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Atsushi estaba disfrutando de una creppa mientras miraba el atardecer en las bancas del puerto. Tenía la banca con algunas papas fritas y dulces. Era su hora de disfrutar, veía a la gente pasar, a las familias andar y de la nada. Se quedaron viendo, fue en el mismo momento, el azabache pasaba por allí y justo volteo a ver la banca cuando el albino tenía una dona en boca. Ambos se miraron. El azabache se había quedado detenido.

Hubo un silencio enorme, incomodo, Atsushi sentía que la dona iba a caerse así que fue el primero en moverse. Tomo la dona con sus dedos y la comió, el azabache se acercó y tomo una bolsa con dulces. Sin decirse nada se habían sentado uno al lado del otro a comer de ello. El único sonido era de la gente que pasaba hablando y sus bocas mordisqueando sus respetivos alimentos. El azabache no lo miro, ambos miraban el puerto pero fue el primero en hablar – Estos chocolates los compraba Dazai-san cuando hacia bien un trabajo, no me daba pero Chuuya-san siempre lo decía. Solía sentarse en un enorme escritorio de caoba, se quitaba su abrigo y disfrutaba de los dulces – sonrió ligeramente – fue bueno recordarlo

Atsushi no sabía si hablar o no, trago el resto de su dona y – Eso es bueno – respondió el albino.

Rashomon apareció, se sorprendió de ver a Atsushi, pues en está ocasión estaba dormido y solo respondió al llamado de su portador, para sorpresa de la habilidad y el albino. Atsushi fue tomado por su pierna y aventado al agua frente a ellos, claro, al mar. El azabache tomo los chocolates y solo se fue.

Atsushi salió de agua molesto y le miro irse – Igual le iba a decir que se los quedará ¿Por qué tenía que aventarme? – se quejó.

Miraba por donde subir de nuevo a puerto y miro a Rashomon acercarse. Miro a la misma dirección, el azabache estaba recargado en la barra de protección mientras Rashomon se acercaba. La habilidad se permitió tallarse con la mejilla del albino igual a un cachorro, lo tomo y lo alzo de nuevo.

Atsushi cayo de sentón en el pavimento mientras el azabache solo se alejó caminando tranquilo. Atsushi suspiro – a veces llegas a ser tan extraño – menciono viendo la espalda del mafioso.

"lo siento tigrecito" fueron las palabras de Rashomon cuando se tallo en su mejilla. Nadie lo había escuchado pero la habilidad lo sabía. Debía esforzarse un poco más 


...

Como hoy es mi cumpleaños les daré especial de esté y otro capítulo <3

Gracias por siempre estarme dando ideas para está y otras historias 

¡Gracias por leer!

Rashomon ShipperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora