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—Estúpido y sensual Sobb lleno de tatuajes, perforaciones y estómago de debilucho —escupo abriendo el grifo del baño de quién sabe quién.
Usualmente me hubiera quedado a dormir de Kassian para una pijamada que involucrara asaltar su heladera, ver películas de cuando éramos niños y espiar con mis binoculares a sus aburridos vecinos, pero cuando Sobb me invitó a una fiesta me dio curiosidad.
No entiendo al chico. Primero pasamos la noche juntos, dice que me llamará, no me llama, si digo que el cielo es azul dice que es color canario y después me propone una noche de alcohol.
No sé si se niega a aceptar que le gusto, se está haciendo el duro porque no quiere perder el orgullo al pedirme una cita o me invitó para que me fijara en otros chicos y me olvidara de él. Sus señales son confusas y, para colmo, se emborrachó hasta el culo y me vomitó encima.
Me quito la apestosa y arruinada camiseta y la peluca. Lavo el maquillaje de mi rostro y observo la puerta, deseando salir e ir a darle unas cuantas bofetadas para hacerlo entrar en razón. Detesto que no sea directo y no sepa lo que quiere, pero a veces es aceptar una persona o no tener ninguna, y quiero a alguien para dar y recibir.
Querer enamorarse es un problema y una solución.
Ser muy tolerante al alcohol y no poder emborracharte es un problema y una solución.
Que Ralph entre al baño es una problema y una solución.
—¿Qué haces aquí? Creí que Amapola y tú no querían venir a la fies...
Se abalanza. Pone las palmas contra mi pecho y me empuja hasta que caigo en la tina vacía, arrastrando la cortina conmigo. Trato de levantarme usando de apoyo la llave del agua, pero la giro sin querer la y la lluvia cae a toda potencia.
Ralph se quita su camiseta de un tirón.
Me quedo de piedra.
Mis pantalones son una piedra que ni el agua helada arregla.
—¿Qué haces? —vacilo.
—Lo que tendríamos que haber hecho el año pasado, ¿recuerdas?
Como si pudiera olvidarme...
Lo que hacemos a continuación es un delicioso problema y una satisfactoria solución.
