—¿Quieres morir? —Pregunta en un susurro, su voz intenta sonar calmada, pero puedo sentir su lastima.
—Nunca he intentado suicidarme, si eso es lo que quieres saber. Nunca he sido capaz de ir más allá. —Aclaro y busco muy bien las palabras que voy a usar a continuación. —Pero, a veces siento que estoy dejándome ir de a poco, ¿Sabes? un kilo a la vez.
—El suicidio es cobardía. —Suelta de repente y parece molesto.
—No te voy a pedir que cambies de opinión, Holden, pero, siento que hace falta valentía para dejarte ir sin saber que hay más allá. ¿No te daría miedo saltar de un acantilado hacia el océano sin poder ver la altura que te separa de las olas?
—¿Que? Claro, Claro que me daría miedo. —Se apresura a decir.
—Algo así es el suicidio, es aterrador, pero, solamente las personas valientes pueden hacerlo al final. —Su silencio es inquietante. —Siento si dije algo que no debía.
—No te disculpes por dejarme conocerte, Erin. Al contrario, Gracias por abrirte conmigo.
—Siento que me va a costar caro, ¿Sabes? —Hablo puedo ver un signo de pregunta marcado en su expresión así que decido explicarme de una vez. —Usualmente cuando las personas me conocen de más tienden a alejarse de mi.
—Tal vez las personas bronceadas de California lo hagan, yo prefiero ser puesto en otro grupo, gracias. —Responde y me causa una sonrisa.
—¿En el grupo de los parientes cercanos de los Cullen? —Bromeo por su nada cálido tono de piel.
—Eso es ofensivo. —Finge estar molesto mientras se cruza de brazos y mi sonrisa se ha vuelto casi una carcajada.
—Esta bien niño bonito, calma, no queremos dañar tu ego. —Le palmeo la espalda y me doy cuenta de que es más ancha de lo que aparenta. —Ahora es mi turno de preguntar.
—Creo que se está haciendo tarde y mañana tenemos escuela, recuerda que empieza la recaudación de fondos para la graduación. —Se excusa para evadir mis preguntas, cambiando el tema, lo cual me parece una jugada muy sucia.
—Oh, ¿A dónde vas niño bonito? Mi casa, mis reglas. —Enfatizo y lo detengo de nuevo por la camisa, obligándolo a sentarse de nuevo. —Además se me hace injusto que se me niegue el poder de acudir a un interrogatorio violento para conocer a mi amigable vecino.
—¿Serás la policia mala? —Pregunta y me mira con una sonrisa pícara en los ojos. ¡Santo Dios!
—¡Eres perverso! —Le doy un codazo y suelta una de esas carcajaditas tiernas que suenan como música para mis oídos. —Deja de coquetear conmigo y coopera Evesham. —Lo escudriño y me aclaro la garganta antes de continuar.
—¿A quien llamabas cuando estábamos en la colina? —Su risa aminora aunque no pierde la sonrisa, lo que indica que no le incomoda mi pregunta.
—A mi hermana Emma. Estaba muy angustiado y le llamé para pedirle ayuda.
—¿Ella sabe de mi? —Pregunto sorprendida. Él sonríe como escondiendo un secreto.
—Algo, si. Sabe lo del río. —Me abofeteo mentalmente, seguramente me conoce como la suicida. —Dice que te traigo mala suerte. —A decir verdad no me esperaba para nada esa respuesta, así que suelto una carcajada incrédula.
—Creo que tiene razón sobre la suerte, solo que se equivoca de proveedor. —Contesto y Holden me mira con sus ojos verdes bien abiertos, atento.
—Tu no me has traído mala suerte, siento que eres lo mas lindo que me ha pasado por un tiempo. —Sus palabras despiertan de nuevo ese cosquilleo en mi interior pero no me permito vivirlo mucho tiempo, sino que mi trastornada interna toma la palabra.
—¿Porque? —Pregunto en un susurro, Holden no parece entender mi pregunta. —¿Que puedo tener yo? Digo, mírame, estoy enferma y por favor no pretendas hacer como si no lo vieras, porque es lo primero que ven todos, la niña anoréxica.
—Como dije antes, Erin, prefiero ser clasificado en otro grupo de personas. —Se encoge de hombros quitándole importancia. Me extraña que no se haya espantado con mi confesión entre líneas, digo, por más evidente que sea, admitirlo frente a alguien siempre genera reacciones de lástima, tristeza y falsos intentos de apoyo, por lo cual su respuesta me ha dejado fuera de lugar a mi. —¿Quieres saber lo primero que vi en ti?
—¿Alguien que iba a suicidarse? —Pregunto refiriéndome a nuestro encuentro del puente.
—Nop. —Enfatiza. —Te conocí dos semanas antes ¿Lo recuerdas? En la Pastelería. Recien llegada. —Sonríe con el recuerdo y yo me siento aún más avergonzada, recuerdo mi actitud de ese día. —Tienes el carácter y la determinación más grandes que haya visto alguna vez, aunque eso lo comprobé después, ese día no fuiste muy amable. —Se burla de mí y yo quiero esconderme bajo una piedra.
—Lo siento. —Me excuso mientras me tapo la cara brevemente con el dorso de mi mano.
—Me las cobrare después. —Advierte viéndome de lado, aunque su rostro tiene una sonrisa que acompaña su gesto. —En fin, en lo primero que me fijé fue en tu presencia, en esa manera de estar. No fue tu cuerpo, nada remotamente relacionado con tu físico, fuiste tú, tu esencia.
Simplemente no puedo responder a esto, no sé qué decir, así que me limito a mirar mis manos entrecruzadas sobre mi regazo.
—Dime algo, por favor. —Súplica y apoyando su dedo índice en mi barbilla me obliga a mirarlo.
—No sé qué decir Holden, gracias, creo. —Es todo lo que sale de mi, pero instantáneamente me invade una idea que necesito desechar, así que la sacó de mi cabeza de una vez: —No creas que vas a poder cambiar lo que soy, no creo en la magia de que el amor lo cura todo, ¿Okay?, lo que soy es lo que ves.
—No planeaba hacerlo, Erin. —Sonríe y entonces sin más preámbulos me animo a acercarme a él. Entonces lo recuerdo: vomité hace menos de media hora, así que, de la misma manera en la que me acerque decido alejarme. No quiero darle una mala impresión, así que prefiero guardar este momento para cuando haya comido una menta antes, al menos.
—Lo siento, no será hoy. —Susurro y él se ve bastante decepcionado.
—Tomate el tiempo que necesites. Hasta ese entonces seguiré siendo tu amigo. —Concluye y se pone de pie, caminando de nuevo hacia mi ventana.
—¿Ya te vas? —Pregunto, mi voz suena igual que su aspecto. Decepcionada.
—Tengo que terminar todo para la recaudación de fondos del viernes. Seré el pastelero oficial del fin de curso. —Cierra la cremallera de su chaqueta y se pone la capota de algodón, el frío allá afuera es insoportable.
—Suena como mucho trabajo. —Apunto y asiente sin pensarselo dos veces.
—Espero que Callahan me deje entregar el ensayo la otra semana. —Tuerce la boca y de repente se me ocurre una forma de ayudarlo.
—¿El ensayo de Hermenéutica? —Pregunto para cerciorarme mientras camino hacia mi escritorio y busco entre mis notas. —Lo entregue por adelantado la semana pasada, y no está tan mal, puedes cambiar el orden un poco y así tendrás tu ensayo listo mañana. —Estiro el trabajo ya calificado en su dirección y el lo toma entre sus manos precavido.
—¿Que no está mal? —Dice viendo la calificación en marcador rojo brillante. —Sacaste nota perfecta, Erin. No puedo plagiar tu trabajo. —Entonces lo rechaza y me lo devuelve, me decepciona un poco que no lo acepte, solo quiero ayudarlo, pero me gusta su honestidad.
—Bueno, puedo hacerlo parecer una B+, ¿Que opinas? —Ofrezco de nuevo y espero de verdad que acepte mi oferta.
—¿Porque quieres ayudarme? —Pregunta confundido.
—No sé si tenga el concepto equivocado, pero eso hacen los amigos, Holden. —Me encojo de hombros.
—Prometo compensarte. —Suelta después de pensárselo un rato, parece apenado pero me alegra que haya aceptado.
—Tu solo encargate de mi café diario y estamos a mano. —Estrechamos nuestras manos cerrando nuestro acuerdo y se va justo por donde entró, dejando su esencia tras de él en mi pequeño cuarto, y un estómago lleno de explosiones y fuegos artificiales.
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Caída Libre. [TERMINADA]
Teen FictionLos maestros suelen decir que existen diferentes tipos de inteligencia: Hay inteligencia musical, artística, académica, intra e interpersonal, etcétera. Y Erin es una chica bastante inteligente, pero no entra en ninguna de esas categorías. La inteli...