1. Kassian

25.4K 3.4K 1K
                                    

—¿Qué clase de beso es ese? —dice con disgusto—

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—¿Qué clase de beso es ese? —dice con disgusto—. Parecen que Ralph tiene un superpoder de succión, como los nuevos excusados que instalaron en el baño de chicos.

—Ramón... —reprocho dándole un codazo.

—¿Qué? —espeta dejando que los binoculares cuelguen de su cuello—. El chico tiene una crisis sanitaria de identidad.

Tiro de su manga para alejarlo de la ventana. El laboratorio permanece vacío solo porque llegamos media hora temprano. No nos gusta almorzar en la cafetería porque la comida deja mucho que desear y las multitudes nos abruman, así que somos conocidos como los viejos amigos de la máquina expendedora del segundo piso que comen sobre las mismas mesas donde se diseccionan ranas para biología.

—¿Por qué tienes que actuar como un acosador? —pregunto.

—Soy un adolescente, todos somos acosadores en potencia a esta edad, supéralo —replica con un encogimiento de hombros—. ¿O acaso me dirás que no entraste como setenta veces al perfil de Abelia en la última semana? ¿Será que me equivoqué al ver que le diste el me gusta encorazonado a un tuit suyo diciendo lo mucho que la aburren las clases de historia? 

Él arquea una ceja. Me paso una mano por la nuca y no respondo, a lo que él contesta lanzándome una mirada de «Lo sabía».

—Los binoculares llevan el acoso a otro nivel —decido decir en su lugar—. Además, ¡a ti no te gusta! ¿Por qué acosas por mí? ¿Qué nivel de amistad es este?

—El mayor, amigo mío. —Se deja caer en la silla más cercana y mete la mano dentro de la bolsa de Cheetos para sacar un puñado—. No hay vuelta atrás. Esta amistad es un viaje de ida, no de vuelta, justo como lo que pasa en el excusado.

Esta vez soy yo quien lo mira con asco mientras hago una seña a los paquetes de fritura.

—¿Te importa? Estamos almorzando.

Se llena la boca antes de responder.

—Esto, según mi abuela, no puede ser llamado almuerzo, y no sé cómo lo haces, yo pasaría de página al ver que la persona que me gusta no me da ni la hora desde el preescolar y que ha estado en una relación seria desde hace un año.

—No es tan fácil pasar de página a la chica que te gusta desde que tienes uso de razón, sobre todo cuando tienes que verla todos los días. —Abro mi cartuchera y saco un lápiz para ponerlo tras mi oreja y seguir rebuscando por la goma—. Y sí, ya sé que es masoquista, pero si en tantos años no he podido quitármela de la cabeza por algo debe ser.

—Porque eres un acosador —dice con simpleza.

Le tiro la goma al pecho y Ramón ríe al ver que me ruborizo. 

—Cállate y sigue comiendo, ¿sí? —Saco mi cuaderno de dibujo.

—Lo que digas, acosador.

Le quito la goma y alcanzo mi lápiz antes de seguir con el boceto que dejé a medias. Mi madre dice que paso demasiado tiempo mirando la hoja, tanto que en algún momento tendré que usar anteojos. A Ramón se los recetaron hace un año a causa de su miopía, pero como el buen reutilizador de cosas que es, se negó a comprarse unos y robó los binoculares de caza de su primo Luis. Son los anteojos de la nueva era, según él, y también sostiene que lo hacen verse más cool.

Tocar la guitarra también consume gran parte de mi tiempo, pero fuera de eso no hago mucho. Esta es mi rutina: clases con Ramón, dibujo con Ramón, y guitarra... con Ramón. Siempre está Ramón metido de por medio, pero supongo que eso es a lo que se reducen los mejores amigos.

—Kass... —llama, y cuando levanto la cabeza, a pesar de que solo le quité los ojos de encima por medio minuto, lo veo otra vez de pie frente a la ventana, espiando a la gente su abuela lo harían—. No vas a creer esto, pero creo que Señor Succión y Abelia están discutiendo. ¿Tan rápido se les fue el amor por el otro?

Tropiezo con mis propios pies mientras lanzo el lápiz a la mesa y voy hasta a él, dándole un empujón con la cadera para que me dé espacio para ver.

La señora Carmen también estaría orgullosa de mí.

—¿Seguro que están peleando? —pregunto con preocupación—. Sería una buena habilidad que pudieras leer los labios.
 
—Alto ahí, Satanás, ese es un nivel de acoso que no desbloqueamos aún —replica poniendo su mano en mi pecho y empujándome para que retroceda—. ¿Y dónde quedó eso de que es inmoral espiar a la gente?

—¿Dónde quedó lo de la amistad en su máximo nivel?

Él sonríe antes de pasarme los binoculares.

—¿Ves? Por eso nos llevamos tan bien. Siempre nos arrastramos al lado oscuro juntos al final. —Suspira—. Te adoro, ¿lo sabes? 

Lo que grito para tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora