Desperté cuando Alex se movió a mi lado. No abrí los ojos de inmediato, pero sí lo hice cuando las imágenes de la noche anterior se comenzaron a repetir tras mis párpados.
Un poco, bastante alejado, Alex está observándome con sus ojos grandes y asustados.
—¿No fue un sueño? —consultó con voz apretada.
Mi corazón, que se había regularizado antes de despertarme, comenzó a golpear fuerte en mi pecho una vez más. Tragué saliva y moví mis ojos de los suyos.
—Mierda —maldijo alejándose un poco más de mí. Claro que para ese momento ni siquiera me estaba tocando. —Gael, lo lamento yo
—¿Tú qué? —consulté confundido. Me reincorporé y lo observé cuidadoso. ¿Él qué?
—¿Yo no te obligué o sí? —quiso saber con voz temblorosa. Cargada de pánico.
Se reincorporó y sus ojos se dirigieron directamente a mi cuello. Él continuó con la inspección por mi torso y se detuvo en mi cintura. Movió los ojos a un costado y apretó sus manos. Disimuladamente tiré la sábana más arriba, para poder cubrir mi cuerpo desnudo.
—No —dije recuperando su mirada en mi rostro. —Yo quise.
—¿Quisiste? —continuó incrédulo. —¿Por qué?
Me encogí de hombros cubriéndome disimladamente todo lo que podía de mi cuerpo desnudo. De pronto me sentía demasiado desnudo frente a él. Digo, lo estaba, pero me sentía desnudo a niveles más allá de la ropa.
—¿Te lastimé?
—No —repetí mirando sus ojos. Él no se veía para nada orgulloso de tenerme en su cama, desnudo.
—¿Estás asustado? —consultó con cuidado.
—Bueno, no lo sé —dije, ahora, enojado. —Anoche estabas todo meloso diciendo que yo te gustaba y que querías tocarme y ahora me miras como si fuera el error más grande que hayas cometido nunca.
Sus ojos se abrieron grandes y su boca cayó abierta. Sí. Yo había dado en el clavo.
—¿Sabes qué? Cómo sea —protesté empujando la sábana para recuperar mi ropa interior que se encontraba perdida en la cama. La encontré justo al lado de la suya. —No quiero que pienses que por lo que dijiste anoche y por lo que hicimos vas a tener que lidiar con un enamoramiento. Ya te he dicho muchas veces que no soy estúpido.
Salí de la cama y me puse la prenda de vestir mientras buscaba con mi mirada el resto de mi ropa.
—No no no —dijo rápidamente tirando sus manos a mi cintura para obligarme a sentarme una vez más. —Gatito —susurró abrazándome por la espalda y dejando su mentón apoyado en mi hombro. —No es eso... estoy... estoy sorprendido. Nada más.
—Suéltame —ordené de mala gana forcejeando con él. —No tienes que hacerte cargo o lo que sea que estés pensando.
Besó mi cuello y me tiró más cerca de él. Alex aún estaba desnudo, pero a él no parecía importarle.
—Gael, yo estaba borracho —suspiró apretándome más fuerte. —Entonces despierto y te veo desnudo en mi cama.
—No es mi culpa que tú tengas mala memoria cuando bebes —dije empujándolo con mis codos, pero él ni siquiera se estaba moviendo.
—Pasaron muchas cosas por mi cabeza... —aflojó su agarre para girarme y dejarme cara a cara con él. —No pensé que lo habías hecho porque tú querías... y yo —tragó saliva y dejó caer su frente en mi hombro —te deseo mucho ¿entiendes? Entonces pensé que quizás te había obligado.
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MIO
Novela JuvenilEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.