Mein Liebling

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Austria x México

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---¿Te han dicho... Que tienes unos ojos hermosos? ---Juan dejo su caballito (vaso de tequila) al escuchar aquella pregunta y volteo a su derecha encontrándose con un hombre tal ves unos años mayor que él. Lo miro rápidamente, era de cabello castaño y unos ojos color amatista... Realmente preciosos.

---¿Así? ¿Y cuánto tiempo llevas mirándome para saber eso? ---Preguntó con un ligero tono de burla. Había ido al bar a tomar un trago después de tan pesado horario laboral... Pero no pensó que algún idiota se acercará a él a coquetear... ¿Debería decirle que solo tenía 18 años? Y aunque el hombre a un lado suyo no era tan atractivo, debía decir que sus ojos llamaban su atención.

---Solo un poco... Lo note cuando te vi entrar. ---Comentó este que sostenía una copa de vino tinto. El moreno vio como una pequeña pero temblorosa sonrisa aparecía en el rostro ajeno. Juan volvió a servirse otro trago y se lo tomó todo de un jalón, sintiendo como el alcohol quemaba su garganta. Un escalofrío recorrió su cuerpo.

---Ah... Entonces me estás observando desde mi llegada... Sabes, creo que este es el momento en el que debería alejarme. ---Comentó divertido mientras tomaba la botella y disponía a bajarse del banco.

---¡No, no por favor...! ---Exclamó en un susurro el castaño mientras le sujetaba el brazo al menor. Juan activo sus alertas rápidamente, pero el de ojos amatistas le susurro. ---Disculpe si le estoy haciendo sentir incómodo... Nunca había hecho esto y solo estaba siguiendo los consejos de mi primo.

Juan parpadeo... No solo la actitud del hombre había cambiado, sino que hasta su tono de voz lo había hecho. Ya no se le veía seguro y confiado, sino nervioso y algo intranquilo.
El de cabello castaño suspiro y soltó el brazo de Juan, para después desordenar sus propios cabellos.

---La verdad es que... Bueno... Si te e visto antes. Trabajo en la misma planta que tú... Soy Roderich Edelstein el recepcionista... ---El nombrado le miro, el mexicano pudo notar las mejillas rojas del mayor... Entonces lo recordó, no hablaban mucho, Juan lo saludaba en las mañanas y siempre firmaba su entrada y salida con aquel hombre... ¿Cómo no lo había reconocido antes?

---Oh... ¡Si, el que luego está con el ejecutivo de la empresa! ---Exclamó al reconocerlo. Edelstein sonrió y trato de recobrar su propia confianza. ---¿Entonces... Me seguiste?

---No... No, fue casualidad... Mi primo me invitó a tomar algo y observé que estabas aquí en la barra. Así que mi primo me animo a... Acercarme a hablar contigo. ---Roderich tomo su copa y bebió todo el contenido que faltaba, sus mejillas se pusieron ligeramente rojas, pues no estaba tan acostumbrado al alcohol. ---Enserio, disculpa si te hice sentir incómodo.

Una sonrisa amable apareció en el rostro del mexicano. Aquel hombre le pareció adorable por como se disculpaba... Cualquier otro ya le hubiera hecho alguna sugerencia indecorosa.

---Oye... Tranquilo. ---Trato de animar el de cabello oscuro con una sonrisa. ---¿Quieres mezcal?

Ofreció. El austriaco miro unos momentos la botella y nego.

---No, muchas gracias, no soy bueno con el alcohol y ya llevo una copa y media de vino y ya me siento mareado. ---Y eso era verdad, Roderich se sintió algo avergonzado de si mismo. Rasco su mejilla... ¿Cómo se había dejado convencer por Gilbert de hablarle a su platónico de la oficina? ---¿Te puedo llamar Juan?

---Por supuesto. Al fin y al cabo ese es mi nombre. ---Respondió el mexicano amable, tratando de hacer las cosas más sencillas para el mayor. ---¿Y ya no piensas en coquetear conmigo?

Al menor se le hacía algo divertido las expresiones del mayor. Puede que esté no estuviera muy acostumbrado a coquetear o que hasta fuera la primera ves que lo hiciera.
Sabía muy poco de él, sabía que se la pasaba mucho con la secretaria del jefe. Una hermosa chica de cabello castaño y ojos verdes, Elizabetha se llamaba si mal no recordaba.

---Mhn... ¿Puedo? ---Preguntó el austriaco y es que no quería volver a incomodar al menor. Juan tomo la copa del austriaco y le sirvió un poco de mezcal. Tal ves otro trago le haría volver aquella seguridad del principio.
Roderich vio la copa y tomo de ella... Hizo una mueca al sentir como el alcohol quemaba su garganta. Juan dió una suave risa. Roderich dejo salir un largo suspiro y tomo la copa vacía. ---¿Entonces... No te han dicho antes que tus ojos son hermosos?

---¿Y porqué te parecen hermosos? Si solo son oscuros, no tienen ningún chiste. En cambio los tuyos son como los cuarzos amatista... Preciosos. ---El mexicano recargo su mejilla en la palma de su mano mientras le sonreía al mayor. El cual hizo el gesto de beber de la copa aunque sabía bien que está estaba vacía.

---G-gracias... Pero... No deberías despreciar el color de tus ojos así... ---Se aclaro la garganta. ---Porque tus ojos son como dos espejos de obsidiana el cual podria reflejar el infinito cielo estrellado. Que, junto a la melodía perfecta podría inspirar hasta al más grande artista de hacer el cuadro mas precioso de todos.

Las mejillas de Juan se pusieron algo coloradas por lo que el austriaco había dicho. Nunca antes alguien se había expresado así de su color de ojos.
Roderich aclaro su garganta una ves más. Tal ves el alcohol le sacaba todo lo que podía pensar de aquel joven desde que lo vio entrar en la oficina la primera ves. Aún que... También la vista se le estaba poniendo más borrosa.

---Vaya... Gracias... ---Dijo el mexicano algo avergonzado. El austriaco que trataba de enfocar su vista en la copa lo miro, tratando de no parecer tan perdido con el alcohol, sonrió. ---Tus palabras han Sido muy bonitas...

---Es lo que pienso de ti... ---Comentó con sinceridad, Juan asintió y miro al austriaco. ---¿T-te gustaría salir conmigo en otra ocasión... Que no me sienta a punto de vomitar?

El mexicano rio levemente.

---Me encantaría. ---Contestó amable, el austriaco que no había dejado dicha sonría bajo del banquillo en el que estaba. ---¿Te vas, ya?

---Si, lamento no quedarme más tiempo... Pero, creo que el alcohol no es mi amigo en esta ocasión. ¿Te parece bien si vamos el próximo fin de semana? ---Juan comprendió que el mayor era nuevo tomando, pero asintió. Agradecía si sinceridad, así que asintió finalmente. ---O... Podemos llevarte a tu casa si quieres. Mi primo debe seguir aquí.

---Esta bien, no sé si en tu estado sea bueno viajar en el mismo coche. ---Comentó risueño, pues ya había notado lo verde que estaba el austriaco.
Roderich le extendió la mano y el mexicano la tomo, cuando creyó que solo sería un apretó de manos, el de ojos amatista beso sus nudillos.

Al final Juan acabado dejando al mayor con su pariente, pues se tambaleaba mucho. Se despidió de ambos y se dirigió a su casa, tal ves no había Sido el coqueteo más fantástico de todos, pero al menos podría conocer a una persona fantástica o al menos eso esperaba. Ya lo comprobaría el próximo fin de semana.



----Ohayo Pérez

México Mundialmente Shippeable [One-Shoth Y Drabbles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora