Somos los últimos en la fila, y veo el momento en cámara lenta, como si estuviéramos en camino al purgatorio, lento, pero inevitable.
—¿Y sus gafetes? —Pregunta el joven guardia, y no sabemos qué responder. No hay salida.
—Los hemos debido dejar en... —Empieza a hablar Holden pero su nerviosismo nos delata.
—¡Ustedes no tienen! ¡Se colaron! ¡Alto, alto ahí! —Dice el joven y empieza correr hacia nosotros tocando un silbato y antes de que me de cuenta me encuentro huyendo del palacio corriendo con todas mis fuerzas mientras Holden me sostiene de la mano y me guía a través de las calles.
—¡Corre, Erin! ¡Corre, no te detengas! —Me grita por encima del ruido de la calle The Mall mientras esquivamos a los autos que corren en dirección contraria y a las personas que miran desconcertados como somos perseguidos por cuatro soldados novatos de la guardia real.
—¡Deténganse! —Dicen a nuestras espaldas, pero lejos de hacerlo obligamos a nuestros pies a ir más rápido.
Decidimos escabullirnos por el parque de Saint James y en poco más de siete minutos salimos por la esquina suroeste hacia la calle Birdcage Walk que da de cara al famoso Big Ben.
—Bienvenida a la cuarta parada. —Dice Holden sin aliento mientras seguimos corriendo hacia el río, cuando pasamos la esquina frente al enorme reloj giramos brevemente a la izquierda y encontramos uno de los muelles turísticos. Nos lanzamos escaleras abajo y compramos los últimos tickets disponibles para el bote turístico que está por salir.
Pasamos los torniquetes casi saltándolos y justo después de que subimos alejan la compuerta del barco que nos comunica con tierra firme.
Los guardias están a un par de metros, tratando de hacerse paso entre la gente.
Nadie parece notar la escena más que nosotros así que guardando silencio esperamos que la pequeña embarcación se aleje lo suficiente como para poder soltar la respiración. Holden me sostiene por la cintura demasiado fuerte.
—¡Ey! ¡Detengan ese Barc... —Cuando el Guardia eleva la voz entre las personas es bruscamente interrumpido por el ruido del motor rugiendo y la sirena del barco indicando el inicio del recorrido. Para cuando termina de sonar ya nos encontramos demasiado lejos y la cara de abatimiento del joven guardia nos dice todo. Hemos logrado escapar, así que celebrando nuestra victoria elevo mi mano derecha y me despido con una sonrisita sarcástica en el rostro antes de mandarle un besito en el aire.
—No puedo creer que lo hicimos. —Dice Holden completamente estupefacto.
—Habla por ti, yo ya no siento mis piernas. —Le digo y hago una mueca de dolor.
—Mira el lado bueno. —Habla y me guiña un ojo. —Recorrimos tres paradas en menos de veinte minutos. —Lo miro extrañada. —Buckingham, El Big Ben y el Tamesí. —Los enumera con sus dedos y me doy cuenta de que tiene razón, estamos en la quinta parada.
La vista es espectacular desde el río y aunque huele un poco a suciedad me las arreglo para verle el lado bueno. Las aguas turbias a nuestros pies nos arrastran con velocidad pasando por algunos de los lugares más importantes de la ciudad, así que me giro de espaldas a Holden para poder ver con más atención; el Tower Bridge, el palacio de Westminster y otros castillos y torres que no sé cómo se llaman.
—¿Y entonces? —Dice Holden acercándose peligrosamente a mi oreja, haciendo que un escalofrío me recorra de pies a cabeza. —¿Logré cambiar tu visión de Inglaterra? —Pregunta y deposita un besito en mi mejilla que me hace perder la concentración.
—Solo un poco. —Logro decir al final pero le doy una gran sonrisa.
—Ven, aún falta algo que quiero mostrarte. —Empezamos a hacernos paso entre la gente y esperamos un par de minutos a la siguiente parada. Cuando tocamos tierra firme nos aseguramos de caminar con cautela y en cuanto podemos entramos al metro tomando la línea Northern que nos lleva a la parada Camden Town y en menos de treinta minutos estamos ahí.
—¿Es la parada de Harry Potter? —Pregunto cuando llegamos a un pequeño callejón lleno de personas con toga y máquinas de humo.
—No pudiste haberlo dicho mejor. —Dice y me toma de la mano antes de introducirnos por el pequeño espacio atestado de gente.
Cuarenta minutos después salimos por el mismo lugar uniformados con bufandas y un par de cervezas de mantequilla que saben exquisitamente delicioso.
—Tal vez ahora sí vea las películas en serio. —Bromeo y lo tomo de la mano. Caminando sin prisa alguna por Camden viendo a los artistas callejeros tocar y cantar a nuestro alrededor, nos dirigimos a pie a donde habíamos estacionado el auto en la mañana.
El sol ha empezado a ocultarse y nos ofrece unos espectaculares tonos naranjas, rojos y violetas mezclados como un regalo divino.
—¿Holden? —Lo llamo y se detiene mientras me observa con cuidado. —¿Ya vamos de regreso? —Pregunto y hago evidente mi pesar.
—Eran seis paradas, ¿Verdad? —Pregunta, pero nota que algo no está del todo bien. —¿Qué sucede, Erin?
Exponiéndome al riesgo de parecer infantil o loca me permito responder esa pregunta siendo lo más sincera posible:
—Solo. —Balbuceo tímida al principio. —Solo no quiero que este día se acabe.
Sus ojos se transforman y me miran con ternura y una sonrisa comprensiva llega hasta sus labios.
—Supongo que podemos hacer una parada más. ¿A donde quisieras ir? —Me pregunta y retomamos el paso.
Es difícil contener mi emoción así que dando pequeños saltitos le respondo que me gustaría ver el atardecer en un lugar tranquilo.
—Primero promete que no te desmayaras. —Bromea recordandome a aquella vez que subimos colina arriba y en la que terminé inconsciente sobre su regazo.
—Después de hacerme correr casi kilómetro y medio huyendo de la autoridad y sin siquiera un poco de agua, no puedo prometerte nada.
—No tuvimos agua, pero si cervezas. —Señala los vasos helados llenos de cerveza de mantequilla en nuestras manos y los choca, haciéndolos tintinear en un brindis improvisado. —Creo que tengo un lugar a donde podemos ir, ver conmigo.
Terminamos el trayecto hacia la camioneta y nos ponemos en marcha hacia el lugar misterioso de Holden mientras cantamos canciones de Fleetwood Mac que sorpresivamente recuerdo haber aprendido de algún lugar.
ESTÁS LEYENDO
Caída Libre. [TERMINADA]
Teen FictionLos maestros suelen decir que existen diferentes tipos de inteligencia: Hay inteligencia musical, artística, académica, intra e interpersonal, etcétera. Y Erin es una chica bastante inteligente, pero no entra en ninguna de esas categorías. La inteli...