Capítulo 22: Nena, somos reales y somos infinitos

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Cuando abro los ojos, aún no han comenzado a brillar los rayos del sol afuera de la ventana. Un poco aturdido y confundido busco por la habitación hasta que me encuentro con un reloj en la mesa de noche. Son las cinco menos diez. Suspiro y paso mi mano libre por mi rostro y mi cabello, mi otra mano está envolviendo la cintura de Taylor.

Por un momento me encuentro mirando al vacío y me permito recordar los acontecimientos de hace unas horas. Si alguien me hubiera dicho que esta cita terminaría así, nunca lo hubiera creído. Pero con Taylor dormida sobre mi pecho, me siento en mi hogar.

Los restos de nuestra ropa se encuentran en el suelo de la habitación y mentiría si dijera que es una imagen que no me agrada ver. Estar con Taylor ha sido, por lejos, una de las experiencias más alucinantes de toda mi vida.

Siento su pecho subir y bajar con delicadeza, con los ojos cerrados luce aún más joven de lo que es. Un sentimiento de temor se apodera de mi pecho, ¿qué habría pasado si Taylor no hubiera huido de su casa cuando lo hizo? Tal vez hubiese terminado en las adicciones, igual que su madre.

Me contengo de ir a buscar mi teléfono a mis pantalones para no despertar a Taylor. Por un momento pensé que sería una buena idea decirle a Taylor todo lo referente a su madre, pero ¿por qué traerle más dolor innecesario? Ella ya ha tomado su decisión y mientras más rápido las gemelas corten toda relación con esa horrible mujer, mejor resultarán las cosas de ahora en adelante.

Taylor se remueve a mi lado por lo que me quedo muy quieto, aún tiene tiempo para dormir antes de tener que ir a trabajar. Y con ese pensamiento en mente, cierro los ojos para aprovechar los últimos momentos de paz.






La alarma de Taylor resulta ser un horrible sonido como de la bocina de un camión monstruo y casi golpeo el techo del salto que doy en la cama por la impresión.

—Pero, ¿a quién diablos se le ocurre tener una alarma así? —pregunto frotando mi rostro con mi mano mientras Taylor ríe un poco y apaga el monstruoso cacharro antes de que lo estrelle contra la pared.

—Tengo el sueño pesado —dice rozando con sus dedos mi barbilla y sonríe cuando por fin la miro—. Buenos días.

—Buenos días —murmuro en respuesta y le sonrío devuelta, dejando un beso en sus labios—. ¿Dormiste bien?

—Mejor que nunca. Tu hombro es una almohada muy cómoda.

—Ya lo creo —río y dejo un mechón detrás de su oreja—. Con respecto a lo de anoche...

—Ha sido la mejor noche de mi vida —afirma con seguridad y vuelve a besarme.

—La mía igual —le digo y rozo con mi pulgar las pecas que se encuentran en sus pómulos—. Eres perfecta.

—Puedo asegurarte que hay chicas mucho más bonitas que yo —dice colocando su mano sobre la mía.

—No me importan las demás chicas
Eres perfecta para mí y ahora eres mía.

—¿No lo fui desde el primer día? —pregunta mordiéndose el labio inferior y ataco sus labios de nuevo—. Louis nos matará por llegar tarde al trabajo.

—¿Y te importa?

—En este momento, no.

—A mi menos. —La cubro con mi cuerpo mientras sigo besándola y nos volvemos uno solo.







—¿Cómo harás con tu ropa? —pregunta Taylor mientras toma una goma para atar su cabello en un rodete desprolijo sobre su cabeza.

—Eso está listo —le digo y Taylor frunce el ceño pero después de un par de segundos, relaja su rostro.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora