57. Ladrón.

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Me aparté de Marco y fui por el helado. El idiota estaba riendo.

—Hace más de un año que soy completamente libre —suspiré sirviendo dos grandes tazones. Arrastré el de mi amigo y lo miré de manera amenazante. —Come. Tú lo compraste, te gusta y estás muy delgado.

—Sí, puedo ver que te gustan un poco más fornidos —se burló gritando los ojos, pero aceptando el postre. —Tengo que admitir que Gael es bonito.

¿Bonito? No sabía si ese era un calificativo que utilizaría para describirlo.

—Esperaba algo más... pero tú sabes, tus gustos son extraños.

—No conoces "mis gustos" —me reí. —Tú no eres de mis gustos.

—Lo sé. Te parezco atractivo y te excito, pero claramente no entro en la categoría de tus gustos. Soy mucho más bello que él.

—Lo eres —acredité sonriendo. —Ciertamente lo eres.

—Y porque lo soy, dejarás que me quede unos días más ¿No?

—No.

—Vamos... sólo unos días —insistió poniendo ojos del gatito de Shrek. —Habilitaremos la habitación de invitados. Por cierto ¿Qué tienes allí?

—No lo sé —mentí. —Mi madre seguramente guardó las cosas que cambió allí dentro, y se llevó la llave.

—Llamaremos un cerrajero. Tú no quieres compartir la cama conmigo, es una excelente idea.

—Si te quedas, te quedarás en el sofá. No hay discusión sobre eso —dije de mala gana. Marco me observó unos segundos, pensativo, y asintió. —Y no más de una semana. Esta vez es en serio.

—Bien, de acuerdo —dijo feliz poniéndose de pie para dejar un beso en mis labios y su medio postre en el lavado. —Iré a hacer compras.

—Hay una copia de la llave en el mueble, no iré contigo.

Marco bufó de mala gana, pero se fue sin poner queja alguna. Respiré aliviado, necesitaba paz y silencio, aunque fuera por unos minutos.

El lunes me fui temprano, le había dicho eso a Marco y él, cuando dejé la cama, corrió allí para seguir durmiendo en ese lugar. No pude decirle nada, no es como si me molestara que lo hiciera. Yo no quería compartir la cama con él así que básicamente él estaba cumpliendo eso.

El día laboral comenzó exigente. Tenía un calendario con varias fechas importantes marcadas, supuse, algún asistente había impreso para mí. Esa mañana solo estaba Tamy. La otra mujer, quien era la superior de Gael no había llegado y había otro sujeto que estaba sirviéndose un café cuando me senté en mi lugar. Tamy dijo que mi compañero se llamaba Enzo y tenía varios años allí aunque no parecía mucho más mayor que yo.

—Oye —dijo una muchacha joven, de anteojos grandes y ropa rara parándose frente a mí. Ella no parecía tener más de 20 años, pero era quizás sólo su apariencia. Su mirada autoritaria y superior decía que era más mayor. —Soy Grace. Me dijeron que trataste de robar a mi Cadete en mi ausencia.

La observé. ¿Cadete? ¿Ausencia? Bueno, no había visto a nadie más el jueves y el viernes, sólo Tamy estaba siempre allí.

—No entiendo... soy Alex.

—Sé quién eres. Ladrón.

—Grace está jugando —suspiró Tamy desde su lugar, sin ánimos de intervenir o ampliar la información.

—No lo estoy. Ese cadete es muy bueno, y es mío. Lo vi primera.

—Realmente no sé de qué hablas —aseguré tranquilo mirando a mi alrededor. Varios de los otros trabajadores cercanos miraban atentos.

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