48. Otra vez.

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El silencio de la mañana me sorprendió. Miré la hora en mi teléfono donde también encontré algunos mensajes de Tiziano, y apenas pasaban de las nueve. Sin embargo, no podía ni siquiera oír los autos en la calle. Yo sabía que significaba eso... y aunque hubiera extrañado el invierno, no era un buen día para una nevada.

Me di una rápida ducha antes de salir para enfrentarme con Gael una vez más. Pensé que quizás él se había ido en algún momento y nos ahorraría la incomodidad de la mañana, pero no, aún se encontraba allí.

Claro que la sorpresa fue cuando la nueva mesa había vuelto al lugar donde había estado la anterior y el mueble con las plantas se había ubicado temporalmente desordenado en el medio de mi sala. Gael estaba sentado sobre una silla, con sus rodillas abrazadas y su mirada pegada al exterior el que, obviamente, estaba cubierto por una fina capa de nieve.

-Buenos días -dije con suavidad. Gael apenas dio un respingo antes de contestar sin mover sus ojos de la nevada. -¿Dormiste bien?

-No realmente... ese sofá es un asco.

-¿Tan malo? -consulté sólo por decir algo. Él ni siquiera me estaba mirando, y tampoco respondió. -Es un poco tarde... ¿No tienes trabajo? -se encogió de hombros. -¿No debes avisarle a alguien que no irás?

-Es domingo -fue su respuesta.

Claro. Era domingo. Pero hasta donde yo sabía, había domingos en los que él trabajaba en la panadería. Bueno, de todas maneras, quizás Gael había cambiado de trabajo en ese tiempo. Yo no lo sabía.

Me moví a preparar el desayuno. Pensé que él me seguiría una vez más e intentaría buscar mi boca como la noche anterior, pero no lo hizo. Gael no se movió ni un centímetro desde que abandoné la sala hasta que volví. Estaba casi seguro que hacía horas estaba en la misma posición, pero no quería preguntarlo y sentirme mal por él. Quería servirle el desayuno y llevarlo a casa, sacarlo de mi vida, ir con mis amigos y olvidarme de ese encuentro.

-Dicen que no va a parar por algunos días -dijo sin siquiera mirar el café que había puesto frente a él.

-¿La nieve?

-Sí... Richard dijo que seguro estaríamos cerrados otra vez.

-¿Richard?

-Mi jefe... -continuó. Abrazando con más fuerza sus piernas. -No creo que pare de nevar hoy.

-Deberías irte entonces, antes de que se ponga más feo -sugerí lo más amable que pude. Gael mantuvo el silencio. -¿Vives muy lejos? ¿Necesitas que te lleve?

-No creo que sea buena idea salir por hoy -suspiró. -Realmente está muy feo.

Miré lo que él observaba y si bien no era un buen día, la nieve en el suelo aún no era significativa y la nevisca era suave. Gael podía irse y llegar a casa sin ningún problema, incluso yo podía manejar sin preocupaciones.

-No pasa nada, recién está empezando... no será problema -dije con voz serena. -Además tu novia o tus hermanos podrán preocuparse si no apareces o no avisas.

-Te dije que Magda no es mi novia, y te dije que no hablo con mis hermanos -apenas despegó su mirada del exterior para mirarme, para asegurarme que no mentía. -No tengo mi teléfono. Hace mucho no lo uso. Ni siquiera sé dónde está.

-¿Qué hay de las clases? ¿De tus compañeros? ¿Cómo te mantienes en contacto?

-No lo hago -dijo moviendo sus ojos una vez más al exterior. -No tengo muchas clases y no tenemos trabajos en grupo, así que...

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