Capítulo 37: Es George

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Nunca he sido buena tomando decisiones, la Diosa sabe que cometo errores hasta respirando por lo que ni siquiera me permito pensar demasiado mi siguiente error. Nuevamente no soy capaz de pegar un ojo en casi toda la noche.

Ni siquiera hacer mi rutina de ejercicio diurno me ha ayudado a poder liberar todo el estrés en mi cuerpo y poder borrar de mi mente al menos por unos segundos las palabras que Jeremy me dijo ayer. Me siento como una idiota, hace tiempo que lo superé, pero estos sentimientos que han reaparecido desde ayer me desconciertan. Sé que no lo amo, ya no, pero esta nostalgia no me deja en paz.

¿Por qué siento mi corazón hundido en mi pecho y estas incesantes ganas de llorar hasta dormir y no despertar más?

Me dejo caer sobre el suelo respirando aceleradamente. El sudor cae por mis sienes, mi frente y mi pecho mientras miro el techo de mi habitación. Ojalá pudiera desaparecer los diez días que aún restan para nuestra partida a California, pero le prometí a la tía Cynthia quedarme hasta el final del verano.

Golpes suenan en la madera de la puerta y aunque no quiero ver ni hablar con nadie, el desconectarme por completo lo único que hará será que comiencen a hacer preguntas que no quiero escuchar y que no voy a responder.

—Pasa.

Josh aparece al otro lado de la puerta, sonriente y me mira con el ceño fruncido pero sin borrar su sonrisa.

—¿Entrenando a esta hora?

—Me pareció divertido.

—Claro —ríe—. Ya las cosas para el día de campo están listas.

Una sonrisa auténtica se dibuja en mi rostro. Ayer, después de mi momento de desasosiego, decidí que si Jeremy no me diría la verdad, alguien podría acercarme a ella: Ariel. Esa niña es demasiado lista para su conveniencia y también espero que sea fácil hacer que suelte la sopa. Puede que no sepa toda la historia, pero por lo menos me dará algunas piezas del rompecabezas que aún desconozco.

—Eres perfecto —le digo con una sonrisa y Josh simplemente se pega al marco de la puerta.

—Me lo dices seguido.

—Eres un idiota —río mientras tomo un cojín de la cama y se lo lanzo. Pero él lo esquiva cerrando la puerta.

—¡Te espero abajo!

Aunque no quiero salir de mi habitación, saco las fuerzas de mi alma para levantarme del suelo y dirigirme al baño para ducharme. Mi plan es simple, hacerle las preguntas correctas a Ariel y tal vez sobornarla un poco con dulces para que me diga lo que necesito saber.

La excusa perfecta para que Tyler me permitiera tener a su hija todo el día sin poner muchos peros fue para que tanto él como Abby descansaran. No sé lo que es tener un bebé recién nacido en casa, pero sé que la falta de sueño y mucho trabajo no son una buena mezcla para ningún matrimonio.

Me ducho con rapidez, intentando no tardarme demasiado. La presencia que me ha acompañado desde hace más de una semana tiene especial atención en querer aparecerse cada vez que estoy en el baño. Es que hasta existen los pervertidos en el más allá.

No estoy del mejor ánimo hoy, pero sé que tengo que fingir lo más que pueda frente a Ariel. El tiro puede salirse por la culata si en lugar de yo descubrir lo que pasa en la manada, Tyler termina enterarse de mi situación actual. Ya dentro de mi armario, termino por decidirme por un vestido suelto de flores y una chaqueta de jean claro junto con unas sandalias.

El corrector y la base se han convertido en mis mejores amigos estos últimos días por lo que los aplico generosamente sobre las enormes ojeras que hacen lucir mi rostro demacrado. De estar en clases podría engañar a Josh y decirle que simplemente es por no dormir por leer tantos libros. Pero sé que ni siquiera con esa excusa, me creerá. ¿Desde cuándo me volví tan buena mintiendo?

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora