Capítulo 26: No quiero que hagan cochinadas bajo mi techo

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—Sí, mamá, ya lo sé, tendremos cuidado —le replico a mi madre por enésima vez mientras dejo la maleta en el suelo y me siento sobre ella para poder cerrarla. ¿Por qué será que siempre insisto en empacar cosas que es muy poco probable que use?

—Porque siempre encuentras algo en que usarlo.

—¿Pensé en voz alta otra vez?

—¿Tú que crees? —ríe Josh mientras se abre paso a la habitación y cuando cierra por completo el cierre de la maleta, sonrío victoriosa y tomo la mano que Josh me tiende para levantarme del suelo.

—Gracias, bebé.

—De nada, nena.

Rodeo el cuello de Josh con mis brazos y cuando une sus labios a los míos, disfruto su tacto en mi cintura. Josh es capaz de llevarme a las estrellas y volver en el mismo segundo. Cuando decidí ir a la facultad de medicina, siempre pensé que serían largas noches de desvelo estudiando para los exámenes. Encontrar a mi mate fue algo que nunca esperé, mucho menos considerando la ausencia del gen licántropo en su componente genético.

—¡Oigan, ya les dije que nada de cochinadas bajo mi techo! —exclama mamá golpeando la puerta de mi habitación haciéndonos reír.

—No hacíamos nada —río cuando Josh y yo nos separamos.

—Eso mismo dije yo y nueve meses después naciste tú.

—¡Mamá, por favor! —exclamo avergonzada. No es como si el sexo sea un tema incómodo entre mamá y yo, ella me enseñó a ser tan liberal como lo soy pero con Josh a un lado... es complicado.

—No se preocupe, Martina —le dice Josh a mi madre mientras pasa su brazo sobre mis hombros—. Peyton y yo estaremos bien en este viaje, me aseguraré de eso.

—Lo sé —asiente mi madre. A veces creo que quiere a Josh más que a mí—. ¿Estas segura de que te quieres quedar el resto del verano?

—Tendré un nuevo primo —sonrío—. Y extraño la comida de Tyler como no tienes idea. Estaré bien, mamá. Me enseñaste a ser una guerrera y eso es lo que estoy haciendo.

—Así se habla —asiente—. Los dejaré solos para que terminen de empacar. Y, por favor, no hagan cochinadas bajo mi techo.

—¡Mamá!





No me gustan los viajes en auto, son tediosos, te obligas a ti mismo a comer solo sándwiches, gaseosas y café en lata. Solo lo hago porque por alguna razón Josh los ama y me gusta hacerlo feliz, aunque mi trasero no lo esté mientras aún faltan seis horas para llegar a nuestro destino. Después de la muerte de papá, volví con mi madre porque eso era lo más sano que podía hacer con mi salud mental. Dejar atrás mi vida fue una de las decisiones más difíciles que debí tomar, pero a raíz de eso pude conocer a Josh, por lo que no me arrepiento de ningún paso que debí dar para llegar a este punto.

Cuando fui a la entrevista en la universidad de California, fui de fiesta con unos del último año de medicina y me dijeron que lo mejor de la universidad es que podías hacer lo que quisieras, mientras te formaba en lo que amabas y tenías sexo al mismo tiempo. Eso es lo mejor de todo. Mamá insistió en qué podía mudarse a California conmigo, para que tuviera un lugar familiar a donde ir los fines de semana, pero me negué totalmente. La única persona de la que fui totalmente dependiente mientras crecía fue con mi padre y después de su muerte no había nada que lo pudiera igualar, ni siquiera mi madre. Eso fue así hasta que conocí a Josh.

Llegó a principios de segundo año de medicina como estudiante de intercambio desde Inglaterra, se supone que debía quedarse todo el año y después volver, pero luego aparecí yo en la ecuación y todos sus planes cambiaron.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora