49. Kassian

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—Eres mi mejor amigo

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—Eres mi mejor amigo. —Apoya ambas manos sobre el cristal—. Somos Kassian y Ramón, como el queso y el jamón. Vamos juntos a cualquier sitio. Somos el combo 2x1. Cuando veo, escucho o me sucede algo gracioso, eres la primera persona a la que quiero contárselo porque reír contigo hasta llorar es de mis cosas favoritas en esta vida llena de cosas no favoritas. Cuando estoy triste, eres la primera persona con la que quiero hablar porque amo que me escuches y me hagas un millón de preguntas al respecto para que lidie con el problema en lugar de esquivarlo. Cuando conozco a alguien y fantaseo con casarme con él aunque no sepa ni su apellido, eres la primera persona a quien quiero pedirle que sea mi padrino. Al pensar en el futuro, te veo en todos los momentos más importantes de mi vida porque ya estuviste en muchos, y me veo en todos los momentos más importantes de tu vida porque ya estuve en muchos, pero no son suficientes. —Sus ojos se cristalizan—. Quiero una amistad sin fin. Quiero estar para ti como tú siempre lo estuviste para mí, porque eres la persona más dulce, comprensiva y torpe del mundo. Porque por ti, me arrojaría bajo una bicicleta sin pestañear.

—¿Una bicicleta? —casi escupo la Coca-Cola con incredulidad—. ¿En serio, Ramón? ¡Esfuérzate un poco más!

—¡No estoy tan loco como para arrojarme bajo un camión por ti, y confío en que no te arrojarías bajo uno tampoco, así que sí! —chilla al abrir los brazos—. Una bicicleta. Si quieres, puede ser una de esas donde pedalean dos o tres personas. Es mi límite —negocia.

Reprimo una sonrisa antes de que continúe:

—Mi punto es que fui un idiota. No eres ninguna de las cosas malas que dije. Eres el antónimo de cada palabra que solté en ese estado de idiotez. Creo que estaba enojado porque reaccionaste bien al asunto. Fuiste maduro y empático, y sabes que a mí me cuesta serlo... —Inhala hondo—. Supuse que si lograba que también te enojaras por la situación, mi egoísmo estaría justificado. En lugar de intentar ser como tú, quise que fueras como yo, y eso es lo peor que podrían pedirle a alguien, porque no pienso en nadie más que en mí mismo. El mundo sería un lugar terrible si existieran muchos Ramones.

—Ya existen muchos, pero si todos ellos supieran reconocer sus errores como tú, la balanza se inclinaría hacia el mejor de los lados otra vez —reconozco.

Dejo el refresco sobre la mesada y le abro la puerta.

—Los amigos se apoyan. —Una de sus lágrimas cede y rueda por su mejilla, hasta quedar suspendida de su mentón—. No cuestionan lo que siente el otro, mucho menos lo juzgan. Solo estás siendo con Abelia lo que siempre fuiste para mí: una gran persona. Debería confiar en ti y alentarte a seguir siéndolo. Prometo que no volver a mi antigua versión. Solo quiero estar para ti sea lo que sea que la vida nos arroje: corazones rotos, corazones enteros, corazones asados a la parilla con salsa picante del carrito mexicano de la...

—Tienes hambre, ya entendí. —Río—. Ven aquí.

Al abrir los brazos, se abalanza.

—Te amo, Queso.

—Te amo mucho más, Jamón.

Lo que grito para tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora