MI PRIMERA CITA CON MAX

Preparativos

Erizo ese día estaba ocupándose de la caja, y Max estaba en su puesto de jefe de camareros.  El día estaba tranquilo y si bien el restaurant estaba lleno, los meseros estaban trabajando a full, sin complicaciones.  En una pausa, Max se acercó a Erizo en la caja, y le comentó:

—Tenemos que hacer las reservaciones para el sacerdote y el hotel.

—¿El hotel?

—Mis padres se casaron por el rito Xolbru. ¿Lo conoces?

—Disculpa, Maxi.  Yo de religión, poco y nada. Conozco que nuestro país sostiene el culto Likato, que es mayoritario en la población, pero no sé en qué consiste.

—La boda Xolbru precisa realizarse en un hotel, porque los esposos, inmediatamente después de ser consagrados por el sacerdote, deben ir a una habitación a completar el rito.

—¿"Completar el rito"?

—El rito de boda se completa cuando los esposos consuman inmediatamente después de la ceremonia. Tienen que ir a una habitación preparada para eso, tener sexo durante un máximo de una hora, y luego testificar ante el sacerdote de que lo han hecho a entera satisfacción mutua.  Entonces el sacerdote anota la ceremonia como realizada y hace a los esposos firmar el registro.

 Erizo quedó tildada un momento, por el asombro, luego sonrió.

—Mmmhh… ¡Qué... original!

—Antiguamente esa consumación tenía que procurar embarazar a la mujer.  Hoy ya no es obligatorio.

—Y tú… ¿Querrías embarazarme esa noche? —preguntó, mirándolo a los ojos, y queriendo saber hasta donde querría su novio hacer cumplir los antiguos mandatos de su religión.

—Mi amor, sobre tu cuerpo no decido.  Emprenderemos eso sólo cuando tú te sientas preparada. Pero si me preguntas, yo sugiero que esperemos un tiempo.  Todavía tenemos que equipar la casa de arriba.

—¡Cierto!  La semana que viene ya empezaré a encargar pintura y muebles— anunció Erizo, decidida.

—¿Qué mueble encargarás primero?

 Erizo lo abrazó, y con el rostro muy cerca del de su novio, le dijo:

—Primerísimo que nada, encargaré una enorme... hermosa... lujosa y mullida… ¡cama de tres plazas!

Ambos festejaron con una risa que terminó en un gran beso.

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Erizo entró en la casa de su madre y la abrazó.

—¿Qué pasó hija? Te veo muy contenta.

—¡Ay, mamá!  Acordamos con Max la fecha de nuestra boda.  Será el sábado 22.  ¡Estoy feliz!

—¡Qué bueno, hijita! ¡Esto es hermoso!  ¿Se casarán por iglesia o sólo por civil?

—Los padres de Max se casaron por la religión Xolbru.  Así que él quiere que nuestra boda sea Xolbru.

—Conozco poco de ese culto. Sé, por ejemplo, que no tienen templos.  Cada creyente debe hacer de su hogar un templo y orar en su casa.

—Me explicó Max que el sacerdote va a domicilio en tres ocasiones: nacimientos, bodas y fallecimientos.  Así que él se contactó con el que casó a sus padres y reservó un turno para el 22.

—¿Y dónde harán la ceremonia?  ¿En casa de la novia o en la del novio?

—En un hotel.

—¿En un hotel? — preguntó, extrañada Irma—.  ¿Por qué en un hotel?