Kleine tulp, geweldig is mijn liefde.

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Países Bajos x México

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—Siempre tenemos miedo de interesarnos demasiado, por temor a que el otro no se interese nada.

Eleanor Roosevelt. »

Las gotas de lluvia se escuchaban a través de la ventana. Todo era calmado, tranquilo. Un joven pelinegro veía como caían mientras abrazaba sus piernas a su pecho.

La inseguridad llenaba a sus pensamientos, se encontraba solo en aquella gran casa... ¿Y si se había ido? ¿Si lo había dejado?

Y es que desde hace dos días, el holandés no volvía a casa. Muchas veces le decía que el trabajo lo retenía días enteros, pero sus pensamientos lo hacían pensar que estaba con alguien mas.

El silencio en aquella casa era sepulcral, lo único que se oía era la lluvia caer, no lloraba, aun no.
Tenia las esperanzas de que volviera, de que sus pensamientos fueran falsos.

Y justo como si el holandés lo hubiese oido, la puerta de la casa se abrió. El mexicano salio corriendo al encuentro del mayor.
Estaba a tres escalones de llegar al primer piso, logro divisar al rubio quitándose el saco que estaba empapado.

—¡Joep*! ¡Has vuelto! —Exclamo el menor, abrazando al mayor. Importándole poco que este estuviera empapado.

—Oh, Juan, espera estoy todo mojado. —Menciono con voz calma el rubio, pero el menor solo levanto la mirada dándole una pequeña sonrisa al mayor.

—Te extrañe. —Le confeso el de baja estatura a su pareja. El holandés abrazo el delgado de su pareja y le dio un beso casto.

—Yo también te extrañe. Lamento sino e podido venir estos días. —Comento, vio los ojos del mexicano. Se veían tristes, opacos. —Oh. Juan, no pienses quebte e dejado. No podría hacerlo.

—Y-yo lo siento... Es que... —Sus ojos se llenaron de lágrimas. —A veces siento que no soy suficiente para ti.

El holandés, a pesar de ser una persona de carácter neutro. No pudo evitar sentirse mal por su pequeño latino. Lo abrazo con mas fuerza y acaricio su cabello oscuro.

—No llores pequeño, no pienses en esas cosas. Yo no podría cambiarte por nadie. —Empezó a repartir besos por todo el rostro del menor. —Tú eres lo mejor que me pudo haber pasado.

—¿E-enserio? —Pregunto con notable duda en su voz. El holandés beso con amor y cariño los labios del mexicano.

—Enserio. Le agradezco a mi hermana que nos presentara. Y a ti, por aceptarme. —Le menciono cuando ambos se separaron. El mexicano lo veía con una pequeña sonrisa y un sonrojo en sus mejillas. —Te amo mi pequeño tulipán. Nunca lo dudes.

Se volvieron a sonreír. Y es que el holandés, siempre sabia como aliviar las dudas de aquel joven inseguro de si.
De hecho ese dulce joven hizo que fuera menos codo con el dinero. Pues quería lo mejor para chico y además siempre lo quería a su lado.

Después de unas pequeñas muestras de afecto. El mexicano le hizo la cena al holandés, mientras este se cambiaba. No podía pedir mas que el amor de su contrario.





—Ohayo Perez




México Mundialmente Shippeable [One-Shoth Y Drabbles]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora