15 (3/5) Pijamadas de cuidados intermedios

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He logrado que me dejen quedar una noche más para salir del hospital directo al aeropuerto. No puedo volver a Victoria Avenue, no puedo volver a estar cerca de Holden así que decido que mi última noche sea en la habitación de cuidados intermedios en compañía de Leo y Maggie. Estamos en medio de una pijamada de cumpleaños-despedida que teníamos pendiente.

—No puedo creer que te tengas que ir. —Dice Maggie con pesar mientras le da un mordisco a su pizza de pepperoni. —Digo, no es como si Maudsley no fuera una buena clínica. Podrías quedarte y podríamos visitarte de vez en cuando.

Siento que es mi deber contarles a ellas al menos la razón de mi partida, así que acomodando una almohada entre mis piernas suspiro pesadamente y abro la boca. —Yo pedí Renfrew.

—¿Te quieres ir? —Pregunta Leo. —Diablos corazón, que fue lo que pasó.

Suspiro y entonces lo dejo salir. Liberándome.

—Holden fue becado en la UCL.

—Sigo sin ver el problema. —Dice Maggie y me mira con sus ojos cafés completamente atentos mientras mastica lentamente.

—Iba a renunciar a la beca por quedarse en Holmes Chapel... Conmigo. Estaba amarrado a mi.

—Oh. —Dicen ambas al mismo tiempo, entendiendo todo de repente.

—Te vas para que pueda tomar la beca. —Dice Leo.

Incapaz de hablar, asiento con la cabeza mirando a mis manos sobre mi regazo.

—Además, no quiero arruinar el lugar. Tengo muy buenos recuerdos aquí. No puedo procesar el ser alimentada y engordada en contra de mi voluntad en el mismo lugar donde... —Mi voz se apaga de a pocos, pero logro decir. —Fui feliz.

—Oh, chica. —Dice Leo y llega hasta mí, dándome un abrazo de oso.

—No hay nada que te haga cambiar de opinión, ¿Verdad? —Dice luego de soltarme.

—El vuelo es a las siete de la mañana. —Susurro.

—Me imagino que él no sabe que te vas. —Afirma Maggie.

—Ni siquiera sabe por qué dejé de hablarle.

—Wow, wow. Ve un poco más despacio, ¿no piensas hablar con él?

—No estoy de ánimo para tener de nuevo esa conversación, chicas. —Puntualizo siendo amable. —Voy a hacer lo que mejor sé. Irme.

Ambas intercambian miradas desconcertadas pero guardan silencio.

—Al menos promete que cuando salgas nos dejarás visitarte. Nos vendría bien un poco de sol de verdad. —Dice Maggie luego de un rato.

—Y un par de chicos musculosos y bronceados. —Sugiere Leo haciéndome reír.

—No creo que hayan de esos en Renfrew, Leo.

—No tienen que ser pacientes, tonta. Puede ser algún enfermero guapo. —Sus ojos se iluminan con la idea. —Un guapooooo y bronceado enfermero con uniforme ajustado...

Maggie le lanza una almohada.

—Estas soñando despierta de nuevo, Leo. Controla tu útero. Dios. —Mi risa se vuelve una carcajada sonora y ellas me acompañan.

—Dios, qué haré sin ustedes. Nunca pensé encontrar... Amigas reales. —De repente mi tono se vuelve triste y ambas llegan a mi cama para abrazarme.

—No. Nada de lágrimas. —Dice Maggie. —Encontraremos la manera de vernos.

—Tal vez el verano que viene. —Ofrece Leo y la ilusión florece en mi estómago. Entonces, un brote de curiosidad aparece en mi.

—¿Que harán el año que viene? —Pregunto.

—Espera a oír esto. —Empieza Maggie emocionada. —Yo fui aceptada en la escuela de administración de Roehampton y Leo... —Hace una pausa y le da paso con sus manos, como poniendo un reflector imaginario sobre su figura.

—Estia Models me firmó hace dos días. —Anuncia emocionada. —Juro por Dios que en dos años tendré mis propias alas de encaje.

—¡Oh por Dios! —Exclamo emocionada. —Serás una modelo de Victoria 's Secret, no tengo la menor duda. —La abrazo y ella se pone de pie caminando de puntitas hacia la puerta y de vuelta, como en una pasarela.

No tengo la menor duda de que ellas llegarán lejos. Maggie tal vez podría ser su agente y Leo, la cara bonita con cuerpo despampanante que camina por pasarelas en tacones de veinte centímetros y lencería de tres mil dólares.

—Ustedes llegarán muy lejos chicas. —Las abrazo a ambas, sintiendo su amor.

En serio las voy a echar de menos.

—Tu también lo harás, lo que sea que el destino tenga para ti, será grande. Además debemos ser de esas amigas que viajan a un lugar distinto del mundo cada fin de semana. —Leo me dice y por un momento creo que puede ser verdad.

Está es una verdadera segunda oportunidad y no puedo dejarla pasar. La vida no puede ser tan mala como para que la muerte se convierta en una buena idea.

A las cuatro de la mañana Phoebe entra por la puerta interrumpe nuestro cotilleo de chismes post-graduación:

—Siento interrumpir chicas, pero Erin debe venir conmigo, debemos descanalizarla y hacer su valoración final.

Y así como en la Cenicienta, es como se rompe la magia en mi cuento: Leo y Maggie deben marcharse de nuevo a casa y yo me dirijo de nuevo con Phoebe a la sala de pesaje, repitiendo la rutina de todos los días: evaluación de temperatura, frecuencia cardíaca, reflejos y el infaltable peso y talla. 

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora