5 (2/2) ¿Estás siguiéndome, Holden?

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Después del almuerzo nos dirigimos a nuestra última clase del día; educación física. Leo y Maggie me han explicado que para que todos los estudiantes puedan disfrutar de las instalaciones del colegio han decidido enfocarse en un deporte cada semestre, el primero fue voley, lo cual agradezco porque mis débiles antebrazos hubieran sufrido. El segundo fue Gimnasia, y me da lastima porque es algo en lo que soy buena, y la mejor parte es que no tengo poner ningún esfuerzo en ello pues de chica solía ser porrista. Durante el tercer periodo, después de Julio, vieron el clásico baloncesto, donde mis muñecas hubieran sufrido también.

—Vale, entonces son: Vóley, Gimnasia, y Basket, dejenme adivinar, ¿Este es fut? —Pregunto tratando de adivinar, mientras vamos de camino tras el edificio de los laboratorios.

—¡No! —Exclama Leo. —Y me hubiera encantado romperles las pelotas a los machos de este lugar. Es Natación. —Bufa y se cruza de brazos. No puede ser verdad, pienso, tendré que usar bañador, ¡Joder! —Nos obligan a hacer clavados, nado de mariposa, de pecho y de espalda.

—Joder, ¡No puedo meterme a una piscina! —Exclamo de nuevo y me detengo en seco. Ellas me miran extrañadas. Así que respondo: —No sé nadar. A penas conozco el nado de perrito. —Miento de nuevo y ellas ríen.

—¿Cómo es posible que alguien de Cali no sepa nadar? —Pregunta Maggie incrédula pero divertida. —Por hoy estas salvada, a no ser que tengas tu traje de baño bajo el uniforme. —Niego con la cabeza y ríen de nuevo arrastrándome dentro del enorme salón de azulejo y vidrio.

—Bienvenida a mi clase, señorita Lash. —Me saluda la profesora cuarentona de ojos color miel y cabello castaño rizado peinado hacia atrás en una coleta llena de gel, viste una sudadera azul oscura con toques morados y unas zapatillas, típico de profesor de educación física. —Soy la entrenadora Julie Rumel. —Saluda mientras mis compañeros están cambiándose la ropa.

—Soy Erin, pero creo que usted ya lo sabe. —Digo mientras pongo mi maleta en el suelo.

—Sanders me contó de ti. —Dice y se aclara la garganta. —Supongo que no has traído tu traje de baño. —Me mira por encima de su planilla mientras lee algo. Espero que no sea algo sobre mí.

Niego con la cabeza.

—Bien, supongo que esta clase nos dedicaremos solo a la teoría de la natación. Aunque... — Se pausa y me mira un poco más detenidamente. —Me gustaría iniciar con tus medidas corporales. Es para el seguimiento individual que hacemos de los estudiantes. —Puede que sea verdad, pero la manera en que lo dice me hace sentirme un poco prevenida. No me he pesado desde que llegué aquí y hoy no parece un buen día para hacerlo, pero supongo que no tengo una escapatoria.

Empieza con mi altura y mi perímetro de cintura: 1.60 metros y 56 centímetros respectivamente. Espero que no se me olvide para poder anotarlo en casa. Antes de venir tenía dos centímetros menos de cintura, y me siento horrendamente asustada de que no sea por los centímetros extra de la jardinera y el resto del uniforme.

Mientras la señora busca la balanza me estoy estrujando el cerebro buscando una excusa para no subir, pero me siento acorralada.

Necesito ayuda divina para salir de esta.

después de unos minutos y con mis compañeros ya listos para entrar a la piscina la docente sale del cuarto de implementos furiosa y roja.

—¿Quien de ustedes fue el gracioso? —Pregunta y los estudiantes parecen nerviosos mirándose los unos con los otros. Se voltea y parece que mis medidas corporales han quedado en segundo plano. —Ten, dime cuanto pesas. —Me entrega el aparato y se gira de nuevo para regañar a mis nuevos compañeros. —¡El cuarto de implementos no es un jodido motel! —Exclama furiosa mientras les enseña el empaque de condón usado que ha encontrado adentro.

Me rio un poco aliviada y divertida de la situación, mientras me subo y me bajo de la balanza sin siquiera detenerme a ver el número. Estas cosas suelen estar descalibradas por la cantidad de personas que lo usan, así que si lo uso puede que el número sea muy bajo y me ilusione o muy alto y me provoque un ataque de ansiedad.

Recojo el aparato del suelo y lo pongo de vuelta en el pequeño cuarto, mientras hago cuentas de un peso estable pero creíble para que la entrenadora se quede tranquila al sacar el IMC, 45 Kilos suena como un buen número.

—Fueron cuarenta y cinco Kilos, entrenadora. —Le digo para que solo ella escuche y me mira después de anotar el número en su planilla.

—Estas un poco baja de peso. —Dice y maldigo por hacer las cuentas mal, debí haber dicho 48, que estupida. Pero al menos ella me cree, si tan solo supiera mi peso real. —Investiga en la biblioteca todo lo que puedas sobre natación, reglas, tipos de nado y dibujalo, puedes entregarlo mañana si quieres. —Me dice y mira brevemente a los adolescentes frente a ella. —Déjame con estos mocosos.

—Sí, señora. —Digo y recojo mi maleta antes de volverme hacia ella de nuevo. —Pero mire el lado bueno; Al menos usaron condón. —Le digo y suelta una risita antes de girarse y seguir regañando a los jóvenes llenos de hormonas frente a ella.

Mientras camino hacia la biblioteca intentando y fallando epicamente en no perderme, me debato internamente entre completar mi camino y hacer mis deberes o salirme de la escuela e irme a casa, pero, no me gusta estar en casa en primer lugar, así que decido hacer lo que se me ordena por una vez en lo que parece ya bastante tiempo. ¡Este lugar es enorme! Con un olor característico a libros viejos, polvo y madera. Me agrada.

Saludo a la bibliotecaria de cabello rojo y lentes de gato con sujetadores de cuentas y me dirijo a la zona de los computadores sentandome en la esquina, junto a un estante dedicado a la segunda guerra mundial y no puedo evitar echarle una ojeada a los títulos ordenados alfabéticamente, es una mina de oro, pero no puedo distraerme, así que desbloqueo la máquina prehistórica frente a mi y me pongo a ello.

—¿Escapando de la señora Rumel? — Preguntan a mis espaldas y reconozco su voz al instante. Dios.

—¿Estás siguiéndome, Holden? —Pregunto sin disimular mi fastidio o siquiera girarme en su dirección mientras termino de dibujar la posición de nado de mariposa en mis apuntes .

—O tú estás escapando de mi. —Contesta al instante mientras veo de reojo como sonríe y se sienta en la silla de madera junto a mí. Este chico es desesperante.

—¿Qué estás haciendo aquí? —Pregunto y lanzo mi lápiz un poco demasiado fuerte sobre la mesa antes de girar mi vista en su dirección. Él se asusta y se aleja un poco.

—Solo quería saber... — Empieza a hablar tímido de repente, pero lo interrumpo.

—¿Querías saber si estoy pensando en lanzarme por un balcón? —Suelto elevando un poco la voz. La bibliotecaria atrás de mi nos silencia. —Escucha, Holden. —Empiezo a hablar claro y lento, tal vez así pueda entenderme. —No necesito tu lastima. Tu y yo no somos amigos, ni siquiera conocidos. Estoy convencida de que tienes mejores cosas que hacer que vigilar a un fantasma. Ahora si no te molesta, estoy intentando estudiar. —Termino de hablar y tomo el lápiz de la mesa para terminar el dibujo, ignorando por completo al chico de cabello desordenado junto a mi.

Nos siguen un par de segundos eternos, él viéndome dolido con los labios apretados en una fina línea y justo cuando pienso que va a decir algo solamente se pone de pie y se aleja de mi.

Excelente.

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora