9 (1/2) verdades hambrientas

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La bulimia y la anorexia, o Ana & Mía, como la mayoría de nosotras conocimos este mundo, no es como aparece en los blogs; el glamour, el estilo, el carácter etéreo y sublime del "estilo de vida" en el que nos sumergimos sin saber, no es más que una pantomima, un engaño, una vil mentira.
La admiración que sentimos por aquellas chicas Thinspo y nuestra falsa creencia de que ser delgadas arreglará todos nuestros problemas nos lleva a desdibujar quienes somos. Sin siquiera darnos cuenta el glamour desaparece y nos encontramos contando las calorías de la pasta dental, escondiendo la comida entre nuestra ropa, bajo la cama o en el armario hasta que esta se pudre y todos excepto nosotros nos damos cuenta del olor putrefacto, o del aspecto demacrado que adquirimos por la inanición.

Empezamos a notar cada vez más y más defectos, hasta que todo rastro de autoestima desaparece, solo podemos ver un monstruo y la única manera de hacer que ese monstruo del otro lado del espejo muera es matándolo de hambre.

Somos tanto víctimas como victimarios dentro de un círculo vicioso del que no podemos ni queremos salir, sabemos que está mal, no somos estúpidos, sabemos que podríamos morir por esto, pero el jugar con la muerte de esta manera, el hambre mortal nos produce euforia y un sentimiento de superioridad sobre las personas normales, a quienes empezamos a llamar débiles por sucumbir ante un placer tan estúpido como la comida e incluso empezamos a tenerles asco, a satanizarlos por obligarnos a caer en su círculo del infierno.

Nosotros estamos por encima de todos ellos, de todo esto.

La última vez que decidí poner algo en mi boca sin devolverlo es algo difusa para mí, e incluso más la última vez que comí algo decente. Los mareos ahora son mi pan de cada día y los moretones provocados por la ficción de mis huesos contra mi piel el complemento perfecto, siento esto de alguna manera extrañamente vigorizante, pues comúnmente y según los blogs de Ana y Mía que he estado visitando, la apatía es un síntoma común de los trastornos alimenticios y muy por el contrario yo siento que anímicamente estoy en mi mejor momento, igual que todos, incluso Holden, así que no quiero arruinarlo para ellos.

—¿En qué planeta estás? —Pregunta Maggie batiendo su regordeta palma frente a mi cara. —¿Podrías alcanzarme la bandeja de galletas, por favor? —Inquiere de nuevo y me fuerzo a volver a la tierra con los demás.

—Lo siento, estoy un poco distraída últimamente. —Murmuro y me sacudo el sudor de las palmas en los bolsillos antes de alcanzar a Maggie la bandeja metálica con más de quince mil calorías camufladas en pequeñas masas de harina y chocolate.

—¿Estas enamorada, tal vez? —Pregunta y me golpea amistosamente con su cadera haciendo que ruede los ojos.

Hemos formado un buen equipo, no solamente Holden y yo, sino que he convencido a Leo y Maggie de que se unan a nosotros en las tardes para terminar con todo lo necesario para la recaudación de fondos, me he empezado a sentir importante e incluso me he animado a dar mi punto de vista estético de los productos finales, podré no comer una migaja, pero tengo una gran agudeza visual. En dos días teníamos a W. Mandeville más llena de postres que de gente, así que decidimos trasladarnos a mi casa para darle al menos un poco de uso a la cocina equipada que no estoy dispuesta a usar para mi propia alimentación.

Mi padre está dichoso, piensa que soy una de esas personas que se van comiendo la mezcla mientras preparan galletas o algo así, y prefiero dejar que conserve esa imagen. Porque la realidad es muy diferente; Desearía poder decir que estoy comiendo algo, siquiera desearía poder insinuar que estoy comiendo y purgandome después, pero eso sería una gran y gorda mentira.

Holden ha empezado a sentarse con nosotras en el almuerzo, algunas personas juran que se está liando con Leo, y es gracioso, porque sus amigos lo felicitan como si se tratara de una gran hazaña; no se les ocurre pensar que pueda estar liado con la enferma, y prefiero mantenerlo de esa manera.

—Esto es maravilloso, Erin, muchas gracias. —Dice Holden a mis espaldas haciendo que una punzada de electricidad me recorra desde el Atlas hasta el hueso sacro. Me giro para poder observar su expresión, pero me encuentro de cara con una hoja blanca llena de palabras y una B++ bailando en tinta roja en la esquina superior derecha, es el ensayo que hice para él.

—¡Lo logramos! —Exclamo con emoción genuina y arrebato las hojas grapadas de sus manos para poder observar un poco mejor las notas al margen.

—Tu lo hiciste, Erin. —Admite un poco avergonzado mirando al piso. —Igual que todo esto. —Hace un vago gesto con sus manos englobando el aire. —La feria de hoy será todo un éxito. ¿Como podré pagarte? —Se acerca un poco a mí y puedo sentir las miradas curiosas de Maggie y Leo clavadas un poco, más bien, nada disimuladamente en nosotros.

—Prometiste encargarte de mi café diario, ¿Recuerdas? —Empujo gentilmente el ensayo sobre su pecho y sonrío tímidamente antes de escapar de su cercanía. Es muy temprano todavía para empezar con todo esto.

—Lo recuerdo, y cumpliré mi promesa. —Zanja el tema, ayudandome un poco y se pone a ayudarnos a terminar con los detalles.

Casi todo esta listo, tenemos un estante de madera que recuperamos del basurero y pintamos de color rosa, muy al estilo Leo, un mantel de cuadros y un arsenal inmenso de pasteles, galletas, bollos, brownies y demás comida de repostería. Lidiar con esto no es fácil, pero estoy a punto de salir invicta. 

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora