Capítulo 35: Freya, La Todopoderosa

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—¿Qué tal se ve esto? —Me alejo de la cámara de la laptop para que Freya me mire y le dé el visto bueno al vestido. Es solo un par de centímetros por sobre la rodilla y de pequeñas mangas. Es negro, junto con margaritas de distintos tamaños que se encuentran por todo el vestido.

—Me gusta. No te ves muy formal y podrás patearle el trasero a esas idiotas si intentan pasarse de listas contigo.

Río mientras me acerco de nuevo al escritorio y me siento en la silla para poder hacer que mi cara luzca como algo decente. Anoche apenas pude dormir gracias a la tía Cynthia y sus ataques de borracha, en los que entraba a mi habitación para asegurarse de que no hacía "las cincuenta sombras de Garfield", con Josh.

—Habría dado todo por ver a tu tía borracha —río mientras toma una bolsa de frituras y yo la miro mal. He estado de mal humor la mayor parte del día y apenas he cruzado palabras con Josh. Sabe que cuando estoy así, lo mejor es darme mi espacio.

—Te la obsequio —le digo mientras intento cubrir mis ojeras con todo lo que consigo dentro de mi estuche de maquillaje. Freya ríe a través de la cámara y lleva a su boca un nacho cubierto de queso—. Eso te tapará las arterias en unos años.

—Que lo haga —dice después de tragar—. ¿Cómo te va con Josh?

—Genial. Pensé que estar tanto tiempo juntos harían que las cosas cambiaran pero ahora es como si fuese lo más normal del mundo. Y antes de que lo preguntes, no, no lo he dicho.

—¿Y cuándo pretendes decirle?

—Hoy no, eso te lo puedo asegurar.

—Eres una idiota, ¿me oyes?

Freya pega su rostro a la cámara de la computadora y yo no puedo evitar reír.

—Que pegues tu rostro a la cámara no hará que te escuche más fuerte.

—No, pero me gusta creer que sí.

Río, mientras coloco sombra de ojos en mis párpados. Freya es la típica chica curvilínea, con grandes caderas y piernas pero su cintura es más fina, haciéndola lucir una linda figura de reloj de arena que enloquece tanto a hombres como mujeres cuando pasa.

Freya Parks es hija de Alfred Parks, el beta de la manada Luna Sangrante de Nueva York. Ella es la típica neoyorquina que siempre tiene algo que hacer, pero cuando decide relajarse es como si el mundo se detuviera, justo como en este momento.

—¿Qué tal se ve esto? —le pregunto y permito que vea mi intento de maquillaje y el delineado más elaborado que he hecho en mucho tiempo.

—Nena, necesitas unas serias lecciones de maquillaje —dice comiendo otro nacho y sonrío.

—Eso quiere decir que estoy lista.

Me levanto de la silla y quedo frente al espejo de cuerpo completo en la puerta de mi armario y me deshago de la toalla que ha sostenido mi cabello húmedo desde que salí de la ducha.

—¡Eres una perra mala, chica! —Exclama Freya por la computadora—. ¡Demuéstrales a esas idiotas quien manda!

—Nadie manda, Freya —río estirando mi toalla detrás de la silla del escritorio y tomo la espuma para el cabello, esperando usar suficiente para que mi cabello luzca bien al menos hasta que la cena termine.

—Sí, si te convences de que es así.

—Estás loca —le digo rodando los ojos aunque ella no me ve.

—Solo por el trasero de América —suelta divertida y come otro nacho—. Solo tú conoces tu versión de los hechos y ellos, la que tú quisiste que creyeran.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora