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Yamaguchi y Terushima caminaban en dirección a la cafetería. El pecoso decidió comprar un rollo de canela junto un café, mientras que el rubio teñido se compró dos sándwiches junto una gaseosa, tenía mucha hambre y aquello era producido por los efectos de la marihuana. La verdad es que al más alto no le gustaba mucho eso de que fumara, pero no era su vida así que no iba a meterse así como así.

Se sentaron en una mesa, y apenas Terushima abrió el envase donde veía su sándwich, le dio un gran mordisco. No supo porqué a Yamaguchi le dio gracia, y soltó unas cuantas carcajadas.

—¿Fumar te da hambre? —preguntó, a pesar de que la respuesta fuese obvia.

Fi —respondió mientras masticaba.

—¡Que asco! —exclamó el pecoso, aún riéndose.

Terushima le miró atento. Él era tan bonito, además de su risa... era muy dulce. Aquellos eran los pensamientos del más bajo, quien sonrió un poco. No se daba cuenta, pero poco a poco estaba enamorándose del chico. De sus expresiones y de su forma de ser. Aunque sabía que a él le gustaba Tsukishima, aquello no iba a ser un impedimento para negar sus sentimientos.

Yamaguchi también comenzó a comer su rollo de canela.

Fue en ese entonces que se asomó una mujer por la puerta. El pecoso no pudo evitar desviar su mirada allí para darse cuenta de quien era. Tsutsui-sensei. Aquella maestra que miraba con ojos de enamorada a su novio. Apretó sus labios y la siguió con la mirada detenidamente hasta que se se sentó.

—¿Cambiamos de asiento, Terushima? —preguntó.

El nombrado no dudó y se cambió de puesto, sin saber el porqué. Yamaguchi dio un sorbo a su café, dándose cuenta luego de que otra persona entraba a la cafetería. Su novio. Este iba directamente a la mesa con la mujer. Soltó un suspiro pesado, dando otro sorbo a su café.

Podía ver como charlaban de lo más bien, aunque la mujer hacia cualquier movimiento para tocar su brazo o su mano. Lo peor de todo es que Tsukishima no se inmutaba.

El rostro del pecoso era un poema. No sabía que pensar. Incluso se le hizo un nudo en su garganta. Por alguna razón recordó aquel día en que fue a su departamento a tener sexo. Específicamente una frase.

« ¿Olvidaste algo? »

Aquello había sido una gran señal de que alguien había ido a la casa de Tsukishima aquella tarde, además este estaba sin su camiseta. Yamaguchi lo recordaba muy bien, pero no había visto salir a la mujer del departamento, tampoco se la encontró en la calle. De todas maneras, en ese entonces ambos no tenían nada formal.

Tenía miedo de que Tsukishima siguiera teniendo algún tipo de relación con esta. Una relación que fuese amorosa.

¿Estaba siéndole infiel? Intentaba negarlo, pero la verdad es que las piezas encajaban muy bien. Sus ojos se aguaron y sus mejillas junto la punta de su nariz se tiñeron de rojo carmesí. Terushima lo notó pero no sabía muy bien qué hacer.

—¿Pecas? —preguntó ladeando su cabeza.

Yamaguchi suspiró nuevamente, tallando sus ojos con sus manos para evitar que aquellas pequeñas lágrimas salieran de allí.

Tenía que ser fuerte. Quizás solo se estaba pasando películas y nada era real.

Pero, ¿y si lo era?

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora