uno? —preguntó caminando hacia la puerta del salón, cerrando esta.

Yamaguchi se levantó de la mesa, aunque aun estaba sentado.

—Al parecer sí —respondió sincero—. Estoy seguro que los demás tampoco entendieron muy bien...

—Que tú no hayas entendido no quiere decir que los demás tampoco —dijo sentándose nuevamente en el escritorio, tomando la libreta del pecoso, revisando sus apuntes.

—Podía ver el rostro de los demás... No se veían como si hubieran entendido todo, ¿sabe? —murmuró mirándolo.

Se quedó en silencio unos segundos.

—Kenma ya no está en la carrera... ¿lo sabía? —preguntó apoyando sus codos sobre la mesa, sosteniendo su cabeza con ambas manos.

—Sí, la verdad es que me dejó sorprendido. Tenía buenas calificaciones —hizo una pausa, cerrando la libreta para entregársela al menor—. Pero siguen siendo amigos, ¿no?

Yamaguchi suspiró metiendo la libreta a su bolso.

—No lo creo.

Se levantó de la silla, para así tomar la misma y dejarla en su lugar.

—Quiero pensar que fue mi amigo porque le agradaba a que era mi amigo por mis calificaciones... Siempre repetía que la calificación que habíamos obtenido era porque yo era inteligente —comentó colocando su bolso en su hombro, caminando a la puerta para salir del salón con su profesor.

—¿Por qué piensas eso? —preguntó siguiéndole—. No creo que sea por lo segundo, eres una persona muy buena, Yamaguchi.

Una sonrisa tímida apareció en el rostro del pecoso. Tsukishima notó aquello y sonrió de igual forma rascando su nuca.

—Quizás sólo son cosas mías —comentó, colocando su mano en la manilla.

Se quedó unos segundos quieto. Giró su cuerpo hacia el más alto, quien le miraba atento ante sus gestos. Llevó sus manos desde su pecho hacia sus hombros, para así rodear su cuello con sus brazos.

—Yamaguchi —le susurró.

—Tsukishima-sensei —habló en el mismo tono.

Acercó su rostro al nombrado para besar sus labios. El rubio colocó su mano en la manilla junto su pie por si había una intromisión sorpresa. Llevó su mano libre a cintura del pecoso, atrayéndolo contra su cuerpo. Aquello le tomó por sorpresa al menor.

Yamaguchi introdujo su lengua a la cavidad bucal ajena, encontrándose con el húmedo músculo inmediatamente. Sus mejillas se sonrosaron y se apegó aun más al cuerpo del mayor. Al separarse por la falta de aire, los unió un hilo de saliva. Sus respiraciones poco a poco se volvieron agitadas. Tsukishima fue el que volvió a unir sus labios en un beso más candente, mientras que colocaba su pierna en la entrepierna del pecoso, quien no pudo evitar soltar un pequeño jadeo en mitad del beso.

—Sensei... No haga eso... —susurró separándose, acunando sus mejillas con ambas manos.

—Tú empezaste.

Yamaguchi infló sus mejillas y se separó del chico. Arregló su ropa para así, salir del salón como si nada hubiera pasado. Su respiración seguía agitada y debido a aquel roce, su cuerpo pedía más.

—Hey, pecas. ¿Vamos a la cafetería por algo de comer? Me muero de hambre —preguntó el rubio teñido señalando aquel lugar.

Yamaguchi le miró unos segundos en silencio antes de responder.

—Terushima... Tus ojos están rojos —murmuró arrugando su nariz, para luego olerle de más cerca, consiguiendo que el nombrado de sonrosara ante la cercanía—. Hueles a hierba.

—¡Ah, sh, sh! Ya lo sé... Pero tengo mucha hambre.

Yamaguchi la verdad es que también tenía hambre, pero no porque fumó.

—Está bien, vamos.

—¡Yupi!

Ambos no sabían que Tsukishima les miraba en cada gesto. Su corazón sintió una punzada, aunque no manera literal. Estaba teniendo celos nuevamente. Eso le molestaba. Odiaba tener celos porque sabía en parte que Yamaguchi no haría nada, de todas maneras ya eran una pareja oficial. Tenía un mal presentimiento.

Pero aún así no podía evitarlo.

—Tsukishima-san —escuchó una voz femenina llamándole desde atrás—. ¿Le gustaría ir a comer algo a la cafetería ahora?

Se giró antes de que hiciera la pregunta. Era Tsutsui-sensei, la maestra de Yamaguchi de una de sus asignaturas.

La persona con la que había estado coqueteando hace unos meses.

Soltó un suspiro y asintió con la cabeza.

—Primero necesito ir a dejar esto, voy en seguida.

Acto seguido, fue al salón de profesores a dejar su bolso y unas cuantas guías que habían sobrado. Se encontró con su colega, quien le miraba con una ceja alzada.

—Aún no le has dicho a Tsutsui-san sobre tu relación, ¿no? —preguntó dándole un sorbo a su café.

—Aún no.

—¿Lo harás?

Tsukishima se quedó unos segundos en silencio.

—Aún no. Quiero intentar algo.

Aquello dejó al pelinegro con una expresión confusa. Siguió con la mirada al rubio hasta la puerta del salón, y vio a este dirigirse hacia la cafetería.

Le había dejado con la palabra en la boca.

.
.
.

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora