Capítulo 34: Cincuenta Sombras de Garfield

289 40 6
                                    

Cuando papá murió no fui a su funeral, no pude hacerlo. Hasta el sol de hoy me pregunto cómo Abby tuvo la suficiente fuerza en su alma para ver como incineraban el cuerpo de Erick y luego colocaban sus cenizas en la cripta familiar de los Moore. Ella vio morir a su padre y aún así tuvo la suficiente voluntad para acabar con él vampiro que tanto dolor y muerte había causado.

Tres meses después volvió al trabajo y comenzó a comandar junto a Tyler, levantando de las cenizas a ambas manadas como una sola.

¿Yo? El primer año que papá no estuvo sentía como si me habían clavado un hierro ardiendo que quemó a su paso todo en mi interior. Nada ni nadie me hacía sentir mejor, cuando me di cuenta de que no era capaz más que de sufrir, me cuestioné por primera vez si de verdad amaba a Jeremy. Alguna vez nos prometimos que nuestro amor sería más fuerte que cualquier cosa y ahí estaba yo, sin ser capaz de sentir aquello que había jurado.

Fundirme en los libros me ayudó mucho. Estudiar me hacía olvidar un poco el dolor sofocante que apenas y me dejaba conciliar el sueño. Siempre tuve buenas notas, pero mi último año me dio el impulso necesario para poder obtener un lugar en la prestigiosa Universidad de California.

-¿Estás lista? -me pregunta Josh dándole un par de golpes a la puerta de mi habitación y me espabilo, saliendo del baño.

-No lo sé, pero tengo que hacer esto.

Después de irnos a la cafetería, llegamos a casa en el momento justo que hacían la entrega de las cosas que ordenamos en línea. Las amigas de la tía C llegarán en unos veinte minutos por lo que mientras más lejos estemos de casa para ese momento, mejor será.

-Todo esto se ve genial -le digo a la tía Cynthia cuando llegamos al piso inferior y la veo terminar de darle los últimos detalles a los canapés que ha preparado. Sí, sin duda ha visto demasiado el canal de cocina.

-¿Saldrán? -pregunta mientras deshace el nudo en su espalda que sujeta el delantal.

-Sí, iremos a la cripta -confieso encogiéndome de hombros y la tía C mira con un asentimiento en sus ojos que no se descifrar.

-Me alegra mucho escuchar eso -me dice y no puedo evitar suspirar. No quiero arrepentirme de mi decisión, pero ahora mismo eso me suena como una gran idea.

-Esto se ve grandioso, Cynthia -le dice Josh a mi tía y esta sonríe orgullosa-. ¿Nos vamos?

-Claro -le sonrío a Josh intentando no arrepentirme. Aunque todas las voces en mi interior me dicen que vuelva a mi habitación y me quede encerrada hasta que se acaben mis mini vacaciones en la manada.

-No vuelvan tarde -dice la tía Cynthia y yo asiento-. Y tengan cuidado.

-Lo tendremos.

Le robo un par de canapés cuando se da la vuelta y me apresuro a la puerta, alcanzando a Josh.

-Está bastante bueno -dice Josh cuando lleva el canapé a su boca-. Ya me siento un poco mejor por haber pasado horas en la tienda.

-Señoras leyendo libros eróticos necesitan muchos aperitivos y vino -río y ambos subimos a la camioneta.

Mientras Josh sigue el camino que coloqué en el GPS, intento no hiperventilar debajo de la sudadera. De niña nunca me gustó ir al cementerio de la manada, aunque lo cierto es que era un poco denigrante llamarlo así. Un eufemismo con el que Tyler solía llamarlo era "lugar de paz" porque, a diferencia de un cementerio, este no estaba lleno de lápidas sino de criptas familiares, las cuales, si te esforzabas lo suficiente, podías imaginar que eran casas gigantes de muñecas.

La última vez que vine fue a los doce o trece años, cuando uno de los amigos de papá murió y me obligó a venir para poder familiarizarme con la tradición de nuestra manada para despedirnos de los difuntos.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora