41. Kassian

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Mamá está muy enfadada, con los brazos en jarras

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Mamá está muy enfadada, con los brazos en jarras. La abuela cruza los suyos sobre el pecho, con una expresión inmutable. Mi padre nunca lució tan decepcionado. Mi padrastro me mira como si no me reconociera y mi tío frunce el ceño, sin entender cómo su perfecto sobrino dejó de ser tan perfecto.

Me gustaría explotar justo como lo hice en el gimnasio, pero no tengo energía, y tal cosa no haría más que reforzar la mala imagen que ya tienen de mí.

Así que suspiro y hablo con calma:

—Están equivocados. Este sí soy yo. —Abro los brazos y los dejo caer—. Estallé porque todos los hacemos en algún punto y por más buen chico que sea, soy humano.

Un adolescente, como si fuera poco.

—Sé que estuvo mal mi accionar, pero no lo está mi pensar. Me disculparé con Sam por golpearlo, pero eso no cambiará el hecho de que dijo algo hiriente a mi amiga. —Estoy casando de que llamen zorra a una chica que disfruta de su vida sexual y se burlen de un chico que todavía no comenzó la suya. Odio que estén pendientes del resto en el peor de los sentidos y no en el mejor—. Un golpe se desvanece. Las palabras no. Estoy seguro que ustedes llevan grabadas en la memoria oraciones que los lastimaron, y más allá de que pueden haber superado la situación y a la persona, de vez en cuando lo dicho resuena en sus cabezas. Si lo hace en un mal momento, los entristece. Eso podría sucederle a Abelia de ahora en más, y me parte el corazón. —Exhalo como si pudiera soplar la crueldad del mundo lejos de la gente que me importa—. En fin, estoy realmente cansado y me duele la mano por el golpe. Cualquier castigo que quieran darme, está bien. Lo acepto. Lo hablamos en la mañana.

Y así, mamá deja caer los brazos y la abuela los descruza. La decepción abandona a papá. Mi padrastro me reconoce. El ceño del tío desaparece.

Me encamino a las escaleras, pero la voz de mi madre me frena:

—Déjanos poner hielo en esa mano y comida en ese estómago primero, Kass.

Entienden que educaron a una buena persona y que conozco las consecuencias, así que el sermón sería gastar saliva de gusto.

Criaron a un buen chico y lo reconocen reaccionando de esta manera. Los padres deben confiar en que hicieron un buen trabajo criándonos, y en algún punto deben dejar de repetir ciertas cosas.

—Espero que haya sido un buen gancho derecho después de todo —susurra la abuela cuando me siento junto a ella y bebo.

Escupo el agua dentro del vaso otra vez.

—Lo golpeé con el pulgar dentro del puño. No sabía que así no se se daba un puñetazo, y dolió mu...

Me da un tirón en la oreja.

—¡Te podrías haber quebrado el dedo, idiota! De ahora en más te pagaré clases de lucha li...

Mi mamá tira de la oreja de su mamá.

—¡Tú no incentives ese comportamiento, mujer!

La abuela y yo nos frotamos el lóbulo adoloridos.

Lo que grito para tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora