Epílogo: Peyton

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Antes de que comiencen a leer quiero hacer énfasis en que he visto mucho Grey's Anatomy y quise sentirme doctora por un día, okno 😂

Para escribir este capítulo investigué mucho y quise documentarme bien, pero si algún detalle se me escapó, me disculpo.

Ahora sí, espero les guste.

Cinco años después:

—Estoy molida —gruño con desgana, abriéndome paso a nuestro departamento. Dejo mi abrigo y mi bolso sobre la encimera y estoy tan cansada que ni siquiera consigo llegar a la habitación, solo me dejo caer en el sillón de la sala, quedándome dormida en el acto. Los turnos de 48 horas deberían estar prohibidos por el diablo.





Cuando por fin abro los ojos, ya no llevo los zapatos, una manta me envuelve y, sin dudas, no me encuentro en el sofá de la sala. Froto mis ojos aún cansados y al ver la lámpara sobre la mesa de noche me doy cuenta de que es mi habitación, ¿en qué momento llegué aquí?

Mi pregunta mental de responde cuando la llave de la ducha de cierra y un minuto después, Josh sale del baño con una toalla envuelta en su cintura y chorros de agua cayendo por su pecho y espalda. Su cabello, ahora más largo, también gotea.

—Umm, quien fuese esa toalla —ronroneo y este ríe acercándome a la cama para dejar un beso en mis labios, no lo he visto desde ayer por la mañana a pesar de que vivimos en el mismo departamento.

—Eres una tonta —ríe—. Creí que dormirías más, Freya me dijo que terminaste tu turno bastante cansada.

—Sabes muy bien que hay un ser superior entre nosotros que decide cuánto tiempo duermo: mi estómago. —Josh ríe mientras se coloca un bóxer y un par de pantalones de chándal y termina de secar su cabello con la toalla.

—Traje pizza —dice dejando otro beso en mis labios—. Toma un baño mientras la caliento en el horno.

—¿Por qué no lo habías dicho antes? —digo saltando de la cama y dejo otro beso en sus labios antes de irme al baño a tomar una ducha. El agua caliente relaja mis músculos y me deshago del olor a hospital, no porque trabaje en uno significa que el olor ahora me agrade.

Igual que siempre, tomo una de las camisetas de Josh y la uso a modo de pijama, usando debajo solo mis bragas. A estas alturas, después de seis años juntos, ya me he adueñado de muchas de sus camisetas.

Frente al espejo del baño cepillo mi cabello y sonrío al ver el colgante con los dos anillos que cuelgan de mi cuello. Uno es el anillo de promesa que Josh me dio antes de irnos de la manada, hace cinco años, el otro es mi anillo de bodas. Antes solía llevar ambos en mi mano pero con los constantes procedimientos en el hospital, estos siempre terminaban rompiendo los guantes de látex y decidí comenzar a llevarlos en el cuello, como una forma de llevarlos conmigo y no perderlos. Josh hizo lo mismo con su anillo.

—¿Qué piensas? —me dice Josh pegando su hombro al marco de la puerta y se cruza de brazos, yo sonrío dejando el cepillo junto al lavabo.

—En el día que nos casamos.

Mis palabras hacen sonreír a Josh y me hace una seña para que me acerque, tomando mi cintura con sus manos.

—Me agrada recordar ese día —dice, besando la punta de mi nariz—. La cena está lista.

—Una carrera hasta la cocina.

Echo a correr antes de que Josh pueda asimilar mis palabras y lo escucho reír detrás de mí.

—¡Eres una absoluta tramposa! —ríe cuando llega a la cocina y yo ya me encuentro sentada en uno de los taburetes de la encimera. Por cuestiones de espacio y que, además, solo somos nosotros dos, decidimos declinar la opción de tener un comedor formal. Un año antes de terminar la universidad, encontramos este departamento que nos encaja perfecto. Tiene una bonita habitación principal y una habitación de huéspedes por si la idiota de Freya pelea con Charles, su prometido, y no tiene donde pasar la noche. O viceversa, Charles es un buen amigo de Josh y mío también.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora