Alex me dijo muchas veces y en repetidas oportunidades que él y yo no éramos nada, ni siquiera amigos. Y sí, cada vez que lo dijo se me apretó el pecho, pero lo entendía, estaba enojado conmigo y estaba bien, hubiera sido peor si él ni siquiera se hubiera mostrado enojado. La indiferencia me hubiera matado, pero no, Alex no fue para nada indiferente.
La primera noche dormí en ese sofá. No sabía por qué, pero sentía que el cambio de su casa había tenido que ver con el sujeto con el que se estaba viendo, pero él había dicho que no, que no había nada entre ellos y yo elegí creerle. Elegí dejar de desconfiar de su palabra porque las veces anteriores no me había ido bien con eso.
Sin embargo, no me quedé tranquilo, quería por lo menos recuperar algo de lo que teníamos cuando estábamos juntos, cuando éramos felices. Entonces cambié su mesa de lugar, a donde la habíamos movido aquella vez, en donde todo había comenzado.
Esa mañana había amanecido nevado, pero no lo suficiente, yo necesitaba que nevara más, quería una excusa fuerte para quedarme con él, sólo un día más. Sabía que ese día podía ser la diferencia, sabía que si me esforzaba podía conseguir algo, lo que sea, incluso me conformaba con lástima y eso era muy bajo, incluso para mí.
Alex intentó echarme, de manera elegante, de su casa, pero resistí el ataque y conseguí que me dejara darme un baño, incluso me ofreció su ropa para vestirme. Pensé en salir de la ducha y aparecerme desnudo frente a él, provocarlo hasta que accediera a tener sexo conmigo, pero no pude. No tenía suficiente confianza en que no me rechazara como cuando lo besé apenas crucé la puerta de su departamento. Además estaba el hecho de que cuando me puse su ropa y su olor me envolvió no pude pensar en nada más que en permanecer en ellas, sentirme cerca de él aunque fuera de ese modo.
Ese día almorzamos, como en los viejos tiempos, pero no se sentía igual. Alex pareció interesarse un poco por mí y mi corazón se sintió cálido. Incluso me dijo que me que me quedara cuando le di la salida de echarme. Yo sabía que Alex era una buena persona y que no lo había hecho exclusivamente por mí, pero quería volver a sentirme especial por unos minutos.
Y luego sólo descansamos. Nos recostamos en un silencio cómodo y dormirnos muchas horas hasta que me desperté y me acerqué a él, para observarlo, volver a memorizar cada facción de su rostro. Pero entonces, ahí tan cerca, no lo pude evitar y me incliné para poder rozar sus labios con los míos.
Alex estaba dormido así que no insistí más, no quería despertarlo, quería aprovechar ese momento. Pero no fue por mucho, Alex se movió y debí moverme para darle un poco de espacio. Tenía un gesto molesto en su rostro, aunque trató de disimularlo. Pero lo conocía bien y no estaba contento con mi cercanía.
Trató de alejarse con la excusa de buscar velas, pero no lo dejé. Lo obligué a sentarse y puse mi cabeza en sus rodillas y no me alejó. Lo dudó varios minutos hasta que su mano se apoyó en mi cabeza y comenzó a acariciarme, con suavidad, como antes.
Pero luego de pedir disculpas me di cuenta que sólo estaba aparentando. Él me estaba mintiendo, me odiaba, pero más que odiarme me deseaba, quería acostarse conmigo por mucho que eso le pesara, entonces presioné y mentí. Mentí diciendo que había estado con alguien más cuando eso no había ni siquiera pasado por mi cabeza.
Alex me creyó. Pensó que luego de estar casi un año juntos, luego de que yo no pudiera hacer el amor con él, me había ido con el primero que había cruzado por mi camino, y respondió mi provocación. Llevó sus labios a los míos y los devoró con furia, con necesidad, con urgencia. Y por supuesto lo tomé, quería cualquier cosa que él me quisiera dar, lo aceptaría, aunque fuera enojo y rencor.
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MIO
Novela JuvenilEs fácil acostumbrarse a no esperar nada, a no querer nada, a dejar que las cosas simplemente pasen. Lo difícil es querer, esperar y luchar por algo... o alguien.