31. Nunca más.

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Abril se sentó en la cama y acarició mi espalda por mucho rato sin decir absolutamente nada. Le agradecí que no preguntara, le agradecí que no buscara mi mirada escondida en su peluche. Simplemente se quedó allí haciendo círculos en mi espalda, como la noche anterior esa desconocida. No se sentía del todo bien, pero se sentía un poco bien.

Afortunadamente no estaba como la noche anterior en los brazos de Ignacio, eso había sido vergonzoso, debía disculparme con él en algún momento. Yo sólo dejaba salir mis lágrimas y soltaba algún suspiro de vez en cuando. No podía explicar bien porque lloraba. Sinceramente, si alguien me preguntaba qué era lo que dolía, no podría decirlo con claridad.

Podía ser por haber perdido a mi único amigo, a mi "novio", podía ser por los recuerdos y los buenos momentos que habíamos vivido juntos, o por lo bien que él me hacía sentir. Podía ser también por la traición de León, la bajeza que había tenido al abordar a Alex sólo para demostrarme que él podía tener todo lo que quisiera incluso a un chico gay cuando a él claramente le gustaban las muchachas. O quizás tenía que ver con que yo creía fielmente que Alex podía diferenciarnos a pesar de ser completamente iguales en apariencia física.

Pero muy en el fondo yo estaba seguro que lloraba por haber sido un idiota, por haber creído que en realidad yo podía sentirme bien y enamorarme cuando evidentemente yo no estaba hecho para eso, debí saberlo, debí poner un freno, yo debí haber hecho algo antes de que se convirtiera en algo que doliera tanto.

—Muévete —Abril me empujó aún más contra la pared y se recostó a mi lado poniendo una frazada sobre nosotros. —Mañana haremos algo al respecto, hoy dormiremos juntos ¿De acuerdo?

No respondí. No estaba seguro de la estabilidad de mi voz. Pero sí me moví y le dejé lugar. La cama era pequeña, pero cabíamos bien.

—Debes comer algo —susurró. —No ahora, pero en serio, debes comer... —respondí con un sonido afirmativo. —No quiero que te enfermes y en serio no creo que valga la pena.

Genial. Abril también lo sabía.

Suspiré y me arrimé más a la pared.

—No diré nada más, y no volveré a tocar el tema. Pero en serio, tú eres el único de ponerle un límite a León, nadie lo hará por ti —suspiró abrazándome. —Eres un adulto que demostró que puede sin él, no debes dejarte caer por lo que hizo. Alex era genial, pero supongo que no tan genial... habrá más de ellos más adelante, tú no puedes quedarte allí esperando a que él te los arrebate. Y sino haces nada, León lo hará.

—Quiero dormir —dije con voz horriblemente temblorosa y débil.

—Me gustaría decirte que deberías vengarte, tomar lo de León, hacerlo sentir una mínima parte de lo que tú estás sintiendo, pero sé que no lo harás porque tú eres bueno —continuó apoyando su frente mi espalda. —Pero en serio me gustaría que hicieras algo que le rompiera el corazón también.

No dije nada, no tenía fuerza ni ganas. A mí también me gustaría ser un hijo de puta y hacer algo para vengarme, pero no iba a engañarme, yo no podía, aunque lo intentara con muchas fuerzas. Incluso si lo hiciera sabía que no me iba a llenar de ninguna satisfacción, yo no era así. Y me odiaba por eso también. Me odiaba por muchas cosas, pero más que nada por no poder ser un uno por ciento una mierda como León. Hablando del gemelo bueno y el gemelo malo. Alex tenía razón en eso.

Alex... yo no iba a justificarlo, pero sabía que él, en realidad, no era el culpable por eso. Lo odiaba por no poder haberse dado cuenta, en serio lo hacía, pero no era su culpa y yo lo sabía. Ahora ¿de qué me servía saber eso? De nada. No lo intentaría de nuevo con él, no después de ver lo que había visto y del dolor que me había producido. En realidad, no debería haber dolido tanto y ese era justamente el problema. Yo no podía permitir que duela así nunca más. No quería sentirme así nunca más.

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