Capítulo 10: No sé lo que quiero de la vida, pero lo quiero contigo

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Cuando dejo a la bocona de Scarlett en su casa y subo a mi camioneta, lo primero que hago es salir disparado a casa, necesito hablar con Candice. Taylor está trabajando, no me contestará si la llamo y mucho menos después de lo que acaba de pasar. ¿Por qué pensé que sería buena idea llevar a Scarlett a ese lugar?

—Creo que he metido la pata hasta el fondo —digo abriendo la puerta de la habitación de las gemelas. Veo a Kat separar el cabello de Candice en mitades iguales para comenzar a hacerle unas trenzas de esas que van desde la raíz del cabello—. ¿A quién van a engañar?

—¿Por qué piensas que engañaremos a alguien? —contesta Kat con total naturalidad sin dejar de mirar lo que hace con el cabello de su hermana.

—Es la única forma para que ustedes se vistan iguales.

Kat se detiene y ambas miran su ropa. Llevan una camiseta sin mangas, blanca con letras negras, más larga atrás que adelante y unos shorts oscuros un poco rasgados. Al ser gemelas idénticas y formar parte de la familia del alfa, ya las ponía en un buen lugar en el radar de popularidad y no tardaron en aparecer personas que se aprovecharan de eso. Y algo que las gemelas odian es que las engañen.

La primera vez que recuerdo que hicieran este truco fue poco después de que cumplieran quince años y una chica las usara para ganar popularidad y así quedarse con la corona del baile de fin de año. La segunda fue cuando un chico que era novio de Kat, la engañó con la chica que solía ser su mejor amiga.

De todos nosotros, las gemelas son las que tienen los mejores corazones y siempre las han herido por esa razón, pero ellas siempre han logrado salir victoriosas de esas situaciones.

—Muy bien, nos descubriste —dice Candice quién se encuentra de brazos cruzados en la silla—. Cierra la puerta, no queremos que Kendall nos vea.

Hago lo que me dice Candice y no tardo en sentarme en el borde de la cama de Kat con el ceño fruncido.

—¿Puedo preguntar?

Kat y Candice se miran y suspiran. Candice devuelve su mirada al suelo y Kat continúa su trabajo en el cabello de su hermana.

—Le haremos una broma a una de las idiotas amigas de Kendall.

—Creí que les caían bien —murmuro confundido.

—Ser cordiales no significa que nos agraden —masculla Candice. Ese siempre ha sido el detalle de las gemelas, si te metes con una, con la otra también y estarás en su lista negra por el resto de la vida.

—Linda, una de las idiotas porristas del equipo de Kendall ha estado corriendo rumores de que hemos estado tratando con personas de la manada Luna Creciente.

Por un momento me quedo en jaque, ¿las gemelas tratando con gente de Luna Creciente? Eso es una locura. Después de que se acabó con Cedric y su Clan, el siguiente problema al que se tuvieron que enfrentar las manadas fue el mandato de Saint Williams, el idiota hecho dictador. Las pocas personas que lograron huir de sus garras se refugiaron en manadas cercanas, igual que el caso de Taylor y Gloria. Y después de que Saint impuso un bloqueo total al territorio, cualquier persona que tenga contacto con sus habitantes será sancionado y encarcelado por terrorismo.

El último año ese ha sido el proyecto más grande de Abby y Tyler, los Alfas y Lunas de las demás manadas votaron y ellos fueron escogidos para comandar esta manada después de sacarla de las garras de Saint.

—Pero, ¿qué dicen? Si esto llega a Abby y Tyler. O aún peor, al Consejo de Alfas, será su ruina.

—¿Crees que no lo sabemos? —dice Candice de mal humor.

Luz de Luna (Saga Alfas #3.5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora