Familia

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Pasaban los días y Valerio no recibía respuesta de Felipe, aunque no le sorprendía el tenía la esperanza, sólo la pequeña esperanza de que su corazón se ablandara un poco. Sin embargo, sabía que jamás aceptaría que justamente él, su hijo; le hubiese quitado al tesoro más grande que tenía, la niña de sus ojos a Lucrecia. Y aunque ni Lucrecia ni Valerio lo veía de esa manera, porque realmente Lucrecia sólo estaba haciendo lo que la hacía feliz, además que no fue ella quién decidió sacar a su padre de su vida, fue él quien no sólo la desheredó sino que se olvidó que existía. Felipe jamás lo vería de esa manera, para el Valerio siempre sería el depravado que le quitó a su hija, la chica de futuro brillante y heredera del emporio Montesinos. 

La boda de Nadia y Guzmán se acercaba y aunque Lu quería mantener su cabeza en eso, no podía dejar de pensar en el gran problema que tenía encima, con su hija pensando que su padre era su tío, y aunque si era su tío la niña no sabía aún el otro parentesco. Felipe sin cooperar, el que Valerio no tuviese los mismo derechos sobre la niña. Todo abrumaba a la chica. 

Era de tarde en casa de los padres de Guzmán, quienes darían una cena por la próxima celebración, la boda de su hijo. Al lugar habían sido todos invitados, padres de los ex compañeros del castaño y sus respectivas familias, entre ellos los Montesinos. Lucrecia sabía que esa noche debía encarar a todos, no iba a esconder que su hija era también de Valerio. Tampoco sabía como iba a reaccionar su padre si era que iba y se los encontraba allí. La morena se estaba terminando de arreglar cuando sintió un nudo en su estómago, salió corriendo al baño y comenzó a devolver la comida. 

- Lu amor ¿estás bien? -Valerio que venía entrando a la habitación escuchó a Lucrecia en el baño- 

La chica no respondió, seguía en el váter de cabeza y algo mareada. 

- Lucrecia voy a entrar -Valerio había esperado unos minutos del lado de afuera- 

El rizado abrió la puerta y la encontró muy pálida sentada al lado del váter, por supuesto acababa de vomitar hasta el agua. 

- Amor ¿Qué pasa? -la preocupación del chileno era evidente-

- Nada Val, sólo no me siento bien. Pero seguro fue algo del almuerzo que me sentó mal, ahora me lavo la cara y me maquillo otra vez, debemos estar en dos horas en casa de Guzmán -respondió tratando de no hiperventilar, el ataque de pánico estaba cerca- 

- ¿No iremos a tener otro bebé? -Valerio soltó una risilla mientras tocaba el vientre de su novia-

El realmente lo hacía para tratar de calmarla, pues notaba que Lucrecia estaba a punto de colapsar, la conocía más que nadie. Sin embargo, en un intento por romper la tensión Lucrecia se sintió peor volviendo a vomitar otra vez, esta vez casi no se controla antes de llegar al váter. 

- Amor tranquila, tranquila -repetía el chico mientras acariciaba la espalda de Lu- 

- No se si pueda ir así a la casa de Guzmán. Val ¿y si estoy embarazada? ¿y si no están funcionando los anticonceptivos? joder, no. Un problema más -Los ojos de la chica se tornaron llorosos- Val, yo no puedo embarazarme, no otra vez. No soportaría pasar por todo eso otra vez. ¿Y si no nace sano?, joder - se ahogó un grito silencioso y el ataque de pánico comenzó- 

- Lu, lu por favor respira conmigo -repetía Valerio culpándose por aquello- Yo también me estoy cuidando amor, tranquila. 

- Val no puedo no puedo -decía Lu entre sollozos- No puedo con todo esto, todo me está abrumando demasiado. 

Lucrecia hacía un esfuerzo sobrenatural por calmarse, Valerio la tomó entre sus brazos y sintió algo de paz. Respiró profundo dejándose fundir por el olor de su pecho. 

- Lo de Emilia lo vamos a resolver, te lo prometo. -Valerio aún no le contaba de su plan y le prohibió a Carla hacer mención del mismo- Si hacen algún tipo de comentario hoy pues sabes que yo te protegeré, no sólo a ti, sino a nuestra hija también, jamás permitiría que les hicieran daño. Y si de verdad estás vomitando no sólo por la presión sino porque estás embarazada lo resolveremos juntos, jamás te voy a dejar sola bonita -la apretó las a su pecho- 

Lucrecia ya estaba mucho más calmada, Valerio siempre había sido su refugio. 

- Siempre sabes que decir y como decirlo -lo tomó por el cuello entrelazando entre sus dedos los rizos oscuros del chico-

- Siempre voy a estar aquí para ti, para ustedes -respondió dándole un pico- 

Lu se levantó, se lavó la cara y se dispuso a maquillarse nuevamente. Si algo tenía Lucrecia Montesinos es que así se sintiera derrotaba debía sobre todas las cosas estar impecable. Terminó de arreglarse y fue hasta el cuarto de su hija quien estaba con Valerio. 

- Mami ¿te gusta cómo me veo? -preguntó Emilia dando una vuelta para mostrarle a su madre su vestido- Mi tío me ayudó a escoger mi ropa. 

La pequeña iba con un vestido fucsia que la había resaltar tu tono de piel, el cabello suelto y zapatillas blancas.

- Excelente elección mi amor ¿por qué no vas por una de tus bolsas mientras hablo un momento con Val? -propuso Lucrecia sonriendo- 

- Te ves hermosa -Valerio se acercó dándole un corto beso- 

Lucrecia iba impecable, con un vestido manga larga negro y zapatos de tacón alto que la hacía estilizar su figura aún más, con el cabello completamente liso y los labios oscuros. 

- Tú estas muy guapo también -involuntariamente se mordió el labio inferior- 

Valerio por su parte llevaba una camisa azul marino, con algunos botones abiertos que dejaban ver una cadena de oro con un dije y su marcado pecho, por el cual Lu pasó su mano con delicadeza y deseo, con un saco a juego y un pantalón gris.

- Tendrás que cerrarte un poco la camisa, me sentiré muy celosa si alguien más te ve así -Lu pasó nuevamente la mano por el pecho del chico y cerró un par de botones, este soltó una pequeña risilla y la besó en los labios-

- Amor, creo que antes de irnos debemos hablar con Emilia, es hora de que sepa la verdad -dijo transformando su rostro a seriedad pura- 

- ¿Estás segura Lu? -Valerio tenía muchas dudas al respecto- 

- ¿Estas tú seguro? es tu hija amor, también tienes derecho a decidir. Lo haremos si quieres -pasando la mano con delicadeza por la mejilla del chico, este pensó unos minutos y asintió- 

Estaban listos para hablar con Emilia, ese día se enteraría de la verdad sobre su familia. 


Todo lo prohibido (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora