28. Kassian

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—¡Tuve una noche de película! —grita Ramón al entrar, mientras lo espero en el sofá—

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—¡Tuve una noche de película! —grita Ramón al entrar, mientras lo espero en el sofá—. Fue inesperado y sensual, emocionante y delicioso. ¡Tendrías que haber visto el tamaño de lo que esconde en esos pantalones! ¡La próxima le sacaré una foto para que lo veas!

Jugueteo con mis manos. No puedo ver su sonrisa y arruinar su día al mismo tiempo.

—Hey, ¿por qué tan callado? —Se tira en el sofá y apoya la cabeza en mi regazo—. ¿Estás constipado otra vez? ¿Quiere que vaya a comprarte un laxante a la farmacia? Destaparé el retrete si es necesario.

Aparto el rostro. Los músculos de su cuello se tensan sobre mi muslo mientras se incorpora. Veo su espalda en el espejo sobre la chimenea, y también cuando se gira y busca mi rostro.

—Abelia está embarazada, Ramón.

Su reflejo susurra una maldición.

—Todo muy rico con Ralph pero no voy a ser padrastro de nadie. —Se ríe y lo enfrento.

—No sé qué es tan gracioso, ¿no te gustaba de verdad Ralph? ¿No ves cómo todo puede cambiar?

Frunce el ceño y se encoge de hombros.

—El embarazo adolescente es más común de lo que lo estás haciendo parecer. Si Abelia tiene un bebé puede que te moleste no tener una oportunidad con ella porque no tendrá tiempo, paciencia o ganas de estar con alguien, pero eso no afecta a Ralph. Si asumimos la realidad, el padre sale menos afectado. Si quiere seguir viéndome lo hará, no pasa nada.

—Nunca te escuché decir algo más estúpido.

Parpadea con sorpresa ante mi elección de palabras.

—¿Crees que soy tan egoísta como para pensar en lo que quería hacer hace unas semanas? —No quiero que se me quiebre la voz, pero no voy por buen camino—. Hay un bebé en la ecuación, Ramón. Una vida, ¿entiendes la magnitud de eso? ¿Qué tan poco me conoces como para decir que voy a molestarme porque Amapola anteponga a su hijo antes que mi patético flechazo por ella? ¡Si mi madre no me hubiera priorizado yo ni siquiera existiría!

—Cálmate, no entiendo por qué...

—¿El padre sale menos afectado? ¿Te parece que a Ralph esto no va a cambiarle la vida?

—Sí, pero no va a consumírsela.

—¿Y tú qué sabes? ¿Qué si Ralph decide quedarse con Abelia por el bebé y al final arreglan todo? ¿Ni siquiera te planteaste que tal vez solo se quitó las ganas contigo?

Se pone de pie y me señala con el índice. Sus palabras tardan en salir y su mandíbula se mantiene apretada hasta entonces.

—No digas eso otra vez.

—¿Qué? ¿La verdad? En serio no puedo creer que hayas intentado tomarte esto como si no fuera nada, ¡o que te hubieras acostado con él sabiendo que aún estaba en una relación con Amapola! ¿No pensaste en cuánto la lastimarías?

—Por mucho que me agrade tu chica, el culpable de una infidelidad sería Ralph ahí. Él fue a buscarme, tomó su decisión.

—No es mi chica, ¡y estás hablando de alguien que está embarazada! Aunque no lo supieras al menos deberías haberte sentido mal. A ti no te gustaría que te engañen y ambos sabemos que le echarías la culpa a dos personas, no a una. El Ramón que conozco siempre evita herir a todos.

—¡No, el que evita herir al resto eres tú, y por eso eres miserable! No puedes proteger al mundo entero. Todo lo que hagas traerá infelicidad para alguien más. El chico bueno que te esfuerzas por ser no existe, ¡abre los malditos ojos, cariño! ¡¿Por qué no ves que si estoy con Ralph tú puedes estar al fin con Abelia?!

—¡Lo veo, pero no lo quiero, no así! Estás siendo un manipulador y calculador. No puedes aprovecharte de su situación para tener a tu lado a Ralph.

—¡Puedo, y tu problema es que también quieres hacer lo mismo pero eres un cobarde! ¡Siempre lo fuiste y escondiste tu miedo hablando de lo que es correcto y lo que no! Tu moral me tiene harto, puedes irte al demonio, Kassian. Un bebé no es el final de un mundo.

—No, pero es el comienzo de otro, uno que se arruinaría para siempre si todos tuvieran pensamientos egoístas como el tuyo. Espero que Ralph no vuelva a dirigirte la palabra.

—Eso te encantaría, ¿no? Porque solo tú puedes ser el que está enamorado. A que también rezas para que Abelia pierda el bebé y puedas ir corriendo a consolarla.

Lo siguiente que sé es que estoy sobre Ramón, golpeándolo tan fuerte que escucho a mi mamá y mi padrastro gritar.

Lo que grito para tenerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora