—¿Qué estamos haciendo aquí, Holden? Si alguien nos ve podríamos ir presos. —Me invade un miedo tremendo y quiero salir corriendo.
Holden ignora por completo mi pregunta y da un par de pasos hacía atrás, tomando impulso.
—La fría mañana del nueve de julio de 1982 un joven llamado Michael Fagan se atrevió a hacer historia abriendo el primero de los agujeros de este búnker, como tu has decidido llamarlo, e incluso tuvo la fortuna de hablar con la reina un par de minutos. —Me mira y entonces puedo ver sus ojos bailando de emoción mientras yo palidezco de pánico.
—Holden, no bromees, eso fue hace casi cuarenta años, y... seguramente lo hizo de noche, está gente podría incluso dispararnos si nos ven ahí.
—No, el uso de armas de fuego contra civiles está prohibido en Inglaterra. Además después de él siguieron casi veinte personas que lograron entrar aquí, y lo único que tuvieron que hacer fue saltar. —Cuando termina su frase mira su reloj un par de segundos y con una sincronización impecable corre hacia la reja y la pasa cuando empiezan a sonar las campanas que indican el cambio de guardia del medio día.
—No puedo hacerlo. —Digo casi sin poderme oir a mi misma por el segundo campanazo que resuena a mi alrededor.
—Te quedan diez oportunidades más. —Habla del otro lado y me mira, sabiendo incluso más que yo misma, que si puedo hacerlo.
Las campanas suenan una y otra vez aturdiendo mis sentidos y siento que pasan increíblemente rápido; diez, nueve, ocho, siete.
Durante la campanada seis hago mi primer intento y fracaso estrepitosamente causando un estruendo aterrador viniendo de la reja pero gracias al cielo es convenientemente cubierto por el sonido de la campana.
—No puedo Holden. No puedo hacerlo. —Siento que mis pies están anclados al suelo. Y que no se van a mover de ahí jamás, incluso siento que me están saliendo raíces.
Cinco, cuatro.
—Imagina que estás huyendo, imagina que detrás de ti está toda la mierda que te consume y que para estar a salvo solo tienes que saltar la cerca.
Entonces tomo una respiración profunda, todo lo demás palidece a mi alrededor, el tiempo se detiene y trato de ubicar detrás de mí a mi peor enemigo, a la persona que más me ha hecho daño, que me ha roto el corazón en mil pedazos. Un corrientazo me recorre la médula ósea y sé que ya puedo visualizar a esa persona, así que me giro brevemente para enfrentarle. Espero encontrarme a Sophie, quien ha sido la única capaz de romperme el corazón junto con mi padre cuando decidió alejarse de mí, espero también encontrar a Elizabeth, la maestra que me humilló frente a todos, a las compañeras que me miraban y murmuraban por lo bajo sobre mis kilitos de más e incluso a mi madre por anteponer su trabajo antes que a mí. Pero en lugar de eso, solo logro verme a mi misma, a mi cuerpo demacrado y pálido, encorvado desnudo sobre un retrete entre la penumbra, expulsando sangre mezclada con bilis por la garganta incapaz de detenerse o de percatarse del daño que se está haciendo, que me hago a mi misma.
Mi visión extremadamente real me hace soltar un grito ahogado, entonces la chica que estoy viendo se detiene y me devuelve la mirada con los ojos inyectados en sangre y las pupilas dilatadas por el cólera que le produjo haber sido descubierta. Solo en ese momento siento verdadero pánico y empiezo a correr, a correr hacia la reja.
Tres, dos.
Uno.
Cuando suena la última campanada mis pies corren a toda velocidad y mis manos se aferran con fuerza a la parte más alta de la reja frente a mi para poder impulsar mis piernas al otro lado en un movimiento casi acrobático de media luna.
Con el desvanecer del eco tardío de la última campanada mis pies tocan la grava y las piedritas minúsculas seguidas por un silencio sepulcral.
—Eso fue increíble. —Dice Holden y corre a abrazarme celebrando nuestra victoria.
—Estaba huyendo de mi misma Holden. —Susurro todavía en shock ante la imagen aterradora de esa chica esquelética que me miraba como si estuviera poseída. Agradezco estar aún entre sus brazos, de lo contrario siento que podría desvanecerme. —Parecía un demonio, me veía tan, tan, muerta. —Susurro al final a falta de un mejor calificativo. —No me veo así, ¿O si? —Me separó brevemente y lo miro aterrada, esperando su respuesta y él parece tener que pensárselo bien antes de responder.
—Pálida y más delgada de lo normal, tal vez, pero eso ya lo sabes. —Hace una pausa para tomar una respiración y continua. —Pero muerta jamás. De hecho es todo lo contrario. Jamás había conocido a alguien con más vitalidad o ganas de estar aquí, que tú. Eres increíble. Y yo el chico más afortunado en la faz de la tierra. —Me vuelve a abrazar y lo sostengo con fuerza hundiendo mi cara en su pecho mientras inhalo su fragancia.
—Jamás había hecho algo así. —Digo luego de un rato, rompiendo nuestro abrazo cuando ya me siento más tranquila, estoy sorbiendo por la nariz y limpiándome las lágrimas. Ni siquiera sabía que estaba llorando o cuánto tiempo llevamos abrazados.
—¿Me vas a decir que no hiciste gimnasia olímpica alguna vez? Parecías Nadia Comaneci allá arriba. —Me mira escéptico y sorprendido a la vez.
—Bueno, fui porrista de los nueve a los trece, creo que eso cuenta para algo. —Digo como si no fuera nada, pero para Holden es toda una revelación.
—Eso no me lo esperaba. —Dice y puedo ver a través de sus ojos como añade una pieza más al rompecabezas.
—Si no me crees puedo hacer una pirueta. —Le digo y le doy un empujón con el hombro mientras finalmente nos movemos del piso y empezamos a explorar.
El olor del ambiente ahora es una mezcla de muebles viejos, flores y suelo húmedo. Es como estar en casa de mi abuela durante el invierno, aunque casi todo Inglaterra huele así.
—Necesito saber qué aroma de Fresh Air es ese y porque es tan popular entre los ingleses. —Bromeo y Holden rueda los ojos.
—Bromear sobre lo anticuado y viejo de Inglaterra en Holmes Chapel es una cosa, pero, ¿En la misma casa de la reina? Podrían acusarte de traición.
Me hace reir pero a falta de una mejor respuesta cierro mis labios con una llave imaginaria y la arrojo entre los arbustos que nos rodean.
ESTÁS LEYENDO
Caída Libre. [TERMINADA]
Novela JuvenilLos maestros suelen decir que existen diferentes tipos de inteligencia: Hay inteligencia musical, artística, académica, intra e interpersonal, etcétera. Y Erin es una chica bastante inteligente, pero no entra en ninguna de esas categorías. La inteli...