11 (7/7) Hablemos de Holden

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—Apresurate Holden, no me quiero perder el atardecer. —Le insisto mientras conducimos hacia el oeste, donde se oculta el sol.

Cuarenta y seis minutos después nos encontramos en un pequeño pueblito llamado Stanford-Ie-Hope y Holden conduce por carreteras que bien podrían llevarnos al fin del mundo.

—Llegamos. —Dice y apaga el ruidoso motor. El ambiente es muy diferente al de la ciudad, hay granjas por todos lados, pasto amarillo y un ambiente salino que se cuela por mis poros y juro que escucho agua corriendo en algún lugar.

Nos bajamos del auto y lo sigo un par de metros a pie en medio de la tierra húmeda que poco a poco se convierte en arena gris y piedras redondas. Me ha traído a la playa. ¿Puede este día ser mejor?

El paisaje es frío, pero la magnificencia que ofrece a la vista es imposible de ignorar, el mar frente a nosotros es opaco y se mece con suavidad a nuestros pies pero está tan calmado que parece un espejo, refleja los rayos del sol y los tonos púrpuras y rojos en el cielo. No hay autos, ni turistas, es hermoso.

Se me escapa un pequeño suspiro mezclado entre el asombro y el congelamiento de mis extremidades próximas y Holden no lo pasa por alto. Corre rápidamente a la van, trae una pequeña manta a cuadros y la pone delicadamente sobre mi espalda.

—Gracias, Holden. —Sonrío y lo tomo de la mano caminando la poca distancia que nos separa del mar para sentarnos a la orilla. —Este sin duda ha sido el mejor día de la vida. —Apoyo mi cabeza en su pecho justo como en la colina y me acurruco entre sus brazos en silencio hasta que el último rayo de sol se hunde en el horizonte.

Sus dedos me acarician la espalda confortablemente y levanto mi cara para verlo un poco mejor. Se ve un poco sombrío a la luz de la luna pero esa chispa tan suya sigue presente y me siento cada vez más atraída hacia él. Me doy cuenta que me ha pillado mirando, así que me revuelvo incómoda en mi posición.

—¿Que? —Pregunta divertido.

—Te ves lindo, es todo. —Me siento ligeramente avergonzada así que me escondo aún más entre su pecho. Entonces su mano libre me alcanza y con su pulgar me obliga a mirarlo de nuevo, estamos tan cerca de nuevo.

—Y tu te ves preciosa. —Su cercanía me estremece y siento el impulso de besarlo otra vez. —¿Podría besarte? —Pregunta mientras me acaricia la mejilla y me hace reír.

—Claro que si, tonto. No tienes que preguntarlo. —Humedezco mis labios y me acerco a él tiernamente. Entonces aun congelados de frío juntamos nuestros labios en un beso calmado y suave que logra calentar hasta la fibra más pequeña de mi ser.

Mis estomago es un volcán de sentimientos, siento mariposas, cólicos, calor y frio y me siento mareada por un momento, es como si estuviera drogada. No sé porque esperé tanto para hacerlo. Porque me resistía tanto a sentir esto, si en definitiva es una de las mejores sensaciones de la vida. Suspiro cuando al fin nos separamos y siento que va a ser imposible separarme de él.

—Juguemos tres preguntas. —Digo de repente sacándolo de sus cavilaciones internas. Definitivamente lo tomo por sorpresa. —Yo empiezo. ¿Qué quieres hacer después de la escuela?

Se lo piensa un rato, tratando de encontrar las palabras para su respuesta.

—No lo sé. —Dice solamente, pero sé que esta mintiendo.

—Anda. Dime. —Le insto y le empujo tiernamente con el hombro, él mira al piso y sonrie amargamente.

—Envié una solicitud. —Ya lo suponía. —a la UCL, pero aún no tengo respuesta, tal vez solo pueda pagar algunas clases en la Universidad de Glyndwr durante el siguiente verano mientras sigo en la panadería, o no sé. Quería estudiar medicina. ¿Puedes creerlo? soy muy iluso por creer que... En fin. —Da un sonoro suspiro y se queda mirando la arena haciendo circulitos con los dedos. ¿Solo envió una solicitud?

—¿Tu madre sabe? —Pregunto y niega de inmediato.

—Quería participar por la beca al mejor examen de admisión, y pensé que al no contarle a nadie, si fallaba... No pasaría nada. La citación al examen debió llegar hace dos días. No tengo nada. —Su pesar es evidente, y yo me siento culpable por no saberlo, por ni siquiera preguntarle, porque en mi infinito egoísmo solo he podido concentrarme en los laxantes que no han tenido efecto en mí, y en cuanto peso puedo perder en un día.

—Lo siento, no tenía idea. —Alcanzo su mano inquieta y la tomo entre mis dedos helados, tratando de ofrecerle algo de calma.

—No tenías porque, como te conté, no le dije a nadie, ni siquiera a Emma. Solo a papá, cuando visité su tumba la semana pasada. —¿Su padre está muerto? ¡Dios! no puedo creer que no supiera nada de esto. Soy una persona despreciable. —Bien, te queda una pregunta más Erin, aprovéchala sabiamente.

—Cuéntame de ti, de tu familia, de tu padre. Por favor. —Lo miro suplicante y mi petición lo toma por sorpresa, sus ojos se iluminan y me da ofrece una sonrisa deslumbrante incluso estando casi a oscuras.

—Wao. Bien... Ehm, ¿Que te puedo decir? —Se aclara la garganta y continua. —Soy Holden Evesham, tengo diecisiete años, Mi madre se llama Annah y es enfermera en el hospital de Holmes Chapel, mi hermana Emma se fue hace un par de años, después de que papá murió, solo viene a casa por navidad y año nuevo. Es maestra. Y papá... —Su voz se quiebra un poco pero logra recobrar la compostura. —un gran tipo, su nombre era Eliah, un invierno vino tarde a casa, pescó un resfriado y luego no lo fue. Ehm, murió por complicaciones de pulmonía hace tres años. Y como podrás verlo para una madre soltera es un poco difícil pagar las cuentas, incluyendo... Colegiaturas y universidades.

—Lo siento. —Me disculpo de nuevo y lo abrazo esperando que eso pueda reconfortarlo un poco. —Gracias por compartir eso conmigo.

—Pierde cuidado Erin, gracias por escuchar. —Me besa los nudillos de las manos y se da cuenta de que están a punto de cristalizarse por el frío así que con mi mano aún cerca a su boca me calienta con su aliento y me sostiene aun más fuerte. Nos quedamos así cerca de cinco minutos más hasta que escucho un casi imperceptible timbre dentro de su bolsillo

Con su mano libre saca el móvil del bolsillo, casi me olvido de que yo también tengo uno, así que lo imito y me atrevo a encender la pequeña pantalla LED. Son las ocho de la noche, tengo diez llamadas perdidas de Arthur y tres amenazas de muerte si no llego a casa en media hora.

Nuestra burbuja se ha roto.

—Arthur me va a matar. —Digo y me pongo de pie, Holden siguiéndome los talones.

—y Annah me matará a mí. Cree que te estoy exponiendo a un riesgo innecesario. —Declara y llegando al auto me ayuda a subir antes de volver al puesto de piloto.

—¿Tu madre sabe de mi? —Inquiero elevando mi voz unos cuantos decibeles.

—No es fácil esconder lo mejor que me ha pasado en la vida. —Me ofrece una sonrisa tímida y sabe que no puedo resistirla, así que victorioso enciende el auto y devuelve nuestros traseros a Holmes Chapel.

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora