Esta sensación que Erizo empezó a sentir, no era solo en la entrepierna, sino que invadía todo el cuerpo con un calor que nunca había sentido antes, y que la avergonzaba un poco. Así que procuró pausar un poco el beso.Separó sus labios de los de él, y lo miró a los ojos. Max vio en los ojos de ella un brillo de inmenso amor, entrega y ternura.
—Te amo...
—Yo también te amo, mi Erizo hermosa...
Y comenzó a besarla nuevamente haciendo pasear sus labios por las comisuras, las mejillas, bajando hacia el mentón, buscando el cuello de ella. Erizo, a medida que los labios de él se acercaban a su cuello, empezó a sentir otro estremecimiento y calor.
(¡Me está buscando el cuello! ¡Y esta sensación es cada vez más fuerte! ¿Qué hago? ¿Lo detengo o dejo que siga? ¡Tengo miedo de descontrolarme!)
Cuando decidió detenerlo, ella ya estaba con la cabeza muy hacia atrás, y los labios de él acariciando su cuello muy suavemente..
Ella enderezó la cabeza y lo miró con ojos chiquitos y con mucho cariño. Él empezó a subir su mano izquierda por la espalda de Erizo mientras la otra continuaba en la cintura de ella.
Ella sintió como que estaba mucho más en manos de él y le corrió otro estremecimiento. Él presionó con la mano que tenía en la espalda para acercar nuevamente el rostro de Erizo al de él. Ella sólo pudo cerrar los ojos al sentir nuevamente el calor de los labios de él sobre los suyos. Y lo abrazó mucho más fuertemente mientras el beso se hacía más apasionado.
Y se olvidaron de la cena. Todo desapareció. Sólo estaban ellos dos, moviéndose lentamente al ritmo de una música que apenas escuchaban.
De repente, Erizo sintió que Max empezó a caer suavemente hacia atrás y al tenerlo abrazado, la arrastró a ella en su caída.
Bailando y bailando, sin darse cuenta habían llegado a los bordes de la cama, y ambos cayeron sobre ella.
Max quedó acostado boca arriba sobre la cama con Erizo encima. El chico estaba tan concentrado en besarla que se asustó cuando sintió que caía. Pero luego al comprobar que cayó sobre la cama y tenía a Erizo encima, su expresión de susto pasó a la de alivio.
Erizo estaba confundida y avergonzada. Temió que el chico pensara que ella lo había empujado hacia la cama. Se apartó a un lado, quedando acostada, apoyada sobre los codos y con los pies afuera de la cama, como Max.
—Perdóname. Erizo. Me entusiasmé tanto contigo que no me di cuenta que estaba la cama atrás. No pienses mal de mí...
—¡No Max, perdóname tú! Fui una tonta. Debí fijarme por donde bailábamos.
(¡Qué vergüenza, por Dios! ¡Este chico debe pensar que soy una de esas..! )
Quedaron ambos en silencio mirándose con ojos de pedirse disculpas uno al otro, y después de unos instantes se dieron cuenta que sus mutuas expresiones eran graciosas. Empezaron a sonreír lentamente, de pronto Erizo no pudo contener la risa.
—...¡pero tu cara cuando te caías! ¡Ni que te estuvieras cayendo a un precipicio!
—¡No sé si me sorprendió más caerme o aterrizar contigo encima! —rió Max.
—¡Ay, Max! ¡Me avergüenza haberte hecho esto en nuestra primera cita! —dijo Erizo sonriendo sonrojada.
—No te preocupes, Erizo. No debemos ser la primera pareja que se cae bailando.
—¡Sí, pero podríamos habernos caído en... otro lado! —comentó Erizo con una sonrisita cómplice.
—Si hubiéramos caído en otro lado creo que no estaríamos riéndonos ahora...
—Emmm... es cierto.
Max se sentó en la cama y Erizo hizo lo mismo. Max le tomó la cintura nuevamente, acercó su rostro al de ella y le dijo mirándola a los ojos:
—Me encantó este accidentito...
Erizo a su vez acercó más el rostro al de él y cuando quedaron tocándose las narices, ella dijo susurrando:
—A mí también —y le puso una mano en el hombro.
Él acercó más el rostro y sus labios se unieron nuevamente. Y se besaron abrazándose de costado, sentados en la cama. Y las lenguas ya no eran tímidas. Buscaban, invadían, acariciaban, estremecían.
(Vamos a hacer esto intenso por un ratito. Un ratito nunca le hizo mal a nadie. ¡Sólo un ratito y nada más! )
Cuando él paseaba la lengua por el interior de su boca, ella volvía a sentir esa inexplicable sensación de intenso picor y calor en su entrepierna, y cerraba fuerte las piernas para mitigarla.
A su vez, él notó que cuando metía su lengua, ella se inquietaba un poco, así que supuso que esto le molestaba, y procuró no meter tanto su lengua. Sus besos se volvieron más suaves y más lentos. Este cambio a ella le encantó, y puso una mano detrás de la cabeza de él para empujar suavemente su rostro hacia el de ella, y empezó a besarlo apasionadamente por todo el rostro. Luego le tomó la cabeza con ambas manos, para seguir besándolo intensamente, pero con esto perdió apoyo y, sin darse cuenta, fueron perdiendo lentamente su posición sentada, hasta caer nuevamente acostados sobre la cama con los pies en el suelo. Pero esta posición era ya muy incómoda por lo que Erizo, para no separar sus rostros, despegó los pies del suelo, se puso de costado, quedando con su cuerpo pegado al de él, que aún seguía acostado boca arriba. Entonces él, para ayudarla a ella también despegó los pies del suelo, se puso de lado, quedando ambos acostados en la cama con los pies afuera de la cama, y sin tocar el suelo.
Los besos se prodigaban tan apasionadamente que ninguno de los dos se percató de todos estos cambios de posición. Tan sólo procuraban estar más pegados uno al otro y más cómodos.
Así estuvieron un largo rato acomodándose, besándose y cambiando de posición, hasta que, cuando se dieron cuenta, estaban ambos bien acostados en la cama, besándose con sus cabezas en la almohada, y se habían quitado el calzado, quedando ambos sólo con sus calcetines.
(¡Ay. No! ¿En qué momento me saqué mis zapatos?? )
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MI PRIMERA CITA CON MAX
RomanceSecuela del capítulo piloto. +18. Erizo, una adolescente que ha estado sumergida en el estudio y en los libros, en unas vacaciones conoce y se enamora apasionadamente de Max, un muchacho con una historia de pobreza y sufrimientos desde muy pequeño...