Decido dejar de concentrarme en mi dolor de estómago y concentrar todo mi esfuerzo en sentir cada parte del resto de mi cuerpo, así que cierro los ojos y me enfoco en cada parte; mi cabeza apoyada en el espaldar de la silla, mis cabellos cosquilleando sobre mis mejillas mientras el viento que se filtra por la ventana los mueve despreocupadamente, mi boca tiene una pequeña sonrisa dibujada de la que no estaba consciente y mi corazón late fuerte y determinado en mi pecho, por primera vez no siento taquicardia o latidos irregulares, solo, emoción, alegría. Pero se siente bien, me siento ligera, es como si por primera vez ese peso extra que siempre percibo y que me hace querer adelgazar siempre un gramo más no estuviera ahí. Casi podría pasar por una persona normal, solo que mucho más delgada.
—No sé si has tenido muchas citas en tu vida Erin, pero, usualmente no te quedas dormida en medio de una. —Holden bromea y aun con los ojos cerrados, sé que me está viendo. Suelto una risita floja.
—Estoy haciendo un experimento. —Susurro mientras siento la vibración del viejo motor por todo mi cuerpo. Espero a que responda algo pero no dice nada así que abro un ojo curioso y lo observo al otro lado del auto, ha desacelerado un poco y me mira con una sonrisa curiosa que se extiende hacia sus ojos. Así que continuo. —Siento que la mayoría del tiempo las personas estamos en una carrera constante contra el tiempo. Siempre corriendo, siempre huyendo o buscando algo, pero nunca disfrutamos de las pequeñas cosas, atardeceres, amaneceres, el sabor del café o una buena canción. Así que, por una vez quiero, quiero poder disfrutar de esto.
—¡Bravo! —Dice Holden después de mi soliloquio. Yo solo me limito a bufar y negar con la cabeza mientras cierro los ojos de nuevo.
—Te estás burlando de mí. —Protesto y hago un puchero.
—De hecho, no. —Empieza a hablar. Puedo sentir como tomamos una curva en el camino, cada vez más cerca de ese lugar misterioso. —Es tal vez lo más hermoso que te he escuchado decir, pero, ¿Sabes una cosa? —Me llama la atención su pregunta formulada, así que vuelvo a abrir mi ojo perezoso para mirarlo.
—¿Mhm? —Murmuro apenas.
—A tu experimento le hace falta algo. —Suelta la mano izquierda del volante y la lleva a la vieja radio estéreo cubierta de polvo. Limpia el pequeño tablero mecánico con el pulgar y aplicando algo de fuerza bruta presiona el perno que trae el artilugio centenario de vuelta a la vida. —¡Música! —Después de un poco de estática y un par de manotazos técnicos el radio finalmente empieza a emitir sonidos a través del sistema de sonido arcaico de la van.
Dejo que el ritmo setentero invada mi cuerpo, desde las puntas de los dedos de mis pies hasta mis cabellos que ahora parecen bailar al ritmo de la melodía.
—¿Stevie Wonder? —Pregunto tratando de impresionarlo con mi casi nulo conocimiento musical.
—Nop. —Sube un poco más el volumen antes de contestar a mi pregunta. —Bill Withers. Mi buen amigo para los días felices.
—¿Entonces esta canción no es la de emisora de los viejos éxitos? —Bromeo y vuelve a negar con la cabeza. Deja que la canción termine y entonces, luego de otro par de manotazos logra sacar un viejo Casatte percudido, que seguramente en sus mejores tiempos fue transparente como el cristal y me lo entrega. En el rotulado y escrito con resaltador amarillo brilla el titulo "Song's For the Happy Days" y entiendo la referencia que hizo a su mismo casette hace un par de segundos. —¿Tu lo hiciste? ¿Tienes una para cada emoción? —Pregunto curiosa y apoyo confiada los pies sobre el tablero del auto mientras lo miro intrigada.
—Son, en realidad, una herencia familiar. Mi Papá me atrapó tantas veces tomándolos sin permiso que al final se dio por vencido y decidió regalármelos. —Sonríe de nuevo, pero esta vez con algo de nostalgia y entonces me doy cuenta de que no lo he escuchado nunca hablar sobre su padre.
—Debes saber mucho de música. —Asumo y lo traigo de vuelta al presente desde el recuerdo lejano que seguramente estaba teniendo. —¿Podría ver el resto alguna vez? —Pregunto un poco apenada, no quiero ponerme demasiado personal o intentar atravesar un límite que él no esté dispuesto a dejarme cruzar.
—Sé algunas cosas. —Dice en tono sugerente y levanta las cejas coqueto. Niego con la cabeza y me muerdo los labios mientras vuelvo la vista al casete entre mis manos. —Que podría compartir contigo alguna vez.
—Hablo de música, Holden. —Ruedo los ojos y vuelvo a poner el casete dentro de la radio para traer a la música de nuevo a la vida.
—¿De qué más puedo estar hablando, Erin? —Pregunta fingiendo inocencia. Este será un largo viaje si Holden no controla sus hormonas. Pienso y vuelvo a cerrar los ojos, de vuelta a mi experimento.
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Caída Libre. [TERMINADA]
Teen FictionLos maestros suelen decir que existen diferentes tipos de inteligencia: Hay inteligencia musical, artística, académica, intra e interpersonal, etcétera. Y Erin es una chica bastante inteligente, pero no entra en ninguna de esas categorías. La inteli...