29. Abelia

8.8K 2.1K 380
                                    

No fui a ver a Ralph

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No fui a ver a Ralph.

Ralphie puede irse al infierno —solo por un rato—, porque cuando quise hablar de probablemente lo más importante de nuestras vidas, él huyó.

Aunque me haya enviado un mensaje diciendo que estaría a mi lado, las horas que no lo estuvo habrían sido las peores de mi existencia si Kassian no hubiera estado ahí.

No lo hago por despecho, sino porque tengo miedo. Todos los años que estuvimos juntos me repitió que estaría conmigo en las buenas y en las malas, pero en realidad nunca hubo malas.

No tengo duda de que se hará cargo del bebé, pero eso no implica ni tiene que implicar que se encargará de mí. Quedó claro que ya no somos novios cuando fue a pasar la noche con Ramón.

Ralph no es mi soporte. No estará siempre que lo necesite ni puedo depender de lo que haga, sienta o diga. Ya le dije del embarazo, cumplí con mi sentido del deber. Tenemos meses para hablarlo, pero justo ahora necesito a una persona que no se correrá ni me dejará de amar a pesar de todos mis errores. Quiero certeza de que algo no cambiará, porque todo mi mundo se está transformando, y sé que el amor de un padre es invariable.

Es tan extraño pensar en cómo, cuánto y por qué los padres —no todos por desgracia, pero sí la mayoría— aman a sus hijos. Algunos dicen que los aman desde el momento en que saben de su existencia, pero me cuesta creerlo. No creo ser capaz de amar algo de la nada. Sin vínculo no hay amor, y me aterra no ser capaz de formarlo.

¿Cuántos papás temen no ser capaces de amar a sus hijos? ¿Se sienten tan horribles por pensarlo como yo? ¿Cuántos admiten ese temor en voz alta? Si antes de tener el retraso hubiera escuchado a alguien decir: «No sé si podré amar a mi bebé», hubiera creído que no tenía corazón ni sentimientos y habría empatizado más con el indiferente y pobre feto en su saco amniótico que con la persona insertada en el mundo real, envuelta por una sociedad que juzga y con una historia de vida a su espalda.

Hay un estigma social en cuanto a no sentir amor instantáneo por los hijos se trata, pero olvidan que todo se reduce a un proceso de descubrimiento y adaptación que es diferente para cada persona, como cualquier otro. Dudar de ti no te hace menos ni peor que aquel que no duda. Se aplica no solo a la paternidad y maternidad, sino a todo.

Hay gente que trae vida a este mundo sin pensar y luego finge que es muerte. Se aleja sin siquiera asegurarse que alguien amará esa vida.

Voy a casa a contarle sobre el embarazo a papá, pero antes de que pueda abrir la puerta mi teléfono suena. El número no le pertenece a nadie que tenga agendado.

—¿Hola?

—¿Abelia?

—Sí, soy yo, ¿quién habla?

—Soy la doctora Hamilton-Quinn. Te estoy llamando desde el hospital por tu padre, ¿tienes a alguien para que te traiga? Acaba de entrar a cirugía.

Lo que grito para tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora