Cuna vacía

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- Ya le dije mil veces lo que sucedió -Lucrecia estaba alterada, no dejaba de sostener la sonaja de  su bebé- 

Valerio la tenía entre sus brazos, mientras trataba de calmarla a ella y a su hija que estaba aferrada a su mamá. 

- Calma mi amor, los oficiales deben hacer su trabajo. Sólo así van a encontrar a nuestro hijo -el rizado trataba de darle fuerzas a su esposa- 

- ¿Cayetana dice que se llama? -volvió a preguntar el oficial- 

- Que sí, estoy cien por ciento segura de quien se llevó a mi hijo -respondió desganada- 

- ¿Usted por qué cree que se lo llevó? ¿Venganza tal vez? -la interrogante fue directa- 

Lucrecia no supo que responder pero Valerio lo atajó. 

- Cayetana hace años estudió con nosotros, mi esposa se ganó una beca y esta chica la quería más que a nada en el mundo, así su precaria vida cambiaría para mejor. Al Lucrecia obtener la beca, Cayetana se quedó sin esa oportunidad teniendo que abandonar los estudios y siendo parte del servicio de casas y edificios. Supongo ... -hizo una pausa- Suponemos, y sí, hablo por los dos que entre su molestia y no poder progresar quiso vengarse de nosotros cuando se enteró que estábamos en España nuevamente. 

El agente no se veía muy convencido, pero era una historia creíble. Una chica que necesitaba y quería progresar y que su sueño le fue arrebatado. Lo que no sabía el oficial era realmente Cayetana no quería la beca pues su beca era Polo y justo con eso acabó Lucrecia. 

- Bien, uno de nuestros agentes estará día y noche custodiando su hogar y sus celulares estarán intervenidos. Si la secuestradora se comunica con ustedes nosotros estaremos escuchando todo -aseguró el hombre- Necesitamos que sólo salgan si es necesario, no sabemos si detrás de ella hay alguien más así que a su hija jamás la dejen sola. Haremos todo lo posible y más para que su bebé esté en sus brazos muy pronto

Después de las indicaciones del agente Valerio tomó en brazos a su hija y llevó a su esposa al auto, esta se sentó en la parte trasera con la niña que no hablaba y tenía una mirada triste, Lu la acostó en sus piernas y acarició su cabello rizado mientras sostenía la sonaja de su bebé. Valerio iba conduciendo, perdido en el horizonte pero tratando de no distraerse para no chocar, detrás de ellos dos patrullas que estaría custodiando su casa. El auto vida en completo silencio, una que otra vez se escuchaban los sollozos de Lu. 

Al llegar a su casa Emilia se bajó sin ganas y sin mencionar palabra alguna, vio a su mamá y estiró sus brazos para que esta la alzara, Lucrecia la tomó en brazos y la niña se aferró a su cuello como cuando estaba pequeñita y tenía miedo de quien creía que era su padre. Lu la abrazó con fuerza y besó su mejilla. Valerio por su parte abrazó a Lu y caminaron juntos hasta la entrada. Los agentes estacionaron frente al townhouse. 

Los tres subieron directo ala habitación de la niña donde se acostaron juntos en la cama, Emilia en el centro de sus padres. Valerio acariciaba con una mano el rostro de Lucrecia y con otra mano el cabello de su hija mientras la niña enterraba su rostro en el pecho de su mamá. 

- Mami -finalmente habló- ¿Los agentes van a encontrar a mi hermanito? -una lágrima se escapó por su mejilla, Valerio se quebró-

Lucrecia se quedó mirando fijamente a su esposo quien lloraba en aquel momento y secó sus lágrimas para luego bajar la mirada a los ojos de su hija. 

- Lo encontrarán mi amor, ya pronto estará con nosotros -aseguró con un nudo en la garganta- 

La niña se aferró más aún a su madre, algo que le daba un poco más de tranquilidad a Lucrecia. Finalmente la pequeña se durmió con los ojitos inflamados de tanto llorar. Valerio la acobijó y le dio un beso en la frente para salir de la mano de su esposa. 

Lu se recostó en el pecho de Valerio mientras caminaban y el rizado la abrazó. 

Tal vez de manera inconsciente llegaron a la habitación de su bebé, decorada de forma muy similar que la del pent-house en Nueva York. Estaba comenzando a atardecer y algunos rayos del sol traspasaban las cortinas blancas y daban luz a ciertas partes de la cuna ahora vacía del pequeño. Ese día comenzó soleado y radiante pero al atardecer se veía triste y oscuro. 

Lucrecia tomó el osito de peluche de la cuna de su hijo y sintió su olor, casi pudo escuchar su llanto. Pensó en si tenía frío o hambre, sus pechos comenzaban a doler ya hacía varias horas no alimentaba al niño. Se quebró una vez más y comenzó a llorar sin controlarse, se aferró a Valerio como si el mañana no existiera, el chico caminó con ella y la sentó en la silla donde solía amamantar al bebé, se arrodilló frente a ella. 

- Amor, nuestro hijo va a aparecer te lo prometo, así tenga que buscarlo yo mismo -la miró directo a los ojos mientras secaba sus lágrimas- 

- ¿Cuándo Val? ¿Cuándo? -preguntó con desesperación- Ya casi anochece y no tenemos ni una llamada, no tenemos una señal, nada de él o de Cayetana. 

- Lo resolveré amor, te lo juro -dijo con determinación besando las manos de su esposa- 

- ¿Y si no ha comido?¿si no lo ha cambiado? ¿tendrá frío? -en cada pregunta Lu dejaba escapar una lágrima más- 

- Lu, necesito que confíes en mi. Llamaré a Samuel y a Guzmán, ellos me ayudarán -Valerio presentía que Cayetana antes de llamarles los haría sufrir, pero no podía esperar más, el mismo debía buscar a su hijo- 

Valerio se levantó para buscar en su habitación un teléfono móvil que tenía en casos de emergencia. El agente había sido muy claro "nada de querer jugar a los investigadores", les aseguró que si trataban de tomar la justicia por sus manos el bebé correría peligro. Pero Valerio no esperaría más tiempo, su hijo estaba en manos de una psicópata vengativa y no se quedaría de brazos cruzados. Antes de salir de la habitación le dio un beso a Lucrecia.

- No quiero que te pase nada -la chica lo tomó por el brazo para detenerlo- 

- Estaré bien y traeré a nuestro bebé sano y salvo. Me importa una mierda lo que haya dicho la policía, no me quedaré esperando a ver si Cayetana quiere llamar alguna vez o no -dijo decidido- 

Lucrecia le dio un tierno beso en los labios, el chico salió a su habitación y sacó de un cajón otro celular del cual llamó a Samuel que casi muere de un infarto y a Guzmán que literalmente se levantó de un susto. Carla y Nadia se enteraron al momento, al amanecer estaría en España Guzmán y Nadia, mientras Carla y Samuel ya iban camino al hogar de los Montesinos. Como siempre estarían juntos y lo resolverían, o al menos eso intentarían. 



Todo lo prohibido (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora