Capítulo 3: Retraso australiano

383 57 8
                                    

Un año antes de graduarme de la preparatoria, el consejero escolar me dio la maravillosa idea de unirme a algún equipo o club, que conste mi sarcasmo. Por dos semanas intenté salir de mi zona de confort pero me di cuenta que mi único talento era el arte.

Scarlett me dijo que no se puede ser increíblemente bueno en algo sin ser increíblemente malo en otra cosa, supongo que no se percató que solo soy bueno para una cosa y lo demás solo queda descartado. Para mi suerte, conseguí ser medianamente decente para el ajedrez, lo que me lleva a este momento.

Colin, mi cuñado, se encuentra sentado frente a mí, mirando su reina que es la única pieza que le queda, junto al rey. Pero lo tengo en jaque, aún puede mover su reina pero no hará mucha diferencia.

—Me rindo —suelta, pegándose al espaldar de la silla suspirando. Yo río y hago lo mismo, omitiendo el suspiro.

—Necesitas unas cuentas lecciones, estaré encantado de enseñarte.

—No, gracias. Puedo morir sin saber jugar al ajedrez —río al tiempo que se levanta de la silla y se dirige a la cocina—. ¿Quieres algo?

—Claro —respondo mientras comienzo a guardar las piezas. Froto mis ojos y no puedo evitar soltar un bostezo, anoche no dormí bien y solo hay una responsable: Peyton Price. Miro a Colin quien busca solo la Diosa que en los estantes de la cocina y sopesa la idea de hablarle sobre lo que pasa.

Aunque es el esposo de mi hermana, Colin también es el mejor amigo de la infancia de Tyler y un buen amigo de Peyton. Sin embargo, es un buen amigo y es hombre, un consejo masculino es justo lo que necesito en este momento.

—Colin, ¿puedo pedirte un consejo?

—Claro —dice cerrando la puerta del refrigerador con una cerveza y una botella de jugo de naranja en una de sus manos y en la otra una bolsa de frituras.

—Es sobre chicas.

Con esas palabras, la expresión en su rostro cambia por completo y no tarda en abrir de nuevo el refrigerador y lo escucho remover algunas cosas.

—Scarlett me matará si se entera que te di alcohol, pero supongo que puede ser nuestro secreto.

—Claro —sonrío y me dirijo al sofá y me dejo caer con un profundo suspiro.

—Uh, eso no sonó nada bien —murmura Colin sentándose a mi lado y dándome una cerveza.

—Lo sé, es duro.

—¿Debo pensar que es una chica que no conozco o...?

—No, y supongo que no es necesario decir su nombre para que sepas de quien se trata. ¿Has sabido algo de ella?

—No más de lo que Tyler me cuenta —confiesa suspirando—. No llama mucho, pero está bien. O eso es lo que ella dice.

—Eso no suena muy de Peyton —digo con tono amargo y llevo la botella de cerveza a mis labios para tomar un trago.

—¿Tu sabes algo de ella?

—No, no desde la noche de la recepción de Abby y Tyler.

—Aún la amas, ¿cierto?

—Cómo nunca he amado a alguien en mi vida y como nunca amaré a alguien más.

—¿Tu crees en el destino?

—La mitad del tiempo ni siquiera creo en mí mismo.

—Jeremy —me reprende Colin y suspiro, a fin de cuentas sólo intenta ayudarme.

—No, antes solía hacerlo un poco.

—¿Y qué fue lo que pasó?

—Decepciones —suelto con amargura y bebo otro sorbo de la cerveza.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora