26. Abelia

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Despierto con la cabeza de Kassian apoyada en mi hombro

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Despierto con la cabeza de Kassian apoyada en mi hombro. Sonrío al oírlo roncar suavemente, pero tan pronto como recuerdo cómo llegué a su sofá, me aparto con cuidado de no despertarlo.

Mi teléfono muestra que son las siete de la mañana y también la desesperación de Ralph con tres llamadas perdidas, dos mensajes de voz y dos textos. Abro los últimos y siento que no estuve respirando desde que me dejó en su habitación, porque cuando lo leo recuerdo lo que es el oxígeno y suspiro con cada centímetro del cuerpo temblando de alivio.

 Abro los últimos y siento que no estuve respirando desde que me dejó en su habitación, porque cuando lo leo recuerdo lo que es el oxígeno y suspiro con cada centímetro del cuerpo temblando de alivio

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Decirle del embarazo a Kassian me hizo sentir más liviana, pero no es lo mismo contarle un secreto a alguien del que no esperas nada que a la persona con las que esperas contar.

Hablaré con Ralph y le contaremos a su madre y mi padre. Decidiremos qué hacer con el bebé. Planearemos a futuro, con o sin él. Puede que no tenga certeza de casi nada, pero saber que estamos en el mismo barco navegando este terrorífico e inexplorado océano me reconforta.

Podemos salvarnos mutuamente si uno cae por la borda. 

Me siento en el sofá contrario al de Kassian para ponerme los zapatos. Soy ansiosa, así que iré a hablar con Ralph ya mismo. Le envío un mensaje diciendo que levante su trasero de la cama y luego estoy por mandar uno a mi anfitrión, hasta que recuerdo que no tengo su número. Debo optar por una nota tradicional, pero cuando encuentro lapicera y papel sobre la mesada de la cocina, la pantalla de su celular se ilumina. Está desbloqueado y leo el mensaje antes de siquiera poder considerar respetar su privacidad.

 Está desbloqueado y leo el mensaje antes de siquiera poder considerar respetar su privacidad

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Tan rápido como la recuperé, la esperanza me abandona.

—Buenos días, ¿quieres tostadas? Siempre se me queman, pero si les echas mucha mermelada se camufla el gusto a carbón —dice un somnoliento Kassian a mis espaldas.

Lo miro sin parpadear, con el teléfono en la mano.

¿Sabía que mi novio y su mejor amigo se estaban viendo y no dijo ni una palabra?

Lo que grito para tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora