Epílogo: Jeremy

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Cinco años después:

Abro la puerta del departamento y sonrío, inspirando el aroma a galletas con chispas de chocolate. En sus tiempo libres de sus clases de Administración Hotelera, Taylor se ha dedicado a practicar recetas que ve en el canal de cocina. No es mala cocinera, en realidad y Jayden y yo disfrutamos probando lo que ella prepara. Pero si de su especialidad hablamos, sus galletas con chispas de chocolate son las mejores que he probado en la vida.

—Cariño, ya llegué —anuncio, dejando mi bolso de cuero en el suelo a un lado de la puerta. Frunzo el ceño al no recibir respuesta y agudizo mi oído intentando captar algo, pero no, efectivamente el departamento está vacío. Taylor sabía que volvía de mi exposición de arte de Portland, le envié un mensaje justo antes de abordar el avión.

Entro al departamento cerrando la puerta detrás de mí y me dirijo a la cocina. Sobre la encimera, encuentro un plato lleno de las galletas en cuestión, con una nota a un lado de ellas.

Si estas aquí es porque las galletas fueron una gran carnada, toma el sobre que está debajo del plato pero no lo abras, de otro modo arruinarías la sorpresa. Ve al orfanato, tu madre estará esperando para darte la siguiente pista.

Te amo, Taylor

Con cuidado, levanto el plato de galletas y tomo el sobre. Me siento tentado a abrirlo pero prefiero hacer lo que Taylor me pidió y lo dejo para después. Tomo nuevamente las llaves de mi camioneta y salgo del departamento yendo en dirección al orfanato. Después de que me gradué de la universidad, lo primero que hice después de volver a la manada fue mudarme con Taylor y Jayden.

Cada noche hablaba con Taylor por videollamada y así como nuestra relación fue creciendo, Jayden y yo también pudimos entablar una bastante sólida. Taylor se encargó de explicarle que yo no era su padre biológico cuando tuvo la edad suficiente como para entenderlo, pero a él no le importó, a sus ojos yo soy el único padre que ha tenido y que tendrá. En tres meses cumplirá ocho años y ya va en segundo grado, junto a su mejor amigo Erick. De verdad que esos niños son inseparables.

Llego al orfanato y no me sorprendo de ver la mata roja de cabello de Ariel, quien ya tiene doce años y parece una versión pelirroja de Abigail.

—¡Jeremy! —sonríe al verme y corre a abrazarme, seguida de cerca por Andrew, Ashton y Alister, los trillizos de tres años de Abby y Tyler.

El primer cumpleaños de Austin no vino sólo cargado con la sorpresa de que Tiffany por fin había encontrado a su mate, sino también que Abby estaba embarazada de nuevo, y ésta vez, por partida triple.

—¿Cómo fue la exposición? Los cuadros estuvieron espectaculares. Quiero uno para mi habitación —me dice levantando su mirada a mi rostro después de que me suelta, permitiendo así que Alister me abrace también. Ver a estos niños siempre me recuerda todo el poder de Abby y Tyler, nacieron en luna llena y los tres tienen heterocromia, teniendo un ojo marrón como la caoba y otro verde como las hojas de los árboles en el bosque.

—¿Qué te parece uno para Navidad? —le digo y su rostro se divide en dos por la inmensa sonrisa que aparece en él. Gracias al profesor Forest y contactos, ayer concluí mi segunda exposición de arte en lo que va del año y he conseguido vender la mayoría de mis cuadros.

—Fabuloso, me agrada hacer negocios contigo —dice Ariel extendiendo su mano derecha y yo la estrecho mientras río—. Niños, ¿han visto a...?

—¡Hijo!

Mi madre sale del edificio principal y la veo sonreír, mientras lleva un sobre blanco en su mano, igual al que ya tengo en el auto.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora