Tsukishima-sensei ❤︎ ┊ TsukiYama.

43

.
.
.

Yamaguchi había sido el primero en despertar. Podía sentir la mano del mayor en su cintura y abrazarlo por la espalda, era una sensación muy relajante, además podía sentir su piel desnuda sobre la suya. Se acomodó en la cama, tallando sus ojos con sus manos y bostezando. Miró a un lado y vio al rubio, sin soltarlo. Sonrió con ternura al ver lo que relajado que era su rostro cuando estaba durmiendo, normalmente su ceño estaba fruncido.

Se levantó de la cómoda cama para así estirar sus extremidades, haciéndolas tronar. Bostezó nuevamente y fue al cuarto de baño. Estaba desnudo, a lo que simplemente se metió a la ducha. Hoy debía ir a la casa de Terushima para adelantar aquel trabajo. La verdad es que estaba algo nervioso y ansioso. Él hubiera ofrecido su casa para hacerlo, pero... tenía a un lindo chico durmiendo en su cama.

Cuando salió de la ducha, este estaba recién despertando. Podía verse en su rostro. Yamaguchi soltó una pequeña risa al verle con el cabello desordenado.

—Buenos días, Tsukki —saludó caminando hacia el closet para elegir que ropa se pondría.

El nombrado tardó unos segundos en reaccionar.

—Buenos días —saludó acercándose al borde de la cama.

Se levantó de la misma y se acercó al pecoso por detrás, depositando un tierno beso en su hombro descubierto y dando una caricia en su cintura.

—¿Vas a salir? Quería quedarme un poco más en la cama... —murmuró colocándose sus lentes, recogiendo su ropa que estaba esparcida por toda la habitación.

—Sí, pero más rato. Recuerde que debo ir a la casa de Terushima —dijo mientras sacaba una camisa gris de cuadros junto un jeans negro, que estaba roto en la rodilla.

Tsukishima hizo una mueca.

Por más que confiara en el pecoso, no podía evitar estar un tanto celoso.

Yamaguchi giró en su propio eje para dejar su ropa encima de la cama. Miró al rubio, quien miraba a un punto fijo.

—¿Por cuánto tiempo vas a estar allí? —preguntó sentándose nuevamente en el borde de la cama.

—No lo sé —respondió sencillo.

Sacó la toalla que rodeaba su cintura para así comenzar a secar el resto de su cuerpo. Tsukishima lo miraba atento. Relamió sus labios negando con su cabeza.

Yamaguchi terminó por vestirse, y acto seguido comenzó a buscar algunos accesorios mientras cepillaba su cabello.

—¿No va a ir a ducharse? El agua estaba muy buena —preguntó el menor, terminando por colocarse un collar.

El más bajo se veía tan bonito.

—Ah, sí.

Tsukishima se bañó. Yamaguchi cambió las sábanas y fue a la cocina a preparar el desayuno. Estuvieron juntos hasta la hora del almuerzo, en que el rubio cocinó soba junto unas verduras. Cocinaba muy bien.

—Ya... ¿tienes que reunirte con Terushima? —preguntó el mayor rascando su nuca.

—Síp —respondió tomando su bolso con el que solía ir a la universidad, echando solo lo esencial, como su nueva laptop junto sus libretas y su lapicera.

—Si quieres puedo ir a dejarte allí... —murmuró abultando sus labios mientras acomodaba sus lentes.

Yamaguchi miró al rubio con una sonrisa.

—Oh, sí. Gracias.

—Si quieres puedo pasarte a buscar cuando termines... es lo que hacen las parejas, ¿no?