Capítulo 8: Yo voy a enseñarte a descubrir tu brillo

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—¡Esto tiene que ser una broma! —exclama Taylor y entre risas metemos todo de vuelta a la cesta y corremos colina abajo para volver a la camioneta. Eso explica porque hacía tanto calor hoy en la mañana.

Ya dentro del auto, saco mi teléfono de mi bolsillo para que no se moje y me deshago de la camisa empapada, debajo llevo una camiseta gris simple.

—Ten.

De mi bolso del gimnasio, tomo una toalla limpia y se la paso a Taylor, quien no tarda en secar los hilos de agua que caen de su cabello.

—Pero que buen augurio para una primera cita, ¿no? —ríe.

—No todo podía ser perfecto —coincido con ella. Por un momento nos quedamos en completo silencio, luego rompemos a reír. Son carcajadas tan sonoras que intento recordar la última vez que reí de esta manera. No puedo hacerlo.

—Esto es tener la peor suerte —dice aún riendo y la veo secar lágrimas que se han escapado de sus ojos por las carcajadas.

—¿Tienes una idea mejor que esperar a que termine de llover? —le pregunto al ver las oscuras nubes que cubrieron el cielo.

—De hecho, conozco el lugar perfecto al que podemos ir.

Taylor me guía por la manada, lo cierto es que no tengo la más mínima idea de a donde me lleva y que ella tiene un mejor conocimiento del territorio de la manada, aún cuando tiene solo tres años viviendo aquí.

—¿Me llevas a un matadero o algo así?

—Deja de quejarte, ya casi llegamos —dice tras golpear mi hombro—. Gira aquí a la derecha.

Frente a nosotros queda una cafetería muy pintoresca que nunca había visto en mi vida. El techo es rojo, las paredes de un color beige algo soso y grandes ventanales dejan ver el interior desde nuestra posición. Hay mesas pegadas a las paredes y una gran barra que va de un lado a otro de la cafetería.

—Sin duda que necesito salir más de casa —digo al ver el letrero con luces de neón donde pone "Madeleine's".

—¿Nunca has venido a Madeleine's? —pregunta Taylor genuinamente sorprendida—. No sabes de lo que te has perdido todo este tiempo. Vamos.

Taylor sale de la camioneta y corre los pocos metros hasta la puerta de la cafetería y yo no tardo en seguirla. Empuja la puerta de vidrio y una campanilla suena, anunciando nuestra llegada. Luce totalmente como esas cafeterías para viajeros que se encuentran a un lado de la carretera.

De inmediato, el calor nos rodea y el olor a comida casera hace que el ambiente sea muy agradable.

—Tay-Tay, no pensé verte por aquí hasta mañana —le dice una señora regordeta a Taylor. Luce mayor, tal vez de unos cincuenta o sesenta años y cabellos canosos salen del apretado moño en la parte baja de su cabeza. Lleva una camiseta roja con el logo de la cafetería y un pequeño pin donde dice Gloria, y un delantal atado a la cintura.

—Cambio de planes —sonríe la mujer y por un momento pienso si Taylor no es capaz de resolver lo que sea con una sonrisa.

—¿Quién es este joven tan apuesto que viene contigo?

—Gloria, él es mi amigo Jeremy.

—Es un gusto conocerla —asiento en su dirección pero la regordeta mujer no se encuentra contenta solo con eso. Sale de la parte trasera de la barra y me estruja entre sus brazos, como si me conociera de toda la vida.

—Gloria, no lo asfixies —ríe Taylor dejando varios mechones de cabello húmedo detrás de sus orejas—. Iré a pedirle la comida a Louis, ¿quieres algo en específico?

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora