Un mes en Nueva York

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Había pasado un mes muy movido desde que Lu, Valerio y Emilia llegaron a la gran ciudad, el embarazo de Lucrecia marchaba muy bien, ya estaba por entrar al quinto mes por lo que su vientre era mucho más notorio aunque por su contextura y lo que se cuidaba era poco el peso que la mexicana había aumentado, sin embargo, utilizaba ropa holgada con la finalidad de no despertar sospechas aún en su pequeña hija a la cual no querían decirle aún sobre su próximo hermanito o hermanita, lo último que querían era ilusionarla por lo que la conversación con ella tendría que ser bastante explicita y delicada.

Con Guzmán habían hecho todos los trámites necesarios, Valerio al ya no tener el apellido Montesinos podía presentar a Emilia como su hija, este fue otro trámite más donde después de varias idas al juzgado, presentaciones con los abogados y papeleos que parecían infinitos; Emilia al menos ya no tenía el apellido de su "padre" el ex esposo de Lucrecia.

Sólo en par de horas uno de los primeros sueños de los montesinos se haría realidad, su hija oficial y legalmente sería hija de ambos, todos sabían que biológicamente la niña era de ambos pero por su relación un poco "inusual" les impedían tener los mismos derechos sobre ella.

- ¿Listos? -Guzmán de dirigía al juzgado con Valerio y Lucrecia-

Ambos asintieron.

- Estamos a sólo una firma de que Emilia tenga el apellido de Valerio, a sólo una -Guzmán se emocionó al decirlo, después de todo amaba a Emilia y sabía que sus amigos serían todo lo que ella necesitaba-

Los Montesinos sonrieron plenamente.

Par de horas después salieron del tribunal victoriosos y felices, oficialmente la pequeña niña de cabello rizado tenía por nombre Emilia Rojas Montesinos y sus padres tendrían los mismo derechos sobre ellas. Valerio podría buscarla en el colegio sin autorización, podría ir a la junta de padres, tomaría decisiones medicas si en algún momento lo necesitaban. Con este logro demostraban que más allá de todos los impedimentos que la sociedad les imponía por tener una relación como la de ellos, podrían hacer una vida normal como una familia. Era una lastima no poder conservar ambos el mismo apellido, si; pero aún el mundo no estaba preparado para asumir que también los medios hermanos se pueden amar.

Los Montesinos, porque ellos mismos se seguían llamando así y llevando a su apellido con orgullo, celebrarían ese logro con sus amigos y su hija por lo que después de salir prácticamente saltando y con algunas lágrimas de emoción almorzarían juntos y luego aprovecharían para darle la noticia a la niña, no sólo le dirían que ante la ley ya eran sus padres sino que también le contarían sobre el futuro bebé. Conversaciones que les traían sentimiento encontrados pero a los cuales ya les estaban dando muchas largas.

Al llegar a casa de Guzmán los recibió Nadia. Por supuesto, al ver sus caras de felicidad sabían que era oficial, Nadia los abrazó celebrando.

- ¡Enhorabuena chicos! -completó el abrazo con la frase- Sois tan afortunados, en serio estoy más que feliz por vosotros y por Emilia.

- Nada hubiera sido posible sin Samuel y tu súper esposo, en serio son los mejores -comentó Lucrecia mientras Guzmán abrazaba a su esposa y acariciaba su notorio vientre-

Nadia estaba en el séptimo mes del embarazo, acababa de entrar al último trimestre y estaban en los preparativos para recibir a la pequeña Mar, por supuesto habían decidido llamarla así como variante del nombre de su tía Marina.

Emilia no se había dado cuenta que sus padres habían llegado, Nadia los invitó a subir a la habitación de Mar, con una decoración digna de una pequeña princesa donde se encontraba Emilia guardando la ropita de la bebé cuando sus padres llegaron.

Todo lo prohibido (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora