2 de Octubre...

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—Ciudad de México, Tlatelolco; 1968 —

En una oscura habitación, donde solo un foco en el techo alumbraba muy poco la habitación casi vacía. Lo seria, de lo ser que en el medio estaba el cuerpo de un joven de 17 años atado a una silla. Tenia la mirada gacha, sus cabellos oscuros colgaban y se movían con la leve  brisa que había.
De su boca un hilo de sangre seca bajaba. Su ropa estaba rasgada y sangrada, su respiración era apenas perceptible, podría decirse que estaba medio muerto…

“—¡Debemos exigir nuestros…! —Fue lo único que escucho, para ver a todos corres despavoridos, como solo el miedo hace huir a la gente en momentos de peligro.
Lo ultimo que vio, fueron tres bengalas cruzar el cielo de la tarde, fue cuando todo se volvió un caos entero… Nunca supo como y donde inició todo, pero lo que hubiera sido una reunión para los estudiantes aquel 2 de Octubre… Se había vuelto una masacre donde pocos se salvaron y muchos otros murieron.”

Recordó mientras se preguntaba ¿por qué? ¿Por qué los habían atacado de esa forma? No estaba haciendo nada malo, solo querían exigir mejores cosas para su educación. Más al parecer Luis Echeverría había hecho lo posible, para que el gobierno de su gran amigo Gustavo Díaz Ordaz, estuviera en orden. Valla forma de poner orden a la situación…

No se movió, ni siquiera intento salir de aquella horrible situación, ¿para qué? Solo le traería mas problemas de los que ya tenia. Sabia que le harían algo, siempre lo castigaban por no apoyar a los presidentes. Y a los que apoyo fueron asesinados o exiliados.

Oyó el abrir de la oxidada puerta de metal, levanto la vista. Ahí estaba él, Gustavo Díaz Ordaz el presidente de la república y su secretario interno, el causante de todo, de esta horrible y sanguinaria represión. Luis Echeverría.

—Valla, pensé que había sido muy claro cuando te dije que no te quería ver metido en esas manifestaciones. —Menciono con autoridad Ordaz, más el muchacho solo lo miro. —Espero esto te enseñe a no desobedecer.

Lo miro con Odio, con desprecio… Si bien ese hombre había logrado el llamado “Milagro mexicano”, había vuelto estable el peso mexicano haciéndole frente al dólar estadounidenses y, había hecho varias cosas por su economía y si estabilidad, sabia que no podría verlo de la misma forma.

Menos cuando ocupo al ejercito en varias ocasiones para “calmar” al pueblo, como las manifestaciones en Sonora, o las manifestaciones de los estudiantes. El hombre mayor, lo tomo de los cabellos halándolo hacia atrás, poniendo expuesta su piel pálida, sus ojeras y la sangre seca que tenía en el rostro. El “menor” soltó un querido por la brusquedad que habían ocupado para ello. Pero grito de dolor al sentir un golpe en el estomago. El golpe había sido fuerte, como para que escupiera algo de sangre por la boca.

—Algo me dice que no podrás asistir a los juegos olímpicos. —Le recordó con “pena” el gobernante. —Es una pena, siendo tu el país de honor. Ya veremos que decimos para tu ausencia.

Dicho esto lo soltó, viendo como el joven temblaba, lo hacia por el dolor del golpe, por el dolor de las municiones en su cuerpo y el de su pecho por lo que  venía pasando desde el gobierno de Adolfo López  Mateos; las manifestaciones de los ferrocarrileros venían a su mente, no importaba que habían hecho por su economía, si su gente salía dañada… ¿Cómo podía agradecer lo demás? El hombre, juntos con su secretario de hacienda, empezaron a marcharse de él, de la habitación. Dando solo una simple orden a los hombres fuertes, pero de mal corazón.

Al salir de ahí, solo se oyeron golpes, quejidos y uno que otro llanto en la habitación. El presidente de la nación ignoro lo que pasaba. Su gobierno no podía tener problemas, debía ser un gobierno del cual todos vieran que se puede manejar fácilmente. Si la gente se daba cuenta de lo que había pasado, simplemente mentiría.








[….]









El día de los juegos olímpicos, los países estaban presentes. Esperaban ver pronto al anfitrión de los juegos de ese año.
Mas no lo vieron por ahí, para apoyarlos o darles algunas palabras de aliento. Esto los extraño, pues desde días atrás el moreno los venia apoyando, más el joven de apariencia juvenil nunca apareció, ni ese día ni los demás posteriores al evento. Lo  que más le extraño es que Pedro Pablo (2p! México) fuera el que tuviera que abrir y dirigir los juegos de aquel año.

Durante esos días, Juan solo vio los juegos como un espectador y solo como eso. Sus ojos apagados vieron la alegría de aquel evento, vendas y moretones estaban bajo sus ropas.  No se apareció durante los juego, no daría explicaciones, no ahora.
Pero esta, como varias fechas de su vida no la olvidaría. Ese y unos años mas callaría, pero la historia no lo hace… Lastimada mente los errores tampoco. Y lo que fue un gobierno estable, de buenas cosas para la población, de un gran evento para ellos.  Se verán eclipsados por aquella represión, por aquellos estudiantes que murieron. De los cuales nunca se encontró el cuerpo.





—Ohayo y México....

México Mundialmente Shippeable [One-Shoth Y Drabbles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora