10 (4/5) ¿Cómo sabes que me gustan las margaritas?

368 32 3
                                    


-Ha llegado tu principe en su noble corcel -Dice Leo animada y da saltitos a la ventana para fisgonear entre las cortinas. -¡Madre Mïa! - Exclama y se cubre la boca.

-Sea lo que sea que hayas visto, por favor no arruines la sorpresa. -Le digo y sonrío mientras la amonesto con el dedo índice. Se gira y sin poder ocultar la sonrisa lleva su mano derecha hacia sus labios sellandolos con una llave imaginaria que arroja en mi dirección. Finjo atraparla y la guardo en mi bolsillo.

Me empiezan a sudar las palmas así que tengo que limpiarlas contra mi falda plisada. -Creo que ahora si tengo nervios. -Carraspeo y leo se abalanza sobre mí, divertida.

-Creo que me puedo dar cuenta. -Me toma por los brazos confortandome. -Todo saldrá bien, es solo Holden. -Si tan solo supiera que para mi no es "solo" él, sino "todo" él.

Bajo las escaleras a toda velocidad y abro la puerta de la entrada antes de que Holden golpee, lo veo de espaldas a mi acomodando su cabello revuelto sobre su frente, viste un par de pantalones negros con tenis algo sucios y desgastados, un saco de vestir negro y un hoodie color gris. Ha tratado de vestirse elegante para la ocasión sin ocultar su esencia, es un lindo detalle. Seguramente no ha escuchado que he abierto la puerta así que tengo que carraspear para que gire en mi dirección, cuando lo hace sus ojos verdes se abren casi imperceptiblemente y puedo ver como controla sus maxilares para que su boca no caiga abierta también, bajo mi mirada casi cinco grados y puedo ver una pequeña y fragil margarita bailando entre sus dedos. ¡Me ha traído flores!

-¿Cómo sabías que me gustaban las margaritas? -Pregunto y cierro la puerta tras de mí caminando hacia él.

-Veo como las dibujas en las esquinas de tus cuadernos para que no se vean las orejitas de perro de las hojas dobladas. -Sonríe tímidamente y extiende la flor en mi dirección. -Hola. -Saluda mientras tomo la pequeña flor entre mis manos, casi protegiéndola.

-Hola, Holden. -Saludo de vuelta en un suspiro. -Estas muy elegante. -Sonríe de nuevo y puedo ver como se pone un poco rojo.

-Y tu hermosa. -Me mira fijamente y es mi turno de ponerme roja, siento la tensión aumentando entre nosotros así que casi que me siento en la responsabilidad de lavar la cursilería.

-¿Qué te puedo decir? No hay nada que mis buenas amigas Macy's y Maybelline no puedan arreglar. -Tomo los pliegues de mi falda de rebajas entre mis manos y me muevo al ritmo del viento de un lado a otro por unos tres segundos, logro hacerlo reir. -Así que, ¿A dónde vamos? -Pregunto curiosa.

-Lejos. -Sentencia y toma mi mano libre. -¿Lista? -Pregunta y veo la emoción bailando en sus ojos.

Niego con la cabeza. -No, Holden. Que miedo. -Chillo y él suelta una carcajadita empezando a conducirnos a la ya tan conocida van de la panadería.

Me abrocha el cinturón como la primera vez después de abrirme la puerta y rodea el carro para subir por su puerta casi bailando. A duras penas puede ocultar su emoción.

-Espero que el Mc Donalds esté abierto. -Dice mientras trae el motor a la vida y yo palidezco. Me observa por un eterno segundo evaluando mi reacción y luego suelta una sonora carcajada. Se está burlando de mi.

-Eres un imbécil. -Rezongo y le doy un codazo. -Y yo espero que hayan servicios de urgencias cerca, por si me reinicio.

-Ya he tenido eso en mente, descuida. -Me mira de nuevo picaramente y me hace voltear los ojos.

Algo que me gusta de estar con él es que me siento libre de hablar de cualquier cosa, de poder ser el desastre que soy sin miedo a ser juzgada, que a pesar de bromear sobre mi enfermedad y sobre mi estado no siento que se esté menospreciando, sino que él me ve como algo más que un cuerpo vacío, un alma rota y una mente dañada, él solamente... me ve.

-¿A dónde me llevas por el amor de Dios? -Pregunto casi sin poder aguantar la intriga.

-Lejos, Erin. Ya te lo he dicho. -Sonríe de nuevo, misterioso y fija su vista en la carretera. -No puedo permitir que te conviertas en una campirana. Tu cara pide a gritos algo de ciudad.

Llevo mi mano derecha a mi pecho y hago una mueca de dolor.

-¿Insinuas que me estoy convirtiendo en una campesina? -Pregunto fingiendo ofensa. -Espera a que mis gallinas se enteren de esto. -Bromeo y logro sacarle una pequeña carcajada mientras gira al final de la calle ciega para volver y salir, puedo ver un pequeño temblor en su mano derecha mientras gira el volante, y el leve tono colorado de sus mejillas. Está nervioso y por alguna razón me parece adorable.

El día de hoy tiene un ambiente que nunca había percibido antes, estando en Silent Hill seguimos cubiertos de niebla densa y un frío que me cala los huesos, sin embargo puedo ver el sol brillando entre las nubes sobre nosotros y hasta diría que puedo agarrar algo de calor si me concentro. El rocío salpica toda la vegetación que nos rodea y lo hace un ambiente casi festivo, como si fuera diciembre, como si hubiera esperanza, esperanza de un final feliz.

-Quiero que todo sea perfecto hoy. -Me sorprende Holden hablando entre los dientes casi para sí mismo.

-Oh, Holden. -Me escucho a mi misma responder. -Lo perfecto está sobrevalorado. -No sé que me sorprende más después de lo que acabo de decir: El hecho de haberlo dicho convencida de ello, o la cara de Holden mientras lo digo.

-¿Sabes que? -Pregunta y me da una mirada de aprobación mientras nos movemos a toda velocidad por la carretera. -Tienes razón. Es mejor si solo... pasamos un buen rato. -Sonríe en mi dirección y vuelve a la carretera.

En realidad lo único que deseo en este momento es que los malditos cólicos provocados por el bisacodilo me dejen en paz para poder tener una buena tarde y no desmayarme en el transcurso del día, ya que al parecer se está volviendo una costumbre bastante propia de mí.

Caída Libre. [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora