Acercarme a Gael se volvió un reto para mí. Ian se reía siempre que le contaba los pequeños avances, él pensaba que yo me estaba tomando demasiado tiempo para conquistarlo o hacerlo que fuera que estuviera haciendo.
Él había dicho “Eres un buen partido, no entiendo porque no vas por otro chico en vez de él. ¿Qué tiene de especial?” No le pude responder, no sabía qué era lo que lo hacía especial, pero no quería ir tras otro. Me gustaba estar a su lado, compartir algunos momentos, intentar acercarme de a poco a Gael mientras él retrocedía con sutileza.
No era sólo conmigo. Incluso con Victoria, su amiga que insistía en mostrarse coqueta conmigo a pesar de que sabía que yo era homosexual, él se mostraba cauteloso. Había visto cómo y cuánto le molestaba que invadiera su espacio personal. Claro que cada vez costaba menos que me dejara entrar y últimamente solo rodaba los ojos.
También se comenzó a hacer fácil hablar con él. Respondía y opinaba libremente. Sólo lo hacía cuando estábamos solos, pero lo hacía y eso era un gran logro.
No lo había visto con más personas además de Victoria. Sí tenía algunos grupos, pero él no hablaba más de lo necesario y ellos se rendían rápido. Diablos, yo lo hubiera hecho si Gael no me pareciera realmente bonito.
Más o menos un mes después de nuestro primer encuentro conocí personalmente a León, su hermano gemelo. La cara de Gael al momento de nuestro encuentro fue de absoluta desilusión. Él estaba molesto y León se mostraba muy amistoso para ser la primera vez que nos veíamos.
Claramente sus personalidades eran completamente opuestas y algo me decía que gran parte de la culpa de la timidez y la inseguridad de Gael era de León. Lo supe claramente cuando Gael me informó que él debía regresar a la facultad pero que yo podía quedarme con León. Yo no podía creer que él pudiera ceder sus amigos así de rápido. Supuse que estaba acostumbrado e intenté no enojarme con él, pero lo hice. Lo hice porque su hermano había estado arriba de él durante nuestro encuentro y Gael había actuado completamente relajado.
Entonces hice algo estúpido. Le pedí que me abrazara, le dije que no era normal que estuviera así de tenso alrededor de todo lo que no fuera León.
Gael lo dudó unos segundos pero cedió. Él no debería haber cedido, no debería haberme dejado que lo abrazara porque luego de eso yo quería más, quería no sólo besar su cabello y apretar mis manos en su cintura, quería tocar su piel y besar sus labios. Quería traicionar nuestra amistad a pesar de que Gael me odiara luego.
Pero no lo hice, me resistí y le dije que lo ayudaría a relajarse en torno a los demás, le mentí diciendo eso porque yo sólo lo quería relajado en torno a mí. Gael no respondió, y yo no insistí. Dejé de acercarme demasiado a él aunque todo mi cuerpo me pedía que lo hiciera, dejé de mirarlo más de lo necesario para no tentarme, sus labios se volvieron el lugar prohibido para mirar.
Gael dijo que no había tenido amigos antes, ni siquiera relaciones. Él ni siquiera parecía llevarse bien con su hermano mayor que también vivía en la ciudad. Él era un inexperto en las relaciones humanas. Y yo era un hijo de puta que quería aprovecharme de eso para saciar mi deseo de hacerlo mío. Sí. Me sentía terrible y todos los días me repetía que éramos amigos, nada más. Me repetía una y otra vez que no podía yo, quizás su primer “amigo”, aprovecharse de eso para tomarlo para mí. Pero en serio no quería ser su amigo, cada día me gustaba más y más.
Lo invité a salir, disimuladamente, él y yo. Pero entonces él quiso invitar a Victoria y dijo que no quería hacer el mal tercio. La muy estúpida aún no le decía que yo era homosexual y que ella no llegaría a gustarme nunca. Es más, ni siquiera me agradaba como persona, algo me decía que ella era mucho más mala de lo que yo era.
Le dije que era gay. La cara de Gael fue de pura sorpresa. Le pregunté si quería que me fuera y dijo que no. Afortunadamente su actitud no cambió luego de eso. Digo, me hubiera gustado que cambiara para bien, pero no lo hizo en ningún sentido.
Lo que sí fue impresionante fue la insistencia de León por “formar parte” de nuestro grupo. Digo, no había tal grupo, pero generalmente lo comencé a ver con Victoria y Gael o aparecerse por ciertos lugares cuando yo estaba con él. Claramente no le podía decir nada, para Gael era natural que eso ocurriera y yo no quería que él se enfadara conmigo. Incluso acepté la salida organizada por León sólo para compartir tiempo con Gael, el problema fue que nunca apreció por el bar donde nos habíamos juntado.
León dijo que llegaría más tarde, que debíamos esperarlo porque él tenía un turno extra en el trabajo, pero yo sabía que Gael no trabajaba los sábados. Pensé que León no podía mentir así, pero con el correr de las horas me di cuenta que quizás sí había mentido, que finalmente Gael no iría al lugar.
Por alguna razón León se comportaba extremadamente coqueto con Victoria, y ella con él. Ellos parecían una pareja realmente mientras jugábamos al pool. Yo no sabía que Victoria podía tener ese tipo de gustos, de haberlo sabido no hubiera dejado tanto tiempo que compartiera con Gael. ¿Ella y Gael no estaban juntos o sí?
Me fui al baño del lugar antes de hacer alguna pregunta innecesaria y cuando regresé lo vi. Él estaba en un lugar bastante oscuro, junto a una chica, y estaba riendo. A carcajadas. Gael se estaba riendo a carcajadas, yo nunca lo había oído antes y me sentía realmente traicionado por eso.
—Tú te puedes reír —largué apretando mis manos al costado de mi cuerpo mientras el aire se sentía espeso al pasar por mi nariz.
Ambos dejaron de reír y se giraron a verme. Conocía a la chica, era una de sus compañeras de grupo en la clase donde yo era ayudante. Era bonita. Era muy bonita.
—¿Profesor? —se extrañó ella. Intenté una sonrisa relajada, yo no estaba para nada relajado.
—Ya le he dicho alumna, que no soy profesor. Sólo ayudante —miré a Gael con sus ojos en el suelo y esperé hasta que me mirara. —¿Estás borracho?
—No.
—Oh, sí lo está —respondió la muchacha tomando su brazo, tocándolo sin que él siquiera se mostrara molesto por la invasión de su espacio personal. Tragué saliva. —Hemos tomado con responsabilidad sin embargo.
—¿Te llevo? —consulté ignorándola. No quería decirle algo innecesario, yo era un maldito adulto por dios santo. —Estaba por irme, te llevo.
—No quiero irme aún.
—Yo… —suspiré acercándome a ellos. Miré la mano de ella y, suavemente, me encargué que lo soltara. —Yo estoy un poco enojado en este momento y creo que tenemos que hablar —continué mirando específicamente a Gael. —Lo lamento alumna, necesito hablar con este chico ¿Está bien por usted?
La muchacha asintió con ganas y lo empujó a mis brazos. Agradecí el gesto, eso quería decir que ella no estaba interesada en él en ese sentido. Nada había pasado entre ellos.
—Gracias.
Sujeté el brazo de Gael y lo guie hacia la salida. Me pidió que no pasáramos frente a León por lo que lo saqué por la parte trasera y lo sujeté con fuerzas porque en serio parecía tener problemas para caminar con normalidad.
Cuando llegamos a mi vehículo, lo apoyé contra él y sujeté su cintura con una de mis manos para mantener su estabilidad. Con la otra levanté su mentón para mirarlo a los ojos, Gael no podía enfocar su mirada.
—¿Es la primera vez que bebes?
—Sí —respondió recostándose sobre mi toque. Él estaba completamente relajado, no me había dado cuenta hasta ese momento.
—Tus barreras están todas abajo Gael —dije con cuidado acariciándolo. Era la primera vez que podía acariciarlo y que él no se tensaba, de hecho, se estaba recostando más sobre mi mano, en busca de más contacto.
Me sorprendió cuando tiró de mi cintura para acercarme a su cuerpo. Él lo había hecho. Me quedé casi petrificado cuando sus brazos se aferraron a mí y dejó su cabeza descansar en mi cuello. Su nariz aspiró con fuerza y sus labios cosquillearon en mi piel cuando habló.
—Hueles bien… —susurró.
Tragué saliva. Ese sujeto tenía que estar bromeando. ¿Acaso no se daba cuenta lo que estaba haciendo? No. Probablemente no.
—Gael, tú no deberías estar haciendo esto.
—Tengo sueño —dijo en cambio. Se acomodó más cerca y me asustó un poco lo bien que encajaban nuestros cuerpos.
Aparté los pensamientos impuros de mi cabeza e hice fuerza para recordar qué había dicho. Cuando lo hice, le dije lo más sensato que podía decir.
—Te llevo a casa.
—¿Podemos ir a la tuya? —dijo en cambio.
Yo realmente quería morir allí mismo. La muerte seguramente era menos dolorosa.
Sus manos se cerraron en mi cintura baja y me acercó aún más. Mi pelvis chocaba con la suya y yo rogaba, muy seriamente, para que mi miembro se comportara por ese momento o que Gael no se diera cuenta de cuán excitado estaba con una simple pregunta.
Suspiré con fuerza contando hasta diez y pensando en la muchacha que se encontraba a unos pasos nuestros, con una minifalda demasiado corta y un escote grosero.
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MIO
Teen FictionEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.