Mate y chocolate.

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Argentina x México.

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-Buenos Aires, Argentina; Época actual. -



¿Qué diablos hacia él ahí? ¿A qué había venido? ¿A ver a Martín? ¿Por qué? Esas eran las preguntas que invadían la cabeza de la representación de México.
Suspiro, mientras veía la maleta a un lado de él.

El aeropuerto era demasiado concurrido, como el de su capital. Empezó a caminar hacia la salida. Pensó en llamar al propio Martín para que lo recogiera, ¿pero qué le diría?

No tenia un motivo, inconscientemente hizo su maleta, pidió un taxi. Fue al aeropuerto, pidió un boleto y subió al avión. Y cuando reacciono, ya se encontraba en el país suramericano.

Ya en la calle, empezó a caminar sin rumbo aparente. Aunque sabia que corría el riesgo de perderse. Que mas da.
Eso lo hacia sentir humano, algo que no era y así se sentía bien.
Vivo varios lugares de la capital argentina, tomo fotos cual turista y comió lo que se le dio la gana.

Al llegar el crepúsculo, llego a un parque no muy concurrido por la hora. Al preguntar donde estaba, se entero que aquel parque se llamaba "España" en el barrio de Barrancas.
Se sentó en uno de los columpios, mirando el tranquilo paisaje.

¿Hace cuando no visitaba a sus primos? Bueno, que no fueran por motivos de trabajo.
Cerro los ojos, mientras la tranquilidad lo envolvía. Podía recordar aquellos años cuando era una simple colonia y debía estar con sus primos unos años.

Pensó en el país en el cual se encontraba. Argentina; su relación era buena, pero siempre se molestaban.
Claro, ambos crecieron bajo conceptos e ideologías distintas.
Mientras que Martín era educado mas por Francia e Italia. Él era cuidado por España.

Si, se molestaban y se llevaban mal, pero siempre estuvieron para darse una mano cuando lo necesitaban.
No, lo iba a negar. Siempre aceptaría su ayuda o dejaría a un lado las diferencias para ayudarlo.
Abrió los ojos lentamente, la maleta a un lado de él y la noche había caído. Si, tal ves debió haber llamado al rubio. Y tal ves era lo mejor hacerlo ahora, ya que no quería quedarse en un hotel.

-Che, veni por tu alma. -Le susurraron al mexicano en el oído izquierdo junto a un soplido.

El mexicano se espanto, cayó del columpio con un "¡Santa Maria de la concepción!". Al voltear molesto, solo oyó la risa de su primo.

"-¿Y yo pensaba llamar a este tarugo?" Pensó con notable molestia.

-¡Debiste ver tu cara! -Exclamo Argentina con tono burlón mientras se sostenía el estómago.

Un ligero tono rosa invadió las mejillas del menor.

-¡Callate pendejo! -Le soltó el pelinegro mientras se sentaba en el lugar. Viendo como el de ojos verdes terminaba de reír. -¡Casi me matas de un infarto!

Martín limpio una pequeña lágrima de gracia que había escapado de su ojo. Y luego se sentó en el columpio viendo al menor sentado en el piso.

-Ya, ya. Perdón —El joven de ojos negros aun lo miraba molesto. —¿Qué haces por aquí?

Pregunto, paraba ver si el animo de su primo menor cambiaba. El joven aun molesto, bufo y respondió.

—Es... Eso de tu incumbencia. —Mencionó y es que, sinceramente no sabia que responder, pues no conocía la respuesta de aquella pregunta.

El rubio lo miro curioso, para después sonreirle a su familiar. Ha e mucho que no se veían.

—Vamos che, dime —Insistió, moviéndose un poco en el columpio. El mexicano rechazo la cercanía del suramericano, a lo que el rubio se lanzo del columpio cayendo encima del mexicano.

—¡Qui-quitate de encima! —Exclamo el menor pues la cercanía entre ambos era demasiada.

Pero el argentino no se movería, no hasta que el columpio se detuviera. No quería un golpe en la cabeza.

—Solo espera che, no quiero que me golpee el columpio. —Menciono. Con la cercanía, logro detectar el suave aroma a chocolate y café que el mexicano desprendía.

Y era un olor bastante dulce que lo caracterizaba.
El mexicano noto que la gente ya no pasaba por ahí a causa de la hora. Eso lo puso menos nervioso, aunque no sabia porque la cercanía de su primo lo inquietaba bastante.

—Martín... ¿Ya te puedes qui...? ¡¿Qué diablos estas haciendo?! —Exclamo, pues el mexicano logro sentir la respiración del argentino en su cuello y eso lo puso bastante nervioso.

El rubio no respondió, siguió aspirando su suave aroma. Que era muy distinto al suyo. Que era entre dulce de leche y mate.
México lo tomo por los hombros tratando de quitarlo de encima pero era algo que no podía hacer fácilmente.

¿Qué rayos le pasaba a Martín? Los nervios invadieron una ves mas, al sentir los labio del argentino sobre su piel. Se sorprendió y con bastante fuerza se quito a su primo de encima.

—¡¿Que diablos hacías?! —Exclamo nervioso, a lo que el argentino solo movió los hombros en forma de "no se". —Actúas muy raro...

Menciono el menor mientras tocaba la parte donde había sentido la piel de su primo.

Después de bromear otro poco, el argentino llevo al mexicano a su casa.
Donde se hospedaría el tiempo que fuese a quedarse el norteamericano.

Al llegar, dejo sus cosas en la entrada, cenaron algo entre los dos mientras hablaban de cualquier cosa que se les ocurriera.

Todo era tras quilo sorprendente mente, no había peleas. Solo pequeñas bromas entre ambos, eso si que era extraño.

El mexicano dormiría en el sofá, algo que no le molestaba y no es porque Martín no quisiera prestarle una habitación, sino que la que tenia estaba ocupada como almacén improvisado.

Al caer la madrugada, el argentino no podía dejar de pensar en el aroma de su primo. Era tan dulce, tan adictivo.
Salio de su habitación en la penumbra.

No necesitaba encender la luz, conocía bastante bien su casa.
Al llegar a la pequeña sala, encontró al mexicano bien dormido.

Estaba boca arriba y la cobija la tenia a medias. El rubio se acerco lentamente. Estando frente a él. Quito la cobija para acomodarla.

Pero, mientras la extendía se le ocurrió algo. Se puso la cobija como si fuera una capa, y se puso sobre el pecho del mexicano, cubrió a ambos con la cobija. Podía oler su dulce aroma.

—¿Q-qué? —Dijo medio somnoliento el mexicano. El argentino pensó que lo golpearían. —Uhg... Solo eres tú.

Dicho esto, se volvió a dormir. El argentino no supo como actuar. Solo se acomodo en el pecho de su primo y abranzandolo se quedo dormido.

Al igual que el mexicano lo abrazo con un solo brazo.
El argentino dormido bastante bien, entre el olor a Mate y chocolate.




—Ohayo Perez

México Mundialmente Shippeable [One-Shoth Y Drabbles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora