3 (3/3) Dolor de culo vecino

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-¿Cual es tu calle? -Pregunta luego de un par de minutos de recorrido, mirándome de reojo. Tengo que pensarmelo un par de segundos, rebusco en mi cerebro cetoadicto hasta que logro decir:

-Victoria Road. -Suelta una breve carcajada negando con su cabeza, disfrutando una broma interna.

-Victoria Avenue. -Me corrije y acelera, en menos de cinco minutos ya puedo reconocer las casas, Aunque frena a cinco casas de la mía.

-De hecho. -Empiezo a hablar. -Mi casa es la azul del final de la calle.

-De hecho. -Replica. -Mi casa es esta. -Señala con su cara a la casa de dos plantas, con la fachada blanca a mi izquierda. -Deberías entrar por una taza de café caliente. -Desabrocha su cinturón de seguridad como quien no quiere la cosa y al ver que no puedo moverme se inclina a desabrochar el mío también.

-¿Me estas jodiendo? -Pregunto enojada. Esto parece un mal episodio de una telenovela mexicana. El chico se ha convertido oficialmente en mi primer dolor de culo en este lugar.

-Yo tambien quisiera que fuera broma, pero no lo es. -Declara y al menos coincidimos en algo, al parecer, él tampoco me tolera. -Ahora, entra a casa y bebe algo caliente, puedes tomar un baño si quieres. -Se baja y no me espera mientras hace el camino hacia su casa.

-Tengo mi propia casa, ¿Sabes? -Digo bajando del auto, azotando la puerta.

-Como quieras. -Dice sin siquiera girarse a verme. -Buena suerte explicándole a tu padre tu pequeño paseo nocturno. -Sube las escaleras de su porche y desaparece detrás de la puerta de entrada, dejándola abierta. Tiene razón, haría demasiado ruido al entrar y poniendo la ropa en la secadora, además, caigo en cuenta de que no tengo una jodida idea de donde estan mis llaves, él debe tenerlas.

Apretando los labios, molesta, rodeo el auto y sigo su camino dentro de la casa.

Es una casa bastante hogareña, y siento un amigable calor al poner mis pies adentro; Las luces son cálidas e iluminan todo el lugar, con los pisos de madera, muebles color café claro y paredes amarillas pastel con fotos familiares colgando estratégicamente en marcos de madera. Me distraigo un poco mirandolas y preguntándome que tipo de fotos habrían en mi casa, siento que no ha habido mucho que celebrar los últimos años como para poner una foto que recuerde el momento, salvo tal vez del día que finalmente libere a mi madre de cargar conmigo.

-El baño está subiendo las escaleras. Puedes dejar tu ropa húmeda en el pasillo, la tomaré y la pondré en la secadora. -Dice y me extiende una toalla. No me fije en que momento apareció a mi lado, así que me toma un poco por sorpresa. Tomo la toalla un poco desconfiada, pero por su expresión puedo ver que él está tan incómodo como yo, y que quiere remediar lo que hizo.

-¿Después de eso me darás mis llaves? -Digo y sonríe algo desesperado. Pero después asiente. -Gracias. -Susurro y me hago camino al segundo piso por las escaleras, reconozco el baño y entro cerrando la puerta, me desnudo y me cubro con la toalla antes de abrir la puerta de nuevo para dejar el suéter empapado, lleno de ramitas, hojas secas y tierra sobre el piso del pasillo como lo indicó el chico.

De nuevo adentro me dirijo rápidamente a la ducha sin tomarme mucho tiempo para verme en el espejo, abro la llave de la ducha y le doy la bienvenida al agua caliente que me recorre la piel; me tomo la libertad de ponerme un poco de shampoo y gel de baño, veo como escurre lentamente toda la suciedad y cuando me siento limpia cierro la llave y salgo de la ducha secandome con la toalla.

Tres golpecitos en la puerta llaman mi atención y abro solamente asomando la mitad de mi cara. -Te traje ropa seca mientras la secadora termina. -Dice el chico entrgandome un saco de algodón color verde y un pantalón de sudadera gris. La recibo y vuelvo a cerrar la puerta para cambiarme antes de salir. La casa está inundada con un olor exquisito, pero no puedo relacionarlo con algo que haya probado antes y me entra un poco la curiosidad, bajo las escaleras y deambulo un poco antes de poderlo encontrar, está en la cocina y se gira al verme.

-Hola. -Me saluda y vuelve su mirada a la estufa, sacando la tetera del fuego. -Hice un poco de té, por si quieres antes de ir a casa. -Luce un poco apenado, pero lo disimula bastante bien.

-Estoy bien, gracias. -Responde mi anorexica interna, pero me siento demasiado débil. -Prefiero comer ahora que llegue a casa. -Digo mi respuesta predeterminada con bastante naturalidad, hasta yo podría creerlo. Paso a su lado y me siento en las sillas de la barra de la cocina.

-Serviré un poco de todas maneras, en caso de que cambies de opinión. -Dice, llena un segundo pocillo con agua caliente, pone la bolsita cuidadosamente y lo acerca a mi dejándolo sobre la barra. -No tiene azúcar, su sabor se desprende netamente de la hoja seca, es una delicia.

-Es lo más inglés que te he escuchado decir. -río y lo hago sonreir tambien, aunque no responde nada, solo toma asiento al lado mío y empieza a tomar de su taza.

Es solo una taza de té Erin, no veneno para ratas. Me reprocho a mi misma y luego de un par de minutos de pensarlo, le doy un sorbo. Él no dice nada, solo sigue bebiendo, no me agradece por comer o me dice que soy una persona valiente, no me alaba como lo harían las demás personas y siento que puedo relajarme un poco, suelto la respiración que no sabía que tenía contenida y me permito sentir el aroma del té frente a mi, de disfrutar su sabor, y me siento feliz de poder hacer esto a mi modo al menos una vez.

Durante el resto del momento no cruzamos palabras y es solo cuando la secadora timbra anunciando que terminó el ciclo que me percato de todo el tiempo que ha pasado, ¿Media hora, tal vez? Levanto la mirada que estaba fija en la taza de té casi vacía, y puedo fijarme a través de las cortinas que la noche ha empezado a aclararse y puedo oír como algunas aves han empezado a cantar, anunciando la llegada de un nuevo día. Debo volver pronto.

Él se levanta y desaparece tras la puerta, volviendo con mi ropa seca, la pone sobre mis piernas y retira mi taza vacía. -¿Quieres más? -Niego con la cabeza y me pongo de pie caminando al baño para volver a mi estado natural, con mi ropa. Es solo cuando me estoy quitando la ropa que me percato de que su olor ha quedado impregnado en mi piel, es fresco, con un ligero toque de menta y lo que parece un poco de dulce de mora que supongo adquiere en la pastelería, me gusta, aunque intento no olerlo demasiado.

Cuando bajo de nuevo lo veo parado frente a la puerta sosteniendo las llaves en alto. Me aproximo a él lentamente y toma mi mano, extendiendola, poniendo las llaves en mi palma.

-Siento mucho lo que pasó hace rato. -Dice y aprieta un poco mi mano antes de soltarla, su mano es cálida pero no sofocante y me gusta como se siente al tacto. Me tomo un poco de tiempo para poder apreciar su cara, los rizos han vuelto a su lugar sobre su frente, ya no está pálido y por primera vez puedo notar unas pequeñas y tímidas pecas sobre tu nariz y mejillas, sus labios están rosados por la taza de té caliente de hace unos minutos y sus ojos verdes brillan por la luz, lucen bastante apenados.

-Hace falta más que un río crecido y furioso para matarme. -Le digo y aparto mi mano de la suya llevando las llaves a mis bolsillos. -Ha sido algo de lo más interesante que me ha pasado últimamente. -Mi dicho lo hace reír y niega con la cabeza. -Bien, gracias por el té, y por la ropa. -Señalo a mi sueter seco y abro la puerta.

-Supongo que no sería muy feminista de tu parte dejar que un opresor te escolte a casa. -Dice y ahora es él quien me hace reir.

-Estamos en silent Hill, a menos que alguien de La Orden venga a por mi, creo que estaré a salvo en mi travesía de media calle hacía mi casa. Gracias. -Salgo por la puerta y siento sus pasos detrás de mí.

-¡Soy Holden, por cierto! -grita y me percato de que no tenía idea de su nombre hasta hace dos segundos, y que durante toda la noche me referí a él como "el chico".

-Soy Erin. -Me giro por un instante para decirlo, dando un par de pasos en reversa y luego me giro de vuelta siguiendo por mi camino a casa.

Vaya noche.

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora