13 (1/4) Cólicos nerviosos

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Los cólicos han vuelto con más intensidad que antes y no logro saber porqué. Haciendo un recuento de las últimas dos semanas me encuentro a mi misma comiendo con un poco más de frecuencia y disfrutando de los experimentos culinarios de Leo, que con sus semillas de chía y ajonjolí ha logrado mejorar mi salud intestinal despertando mis células peristálticas con más frecuencia.

Los laxantes son ahora cosa del pasado y he logrado dejar de pesarme frenéticamente escondiendo la balanza con llave bajo el lavabo, y a decir verdad la vida es fabulosa así.

No puedo decir que ahora soy una persona saludable pues mi ingesta calórica aún es demasiado deficiente con solo una porción de fruta y café al desayuno y algo de pollo y verduras al almuerzo la mayoría de veces, pero ey, al menos lo estoy intentando.

Así que, descartando los cólicos menstruales y los provocados por un exceso de laxantes inútiles, los atribuyo a los nervios que me invaden mientras termino de subir el cierre del vestido prestado que voy a llevar al baile, cortesía de Leo y zapatos cortesía de Maggie. No voy a decir que me siento como una princesa, o como una de esas actrices de películas adolescentes cuya vida gira exclusivamente en torno a un baile, porque sería patético. A decir verdad muero por ponerme uno de mis suéters de viejita y un par de zapatillas, pero sería la burla de la escuela entera y tanto Leo como Maggie me asesinarían sin pensarlo.

Así que, aquí estoy, sentada en el sofá de mi sala esperando por Holden para ir al dichoso baile, pero más que esperar por él para ir a movernos al ritmo de alguna canción lenta entre adolescentes hormonales, estoy esperando para saber los resultados de su aplicación a la UCL, según mis cuentas el resultado debió llegar hoy y he tratado de escribirle un par de mensajes sin sonar intensa, pero no me ha respondido ni uno solo y eso no hace más que acrecentar mis nervios.

¿Habrá Sido admitido? ¿Lo habrán rechazado?

Dios, necesito saberlo ahora.

Espero pacientemente un par de minutos más hasta que me doy cuenta que estoy caminando de un lado a otro en la estancia.

—Ey, respira. No debe tardar mucho más. —Dice Arthur secando los platos y obligándome a salir de mi trance nervioso. —Ademas, estás empezando a marcarme.

—Lo siento, papá. —Digo y me aliso la falda con cuidado antes de volver a tomar asiento.

—Ya te dije que estás bellísima, ¿Verdad? —Pregunta y me hace rodar los ojos.

—Tres veces y contando. —Suspiro en un tono mordaz a lo que él responde levantando sus manos en señal de rendición para volver a los trastes en total silencio.

Entonces, finalmente suena el timbre.

—Te lo dije. —Dice mientras me lanzó casi instintivamente sobre la perilla de la puerta para abrirla de un solo jalón.

—Hola. —Saludo tímida mientras me doy un momento para observarlo. Tiene un esmoquin gris oscuro a la medida, una camisa blanca recién planchada y un corbatín negro. Me recuerda un poco al pingüino de happy feet. Se ve tan guapo.

—Estas bellísima. —Dice en un suspiro sorprendido y me entrega una margarita.

—Oh, no, campeón. —Anuncia mi padre obligando a Holden a mirarlo por encima de mi hombro. —Buscate tu propio cumplido, ese es mío.

—Me lo ha dicho cuatro veces ya. —Le digo abriendo los ojos un poco desesperada y lo hago reír. Hay algo diferente en su mirada, luce un poco más cansada, su sonrisa deslumbrante no alcanza del todo sus ojos y me preguntó si tendrá algo que ver con la UCL.

—Ya se me ocurrirá algo entonces. —Afirma y tiende su mano de forma caballerosa. —¿Lista para juntar nuestros cuerpos al ritmo de la música? —Pregunta y le ofrezco mi mano llegando a él.

—Por supuesto. —Miento. La verdad no tengo muchas ganas de hacer eso, solo quiero estar allí un rato y luego escapar a cualquier otro lugar.

—Pues espero que no estén tan juntos. —Carraspea mi padre haciéndonos girar. —Puede que mañana cumpla diecisiete, pero es un bebé aún, así que conserva tu distancia.

—No sabía que cumplirías años mañana. —Me dice disimuladamente, pero detecto cierto enojo en su voz.

—Sorpresa. —Susurro, tratando vagamente de aligerar el ambiente que se ha vuelto demasiado tenso de repente.

La verdad es que mi cumpleaños no es para nada especial, nunca me ha gustado celebrarlo, sobretodo porque era siempre una nueva oportunidad para que Arthur me decepcionara.

Recuerdo que hace dos años, durante mi cumpleaños número quince nos dejó a mi madre y a mi tiradas en un centro comercial al otro lado de la ciudad por una urgencia en su trabajo.

Tuvimos que caminar de vuelta con Aura por más de nueve kilómetros hasta que logramos llegar a un paradero de autobús donde hubiera una ruta que nos sirviera para volver a casa. No fue una experiencia nada agradable.

—Bien, diviértanse chicos. Y Holden... —Lo llama para darle una última recomendación. —La quiero de vuelta a las doce y media.

—Pierda cuidado señor, aquí estará.

Me despido con la mano y arrastro a Holden rápidamente fuera de casa, necesito un poco de aire decembrino.


Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora