1 (2/2) Bienvenida a Silent Hill

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Lo primero que percibo es el aire frío con aroma a ciudad que se cuela por mis fosas nasales y abro los ojos. Aun estoy dentro del avión y las luces del techo me ciegan momentáneamente. Al girar mi cabeza observo a mi padre aun dormido, ausente de toda preocupación, pero su postura y su rostro son más rígidas de lo que alguna vez recuerdo. Y me siento malditamente culpable por eso. Abre los ojos repentinamente y me encuentra mirándole, así que me remuevo incómoda en mi puesto y carraspeo un poco antes de hablar. –Uhm, estaba a punto de despertarte. –Me sonríe y endereza su silla.

–¿Hemos llegado al fin? –pregunta y yo asiento antes de que la señorita de la aerolínea haga su aparición por los altavoces. No escucho nada de lo que dice, estoy demasiado distraída en las correas de mi cinturón que está atascado en mi cintura. Afortunadamente no tardo tanto en desabrocharlo y puedo salir del avión sin contratiempos de cara al aire gélido que echa mis cabellos hacia atrás con mis manos agarrando firmemente las correas de mi mochila. Suspiro pesadamente antes de poner mis pies en el suelo. –Bienvenida a Inglaterra.- mascullo para mi misma.

Mi padre, Arthur, es un contratista de tiempo completo, y ha trabajado en lugares que ni siquiera sabía que existían, me envió postales de todos ellos. A pesar de la distancia ha sido un buen padre aunque ha estado un poco ausente, más de lo que me gustaría admitir, pero no lo culpo por querer una mejor vida para mi. Se que hizo lo posible por estar presente en ocasiones importantes como navidades, cumpleaños y aniversarios, pero al final esa ausencia terminó pasándole factura a su matrimonio con Aura, mi madre, y desde su divorcio hace cinco años, lo veo un poco menos cada vez. Así que si bien está era mi oportunidad de escapar, también es su última esperanza para recuperar un poco el tiempo conmigo, solo espero que tome las cosas con calma y me de un poco de espacio.

Una vez fuera del aeropuerto el viaje a casa nos toma poco más de dos horas, estoy cansada de estar sobre mi trasero, los huesos me tallan y estoy desesperada por un baño. Este viaje se me ha hecho mortalmente largo y a decir verdad el paisaje no está cooperando conmigo, todo árboles y neblina, no puedo ver a más de cinco metros frente a mi, es algo así como Silent Hill pero versión inglesa, con té y una reina reptiliana.

–Me dijeron que era verano. –dice Arthur con tono burlón mientras me echa un vistazo por el retrovisor.

–Gracias a Dios traigo mi bloqueador y mi traje de baño. –le sigo el juego y logro hacerlo sonreír un poco, lo cual me hace sentir un poco más aliviada. No responde nada, sino que vuelve a fijar su mirada en la carretera y el resto del viaje transcurre en silencio, aunque en un ambiente mucho más ligero.

Segundos más tarde el letrero de bienvenida al pueblo llama mi atención, y no sé si mi padre va a dos kilómetros por hora pero veo todo con demasiada claridad, es como una advertencia, o una sentencia de muerte; Holmes Chapel es una pequeña villa en Cheshire a dos horas de Londres con poco más de mil ciento quince habitantes, bueno, supongo que ahora serían mil ciento diecisiete. Y ya saben lo que dicen, pueblo pequeño, infierno grande. Espero no arrepentirme de venir a este lugar.

Todo es demasiado... inglés aquí, casas con porches enormes y techos de ladrillo, algunas remodeladas en su interior para ser tiendas o cafeterías, pero sin dejar de ser discretas, todo rodeado de arboles, bosque y maleza, no sería extraño encontrar un par de lagos cerca, Dios, juro que aquí sería demasiado sencillo desaparecer un cuerpo, es como el Disneylandia de un asesino en serie.

Papá dijo que era Otoño, y claro, estamos a la mitad de Octubre, pero tengo que abrazarme y frotarme los brazos constantemente para asegurarme de que sigan ahí. De camino a casa no me percaté si estaba lloviendo pero el piso está húmedo y huele a tierra mojada y pasto recién cortado, de inmediato sé qué me va a llevar tiempo acostumbrarme a esto.

Una vez dentro de Silent Hill, mi padre decide hacer nuestra primera parada. Al principio veo una casa de una sola planta con paredes color crema y techos de ladrillo color ocre, y me digo que es imposible que sea la casa para un contratista, es cuando me fijo que en un costado de la casa, pintado a mano hay un letrero: W.Mandeville Grocer & Baker, es una pastelería, y mi padre quiere llevarnos a comer.

Oh no.

–Pensé que sería una buena idea comer algo antes de llegar a casa, si yo tengo hambre no imagino como debes estar tu. –Dice cuando ve mi cara de preocupación por el retrovisor. ¿Cómo voy a salir de esto?

Se me revuelven las tripas. Es lo que menos quiero hacer en este momento, aunque pienso que sin contar el café cortado que vomité hace más de doce horas, no he comido nada decente en un buen tiempo.

–Podríamos pedir para llevar, y comer mientras desempacamos y vemos algo de Denzel Washington. – Digo y sonrío en mi vago intento de persuadirlo. Me siento sucia por usar al actor favorito de papá para engañarlo y llevarlo a casa, pero no tengo otra opción. ¿Quiere que coma? Bien, lo haré, pero me rehusó a hacerlo en público; odio que la gente me vea comer. Además, si logro convencerlo de ir a casa será mucho más sencillo devolverlo después.

Sonríe y sé que por un momento me cree, pero después sacude su cabeza y mira hacía el suelo por un segundo. Cuando me vuelve a mirar sus ojos son fríos aunque su sonrisa siga allí.

–Suena genial cariño, pero... sería aún mejor conocer el lugar como verdaderos turistas: por el estómago. –palmea suavemente su vientre y suelta una risita. Es el "vas a comer ahora." Más gentil que he escuchado, me siento más como una persona que como una enfermedad por primera vez en varios meses y aunque sé que no podré escapar de esta, supongo que podría al menos intentarlo por esta vez.

Antes de que pueda responder, Arthur desabrocha su cinturón y baja del auto rodeándolo hasta mi puerta para quitar el seguro para niños que no me había percatado hubiera puesto en primer lugar, ¿En serio va a seguir poniendo el seguro para niños? No es como si fuera a saltar del auto en movimiento, de nuevo. Además, esa vez el auto estaba casi quieto y no estábamos en la autopista, pienso en mi defensa.

–Gracias, papá. – sonrío falsamente y bajo del auto caminando hacia la discreta puerta de la pastelería.

Esto se va a poner feo.

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora