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Yamaguchi fue el primero en quedar completamente desnudo, aunque Tsukishima no se quedaba atrás. Lo único que tenía eran sus pantalones y ropa interior. Sus respiraciones estaban agitadas y no dejaban de tocarse el uno al otro, aunque sea una pequeña caricia y un roce con la yema de sus dedos. Tsukishima no dejaba de besar el cuello del pecoso. La verdad es que no había descubierto lo lindo que se veían esas marcas en el menor, quien de vez cuando soltaba pequeños sonidos.

Las manos de Tsukishima acariciaban la cintura del más bajo, pero bajó la misma hasta su entrepierna, específicamente en su entrada. Tandeó la zona con sus dedos, haciendo movimientos para poder dilatar la misma. Dejó de besar su cuello por un momento, para así abrir un preservativo, echando un poco de lubricante en la yema de sus dedos. Yamaguchi solo le miraba, ansioso.

—¿Estás listo? —preguntó mirándole a lo ojos, mientras que con su izquierda, la cual estaba libre, separaba su pierna para meterse entre estas, haciendo caricias en su muslo.

—Sí, Tsukki... —respondió. Su corazón estaba muy acelerado y sentía muchas mariposas en su estómago.

¿Por qué tenía que ser tan lindo? Yamaguchi siempre pensó que el preguntarse aquel tipo de cosas eran matapasiones, pero era todo lo contrario. Al menos para él.

A los segundos, sintió aquellos dedos en su interior. Soltó un suspiro y se abrazó a su almohada. El rubio sacaba y metía sus largos dedos en su entrada. Podía sentir como estos rozaban su próstata, provocándole escalofríos en todo su cuerpo.

—¿Sabes que tu rostro es muy lindo ahora mismo? —preguntó Tsukishima con una sonrisa ladina.

El cabello de Yamaguchi estaba desordenado, sus mejillas estaban rojas y su boca estaba semiabierta, jadeando.

—¿Por qué tienes que decir cosas vergonzosas justo ahora? —preguntó llevando ambas manos hacia su rostro, intentando tapar el mismo.

—¿Por qué sería vergonzoso? Eres hermoso, cariño —Yamaguchi sintió un cosquilleo en su vientre.

—¡Espera! —exclamó el pecoso separándose con algo de brusquedad, pero Tsukishima fue más rápido y siguió con sus dedos dentro, teniendo una sonrisa pícara en su rostro—. ¡Tsukki!

Segundos después, Yamaguchi tuvo un orgasmo. Tsukishima seguía con sus dedos en su interior. Miraba de manera coqueta al menor, quien estaba completamente agitado. Siguió moviendo sus dedos en forma de gancho, provocando espasmos en el cuerpo del chico.

—Tsukki... —se quejó haciendo un puchero con sus labios y mirando a los ambarinos.

—Te viniste con solo que te metiera los dedos... Que lindo —murmuró el rubio, haciendo una caricia en su mejilla.

—Eso no es lindo, es vergonzoso —respondió el pecoso, abultando sus labios.

Tsukishima rio con levedad.

—Voy a meterla, ¿si? —avisó rodeando los muslos del menor para atraerlo hacia él.

Yamaguchi solo se dejaba hacer.

Jadeó al sentir el miembro del mayor en él.

—Tsukki.

—¿Si?

—Se rudo, ¿si?

Tsukishima sonrió de manera ladina.

—Claro, cariño.

...

Tsukishima embestía sin piedad al pecoso, quien no dejaba de soltar gemidos y jadeos ante los bruscos movimientos que el rubio le proporcionaba. La verdad es que el sexo con su profesor era lo mejor. Yamaguchi había estado con otras personas, pero ninguno cogía tan bien como el mayor.

Yamaguchi comenzó a mirar al rubio con atención entretanto mantenían sus manos entrelazadas, un gesto muy lindo para él. Le gustaba, le gustaba muchísimo y no podía negarlo. La forma en la que le trataba, le hablaba y su forma de ser le tenían perdidamente enamorado. Sí, estaba enamorado. ¿Y qué podía hacer?

Sintió ese cosquilleo en su vientre nuevamente, por lo que llevó su mano hacia su miembro para masturbarlo con lentitud y ayudarse. Los movimientos de Tsukishima eran más lentos pero profundos, tocando su próstata con insistencia. A los segundos, nuevamente ambos llegaron al orgasmo.

El mayor salió del pecoso, retirando su preservativo haciendo un nudo, y así dejarlo en la mesita de noche envuelto en un papel higiénico, cayendo cansado al lado de Yamaguchi.

—¿Estás bien, cariño? —preguntó el rubio acercándose al pecoso para abrazarle. Este sonrió.

—Sí...

Yamaguchi se acercó a su rostro para besar sus labios, muchos besos en un corto periodo de tiempo.

—Tsukki... Necesito decirle algo importante.

El nombrado le miró con atención.

—¿Qué sucede?

Yamaguchi suspiró. Se acomodó en la cama, sentándose sobre sus piernas.

—Tsukki... Usted me gusta. Me gusta mucho —confesó mirando a los ambarinos, quienes le miraban atentos—. Y quiero saber qué es lo que piensa de mí.

Tsukishima se quedó en silencio unos segundos, mirando al menor directamente. Soltó una pequeña carcajada por los nervios mientras se acomodaba también en la cama.

—¿Hace cuánto que no me pasaba esto? —se preguntó echando su cabello hacia atrás—. Hace mucho que no sentía esto...

Llevó su mano hacia su pecho, del lado de su corazón. Yamaguchi le miraba curioso.

—Me siento muy bien cuando estoy contigo, en todos los ámbitos... —dijo llevando su mano hacia la mejilla ajena, para acariciarla con suavidad—. Eres hermoso, Yamaguchi...

Las mejillas del nombrado se sonrosaron ante sus palabras, sonriendo con levedad.

—Tú también me gustas, Yamaguchi... Quizás demasiado para ser verdad —confesó nuevamente, sintiendo sus mejillas calientes.

Yamaguchi se acercó al rubio, acunando su rostro con ambas manos.

—Se ve muy lindo cuando está sonrojado —comentó en un susurro, depositando un beso en sus labios de manera calurosa.

—Cállate, Yamaguchi.

—Lo siento, Tsukki.

Yamaguchi soltó una carcajada y Tsukishima le siguió segundos después.

—No quiero hacer la pregunta —Yamaguchi rio más.

Tsukishima le miró con ojos de enamorado.

—Está bien, está bien... Lo haré yo entonces —dijo tomando las manos del rubio. No había notado lo largos que eran sus dedos—. Tsukishima, ¿quieres ser mi novio?

—¿Por qué siento como si me estuvieras proponiendo matrimonio? —preguntó divertido.

—No lo sé —respondió dando un pequeño beso en la punta de su nariz, esperando su respuesta.

Tsukishima suspiró.

—Sí, Yamaguchi. Sí quiero ser tu novio.

Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora